Pistachos con cáscara
El valor desconocido de las cáscaras de pistacho para controlar las plagas
La textura y el olor resulta clave para esta utilidad antes menos conocida
Las plantaciones de pistacho, segundo fruto seco más relevante en España por superficie detrás de la almendra, son cada vez más habituales en la península ibérica.
El pistacho se ha distinguido como uno de los cultivos con mayor crecimiento en España. El terreno en producción ha alcanzado las 79.209 hectáreas en 2024, un 58,6 % más que de la media de los últimos cinco años.
Este boom trae de la mano una importante riqueza que va desde la creación de empleo a pie de campo hasta el laboratorio, pasando por el procesamiento en las plantas, hasta la distribución y exportación; sin embargo, más allá de su valor económico y agrario, el pistacho esconde una utilidad que resulta cada vez más relevante para los ciudadanos.
El aprovechamiento de los recursos naturales, más en un momento en el que se avanza hacia la eliminación de todo tipo de componentes químicos en la agricultura, encuentra en la cáscara de los pistachos uno de sus mejores ejemplos.
Los restos crujientes y aparentemente inservibles guardan un potencial sorprendente en la jardinería ecológica y en el control natural de plagas. Las cáscaras de pistacho, una vez trituradas adecuadamente, pueden convertirse en un recurso valioso para proteger las plantas de visitantes indeseados como caracoles, babosas e incluso ciertos insectos.
La textura de las cáscaras de los pistachos es clave para cumplir su función de control de plagas. Si estos restos se trituran de forma gruesa, los fragmentos afilados actúan como una barrera física para estos invasores. Al esparcirse alrededor del tallo de las plantas, dificultan el acceso de babosas y caracoles, protegiendo así hojas y brotes jóvenes, especialmente vulnerables a sus ataques.
El olor de las cáscaras también contribuye a repeler algunos insectos. Además del control de plagas, estas cáscaras ayudan a conservar la humedad del suelo, reducen el crecimiento de malas hierbas y mejora la aireación de la tierra. Si se integran en la mezcla del compost o directamente en la tierra, las cáscaras de pistacho contribuyen a equilibrar el pH en suelos más alcalinos, mejorando la estructura del sustrato de forma natural.
Para aprovechar las cáscaras de pistacho como repelente de plagas y enriquecedor de la tierra primero deben lavarse bien para eliminar restos de piel o sal. Una vez secados completamente al sol o sobre papel absorbente, triturar con un rodillo, molinillo o procesador de alimentos hasta alcanzar la textura deseada (más gruesa para barreras antiplagas o más fina si se busca enriquecer el suelo).