¿Creía Einstein en Dios?: toda la verdad explicada por el químico Castells

El químico de la Universidad CEU San Pablo, Javier Pérez Castells, ha explicado en El Debate cuál era la religiosidad de Albert Einstein, un aspecto menos conocido del físico alemán. Aunque se le considera una persona profundamente espiritual, no creía en un Dios personal al que rezar, sino que seguía una visión spinozista: identificaba a Dios con la naturaleza en su totalidad.

Einstein alcanzó muy pronto la fama científica con sus artículos de 1905 —sobre la relatividad especial, el efecto fotoeléctrico y la ecuación que relaciona energía y materia— y en 1915 con la relatividad general. Sin embargo, a partir de entonces, sus aportaciones científicas fueron menores, y se dedicó cada vez más a reflexionar sobre la filosofía y el sentido de la existencia.

Según explicó Castells, Einstein consideraba el tiempo como un «engorro». Aunque demostró que es una dimensión vinculada al universo material y que pudo tener un inicio con el Big Bang, buscaba la eternidad, una realidad sin tiempo que le liberara de la conciencia de lo perecedero. En su pensamiento se percibe un cierto determinismo: no confiaba demasiado en la libertad humana y tampoco aceptaba bien la indeterminación cuántica.

Para Einstein, contemplar la naturaleza era una experiencia espiritual, pues veía en ella una perfección divina, equivalente a Dios. Una de sus frases más conocidas, «Dios no juega a los dados», no aludía a un Dios personal, sino a su rechazo de la incertidumbre cuántica. Como anécdota, en 1955, al consolar a la familia de un amigo fallecido, dijo que la división entre pasado, presente y futuro era solo una ilusión, aunque muy persistente, reflejando su peculiar visión del tiempo y la eternidad.