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04 de mayo de 2024

La escritora Karin Smirnoff, durante su charla con El Debate

La escritora Karin Smirnoff, durante su charla con El DebateMaría Serrano

La heredera de la saga Millennium: «Me interesa explorar la violencia, no solo la ejercida contra las mujeres»

La autora sueca presenta Las garras del águila, la séptima entrega de la afamada saga criminal Millennium, creada originalmente por Stieg Larsson

Aparece abrigada, entre montañas de nieve, cortando leña, entrando en la que es su cabaña natal, donde nació hace casi 60 años, al norte de Suecia. «Creo que para el ser humano muchas veces es más fácil hacer el mal que hacer el bien». Ella, periodista de profesión e interesada en los temas humanos, lo ha visto: la violencia crece cuando el hombre pierde la tensión moral, también en los aparentemente idílicos parajes suecos.
«Este clima, este lugar, este aislamiento, configura nuestro carácter». Karin Smirnoff (Umeå, 1964) lo dice seria, convencida: su mirada es de acero azul, sus cabellos son rubísimos, y viste completamente de negro. Ella forma parte de las 105 millones de personas que han leído la saga Millennium, pero con una particularidad: es ella la encargada de sacar la saga adelante.
Smirnoff coge ahora la pluma, la primera mujer en hacerlo a pesar de ser una saga protagonizada por una mujer, y escribe tres novelas más, de las que la primera, Las garras del águila (ediciones Destino), se publicó en España el 30 de agosto. Protagonizada por los detectives Lisbeth Salander y Mikael Blomkvist, Millenium fue ideada por el escritor sueco Stieg Larsson (1954, Skelleftehamn), quien falleció repentinamente en 2004 tras un paro cardíaco. Aunque publicadas a título póstumo, las tres entregas escritas por Larsson se convirtieron en un auténtico fenómeno global, que arrasaba (y sigue arrasando) los ejemplares de las estanterías.
'Las garras del águila', escrita por Karin Smirnoff, será la séptima entrega de la saga 'Millennium'

'Las garras del águila', escrita por Karin Smirnoff, será la séptima entrega de la saga 'Millennium'

Prosiguiendo con la ambición de Larsson –que deseaba escribir más de diez novelas– , el heredero del universo de Estocolmo fue David Lagercrantz (1962, Solna) el encargado de continuar la saga con tres títulos más. Hablando con El Debate, Karin Smirnoff se muestra amable pero también firme cuando le preguntan si siente vértigo ante las expectativas de los más acérrimos fans de la saga criminal. «Fui periodista durante muchos años y siempre he sabido que podía escribir. Tomé la decisión de escribir novelas porque quería encontrar algo que hacer con mi vida sin aburrirme de ello», explica con tranquilidad.
De hecho, no fue hasta hace apenas un lustro que Smirnoff consiguió ser publicada. Fue en 2018 cuando Jag for ner till bror –la primera parte de su trilogía, titulada Jana Kippo– se lanzó en Suecia. Pero ella hace las cosas a su manera: para el lanzamiento de Las garras del águila en Suecia, invitó a amigos, familiares y algunos editores internacionales a su cabaña del bosque, les cocinó un aperitivo local (donde no faltaron ni el salmón ni las famosas albóndigas) y se reunieron junto al fuego para entender mejor qué configura el carácter sueco, qué lleva a los hombres a la violencia.

Denuncia de la violencia sistémica

Karin Smirnoff es también víctima ella misma de violencia de género, y su vida está marcada por esto tanto como por su lugar de origen, ese norte de Suecia donde ha basado todas sus novelas y del que también era originario Stieg Larsson, donde el clima, el frío y la oscuridad lo determinan todo. Interesada en explorar a través de la escritura la violencia sistémica, no solo la ejercida contra las mujeres, sino la ejercida desde el poder y contra aquellos que no pueden defenderse, ha conseguido continuar el legado del escritor original pero infundiéndole un estilo nuevo, una voz propia y una temática que, sin ignorarla, va más allá de «los hombres que no amaban a las mujeres». Porque la literatura de entretenimiento también puede decir las grandes verdades de nuestro tiempo.
–¿Por qué cree que fue elegida para continuar con la saga?
–Es interesante, porque no soy una escritora de novela negra. Le habían encargado la continuación a mi editorial y mi editor, en Suecia, me propuso hacerme cargo de este proyecto. Quizá tenga que ver con el hecho de que yo también soy del norte del país, como Stieg Larsson, algo importante para su familia, y con que, a pesar de que no escribo sobre crímenes, mis novelas siempre tienen un elemento de suspense. Además de que soy una mujer y podía añadir una perspectiva nueva a esta serie...

Hay una diferencia entre la manera en que hombres y mujeres abordan el tema de la violencia, sobre todo la de la que ellos ejercen contra ellas

–¿Stieg Larsson habría imaginado un presente como este, con el auge del feminismo y movimientos como el Me Too?
–Larsson era una persona muy conocedora del feminismo; era uno de sus grandes temas. Es imposible que predijera este fenómeno, pero era periodista y estaba en contacto con la realidad. Desde que falleció ha habido muchos cambios positivos para las mujeres (en lo económico, educativo, tareas del hogar...), aunque aún queda mucho camino por recorrer. Pero sí creo que él imaginaba que un día las mujeres se reunirían y dirían: «Hasta aquí hemos llegado, se acabó».
–Normalmente, cuando los hombres hablan de cómo las mujeres reaccionan a la violencia ejercida contra ellas, lo hacen desde su perspectiva: con más violencia. ¿De qué forma su visión, siendo mujer, es distinta?
–La violencia ha sido el tema principal de Stieg Larsson, y lo ha investigado creando a una mujer, Lisbeth Salander. Él representa una violencia sobre la cual tiene conocimiento, tanto por una experiencia personal como por experiencias ajenas. En ese sentido, todos los libros que yo he escrito tienen como tema principal la violencia, pero hay una diferencia entre la manera en que las mujeres abordan el tema, sobre todo la violencia de los hombres contra las mujeres. Para ellos es más difícil entender cuál es la función misma de la violencia que se ejerce contra las mujeres: tiene que ver con estructuras de poder. Aunque defienden la igualdad, lo que falta abordar y lo que la perspectiva femenina puede aportar es justamente toda esa lucha de poder, con el valor estructural que tiene la violencia.
–¿Qué hizo clic en su cerebro para dejar de ser una empresaria maderera y convertirse en escritora?
–Llevo escribiendo toda la vida, desde que soy pequeña, y he trabajado como periodista, o sea que realmente la escritura ha sido una parte fundamental de mi vida. Luego tuve efectivamente una empresa maderera durante diez años, pero ya estaba bastante harta. Lo quería dejar y me planteé qué iba a hacer con el resto de mi vida. He de decir que es una pregunta bastante usual para mí, porque me aburro con facilidad. Mis hijos ya se habían ido de casa y sabía que esa era una condición para escribir, porque es un trabajo muy solitario, así que tomé la decisión de escribir novelas porque quería encontrar algo que hacer con mi vida sin aburrirme. Me inscribí en un curso de escritura creativa en la universidad de dos años y durante el primer semestre aceptaron la publicación de mi primer libro.

Tomé la decisión de escribir novelas porque quería encontrar algo que hacer con mi vida sin aburrirme

–¿Cómo conoció a Lisbeth Salander, sabiendo que hay 105 millones de personas que la adoran, y qué imagen tiene de ella hoy?
–Lisbeth Salander es un personaje que existe, y todos tenemos una idea bastante formada de quién es: una persona solitaria, violenta, una hacker... Pero yo percibía que era demasiado «heroína», y yo quería hacerla más humana, hacer de ella un personaje más adulto, más mujer; una antiheroína. Este proceso requiere de tiempo, y por eso también creé el personaje de Svala, que me permite hacer evolucionar al personaje de Lisbeth.
–Hace una denuncia del greenwashing. ¿Detrás de lo ecológico hay a veces una realidad oscura?
–Sí. Es un tema muy actual, presente en muchos lugares del mundo. Muchas empresas tienen este alegato de querer hacer ciertos proyectos que supuestamente son muy ecológicos, pero esconden intenciones como la creación de nuevas minas. Como sociedad, tenemos que entender el precio a pagar. Por ejemplo, la generación de una pequeña mina en el norte de Suecia implica la destrucción de cinco lagos, y por tanto las fuentes de agua potable, la expulsión de la población sami de sus tierras... Me parece muy bien decir que los coches eléctricos son maravillosos, pero tenemos que entender que hay un alto precio; en este caso, el de la fabricación de las baterías. Este tema mueve muchísimo dinero y los políticos lo aprovechan para ponerse la medalla.

Lisbeth Salander era demasiado «heroína», y yo quería hacerla más humana, hacer de ella un personaje más adulto, más mujer

–¿Hay un «cinismo verde», una hipocresía ecológica que hace que muchas empresas presenten esta fachada y escondan la barbaridad del saqueo ecológico que realizan?
–Sí, sin duda. Estas empresas trabajan con políticos, que afirman aportar «más negocio» y más dinero a la región. O más empleo... pero en realidad traen mano de obra del exterior, porque es más barata. Es lo que sucede en el norte de Suecia. Los nativos se desplazan, se arruina la naturaleza de la región, se pierden los empleos locales como la cría de renos, lo que produce escasez de comida... Es un círculo vicioso. Pero el problema es que necesitamos muchas cosas para mantener nuestro estilo de vida. Necesitamos cada vez más. Esto es lo que tiene que cambiar.
La autora de Millennium 7, Karin Smirnoff (Umeå, Suecia, 1964)

La autora de Millennium 7, Karin Smirnoff (Umeå, Suecia, 1964)Thron Ullberg

–Dice que es más fácil hacer el mal que hacer el bien. ¿Tiene una visión antropológica pesimista?
–Creo que no, pero sí es verdad que vivimos en un mundo que está muy predispuesto a la autodestrucción, o por lo menos donde la autodestrucción es bastante común. Y aporto el ejemplo que mencionaba antes de la naturaleza. En cuanto a la naturaleza, estamos realmente autodestruyéndonos. Ahora bien, yo no creo que los seres humanos pretendan ser destructivos: queremos construir, pero somos vagos, queremos tener una vida cómoda y cada vez más dinero... Cuando para mí las mejores cosas que hay en la vida siempre son gratuitas, como la naturaleza, la amistad, el amor. Bueno, tal vez no siempre son completamente gratuitas...

Sin duda, existe un «cinismo verde»

–La saga de Millennium nos abre los ojos a una Suecia que no es la imagen idílica que teníamos. ¿Cuál es la Suecia real?
–Lo más importante es saber que yo escribo ficción. Así que no soy una experta, aunque sí que investigo. Ahora mismo en Suecia se están produciendo tiroteos, y vamos por 60 muertos en lo que va de año por enfrentamientos entre pandillas. Muchos son niños de 13, 14 años. La policía está en un estado de completa inacción frente a lo que está sucediendo, porque no están siendo capaces de ponerle un freno. Y esto tiene un efecto sobre la sociedad sueca: hay mucha gente que vive en la más profunda pobreza, que vive en zonas de Suecia que hacen que no se sientan parte del país. Y por otro lado, tenemos el fenómeno del Partido Demócrata, que tiene ideas muy concretas de lo que quiere decir «ser sueco». Creo que esa imagen de la Suecia idílica como un lugar de libertad, como un lugar seguro, ha cambiado, aunque creo que Suecia nunca fue idílica: siempre hemos tenido pobreza y violencia.
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