El presidente de Asaja, Pedro Barato, entrega productos ibéricos al Papa Francisco en el Vaticano en 2023

El presidente de Asaja, Pedro Barato, entrega productos ibéricos al Papa Francisco, en el Vaticano en 2023Asaja

El día que el Papa ensalzó a los ganaderos frente a los ecologistas y demostró su amor por el chorizo español

El encuentro se produjo en mayo de 2023 después de que Francisco sugiriese que había que reducir el consumo de carne

«Es urgente reducir el consumo no sólo de combustibles fósiles, sino también de muchas cosas superfluas; e igualmente, en ciertas zonas del mundo, sería conveniente consumir menos carne, esto también puede ayudar a salvar el medio ambiente».

Estas declaraciones del recién fallecido Papa Francisco (Buenos Aires, 1936–Roma, 2025) fueron el origen de la que en la organización profesional agraria mayoritaria en España se considera «la acción de lobby más importante desde nuestra creación».

Así lo explica en conversación con El Debate –y todavía impresionado por el logro conseguido– José María Castilla, director de la oficina de Asaja en Bruselas y uno de los enviados a la audiencia privada concedida en el Vaticano por el Santo Padre a los representantes de los agricultores tras el discurso que hirió la sensibilidad del campo.

«Fue un encuentro muy emotivo. Fuimos una vez, pero justo murió Benedicto XVI y la audiencia privada que estaba planeada se convirtió en una audiencia pública en la que compartimos cinco minutos con el Papa. Ahí le dimos unos productos cárnicos y le encantó: '¡Un chorizo, un chorizo!', repitió entusiasmado en varias ocasiones», apunta Castilla, que señala que el culmen se produjo en su segunda vez con el Papa en el Vaticano.

La audiencia privada, prometida después de que Asaja enviara una carta al Sumo Pontífice en protesta por sus palabras contra el consumo de carne, tuvo lugar finalmente en mayo de 2023. «Nos recibió en la biblioteca del Vaticano, donde habitualmente se recibe a los jefes de Estado. El acto duró 45 minutos y el Papa dedicó un discurso precioso a agricultores y ganaderos», comenta Castilla, que recuerda la alegría de Francisco cuando volvió a recibir un lote de embutido como presente: «Tenía una devoción completa por los ibéricos españoles y en particular por el chorizo».

La creencia en Asaja es que el polémico discurso que dio lugar a su reclamación no fue cosecha de Francisco: «Dudo que esas declaraciones nacieran de él. Igualmente, nuestro trabajo llevó al Papa a cambiar ese planteamiento simplista y falaz en contra de la ganadería», indica Castilla.

La rectificación de Bergoglio puso en valor la actividad agraria y las labores de quienes están en contacto con la naturaleza por encima de los alegatos que se tratan de imponer desde sectores alejados del día a día del campo.

«Como en tantas facetas de la vida, el ecologismo no lo construyen primordialmente los sesudos informes de los especialistas, ni las noticias y los proyectos divulgativos que llegan a la gente corriente a través de los medios de comunicación social (...) Los primeros ecologistas de una zona, de un país, de un continente son ustedes, los que están en el baile, los que están dentro: la gente que trabaja con los animales, con las plantas, que conviven día a día y saben de sus problemas y de sus logros», aseveró el Papa, que ahondó en que los agricultores y ganaderos «no repiten un eslogan aprendido, viven mirando al cielo y, desde que se levantan hasta que se acuestan, reconocen en los trinos, los mugidos o los relinchos el gozo o el miedo, el deseo o la satisfacción de la naturaleza que les rodea».

El cambio de postura quedó grabado entre los representantes del sector primario que asistieron al evento la biblioteca del Vaticano: «Fueron unas palabras preciosas para la gente del campo que difícilmente olvidaremos los que estuvimos allí» recalca el dirigente de Asaja, que destacó la anécdota elegida por el Papa para mostrar la falta de conocimiento en la ciudad sobre el mundo animal.

«Me acuerdo una vez, en la Facultad de teología, que uno de los estudiantes, nacido en ciudad, vivido en ciudad viene y dice: 'Se está muriendo una vaca', porque detrás de la facultad teníamos campo y había ganado (...) Yo agarré y me fui a ver a la vaca, y estaba la pobre vaca ahí pariendo, y este que era de ciudad, que había comido cemento desde chiquito, no tenía la menor idea de cómo se distinguía una vaca muriendo y una vaca pariendo. Ahí me di cuenta que hay una ciencia que solamente se adquiere viviendo y con la experiencia», narró Francisco, que reconoció a los miembros de Asaja la incongruencia del discurso que a la postre les uniría: «Cómo yo, siendo argentino, puedo estar en contra de los asados».

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