¿Y si Cervantes hubiera sido transexual?

En vísperas del estreno de su última película, sin que le mueva –evidentemente– ningún deseo de hacer propaganda de ella ni ningún ánimo de polémica, el director de cine Alejandro Amenábar ha planteado una trascendental pregunta: «Si Cervantes hubiera sido homosexual, ¿qué problema habría?».

¡Gran cuestión! ¡Terrible dilema!… Eso me ha llevado a mí, modestamente, a plantearme otros interrogantes.

¿Y si Cervantes hubiera sido transexual? Supongo que algunos opinarían que por eso escribe tan bien.

¿Y si Cervantes hubiera sido una mujer? Supongo que eso animaría a algunos a intentar leer alguna de sus obras.

¿Y si Cervantes hubiera sido propalestino? Supongo que querría firmar manifiestos contra el genocidio israelí.

¿Y si Cervantes hubiera sido torero? Supongo que, para algunos, sería un héroe; para otros, un torturador.

¿Y si Cervantes hubiera sido partidario del Barcelona? Supongo que declararía solemnemente que no se ha podido demostrar nada sobre la presunta ayuda de los árbitros.

¿Y si Cervantes hubiera sido partidario del Madrid? Supongo que habría perdido la cabeza, como don Quijote, pero intentando descifrar los misterios del VAR.

¿Y si Cervantes hubiera sido independentista catalán? Supongo que el Gobierno catalán haría obligatoria la lectura del Quijote: por supuesto, en lengua catalana, en la que, con toda seguridad, se escribió.

¿Y si Cervantes hubiera sido ministro de Pedro Sánchez? Supongo que proclamaría triunfalmente que España va como un cohete y que todos los problemas surgen por el cambio climático.

¿Y si Cervantes hubiera sido de Vox? Supongo que le echaría la culpa de todo al PP.

¿Y si Cervantes hubiera sido del PSOE? Supongo que le echaría la culpa de todo a Isabel Díaz Ayuso.

¿Y si Cervantes hubiera sido del PP? Supongo que meditaría incansablemente sobre cómo llegar a la centralidad.

Después de haberme planteado tan graves interrogantes, creo que he logrado encontrar una respuesta clara a la trascendental pregunta de Amenábar: «Si Cervantes hubiera sido homosexual, ¿qué problema habría?». Con toda sencillez y rotundidad, me atrevo a responder: ¡Ninguno! ¡No se preocupe! No habría ningún problema, en absoluto.

Quedarían sólo dos cosillas pendientes. Ante todo, para tomarse eso un poquito en serio, habría que demostrarlo; si no se hace, todo queda en el aire. Además, se demuestre o no, me da absolutamente igual porque no afecta para nada a lo único que a mí, como lector, de verdad me importa: la grandeza literaria y moral del Quijote.