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01 de mayo de 2024

Portada de «V13» de Emmanuel Carrère

Portada de «V13» de Emmanuel CarrèreAnagrama

'V13': juicio a la noche más oscura

V13 reúne las crónicas de Emmanuel Carrère sobre el juicio tras los atentados de París en 2015, un testimonio dramático pero lleno de lucidez

Todos recordamos bien dónde nos encontrábamos el 13 de noviembre de 2015, con quién estábamos aquella noche, en qué momento se nos pasaron las ganas de estar en la calle porque empezó a decirse en Twitter que algo había pasado en París. Al día siguiente y 130 víctimas después, el nombre de la sala Bataclan ya nos sonaba de sobra y aquella noche pasó a la historia como una de las mayores tragedias vividas en Francia: fue el V13.
Con frecuencia nos quejamos de que la justicia es lenta, pero en este caso no sin cierta razón: siete años después de aquella masacre, en septiembre de 2021, dio comienzo el proceso en el que se juzgó a los catorce responsables de aquellos atentados, un juicio que se alargaría hasta junio de 2022. A cada una de las sesiones de este acontecimiento sin precedentes en la justicia francesa acudió el cronista Emmanuel Carrère con su libreta, su paciencia y su elegancia literaria para contar las historias más increíbles: las basadas en los hechos reales que acontecieron aquella noche.
A golpe de pequeñas piezas, redondas y lucidísimas, que ya fueron publicadas en el periódico L’Obs a medida que iba teniendo lugar el juicio, V13 (traducción de Jaime Zulaika) está formado por breves capítulos que funcionan por sí mismos de forma individual y como parte del todo que es este recopilatorio, al que se han añadido varios textos inéditos. Dividido en tres pilares esenciales (las víctimas, los acusados y el tribunal), con cada uno de ellos se va atendiendo a una faceta nueva de los elementos que tuvieron protagonismo en aquel viernes negro. ¿La parte más dura? Sin duda, los testimonios de los familiares y supervivientes: lo que vieron, lo que vivieron, lo que ya no podrán olvidar. He leído este libro en trenes y en cafeterías, y mi gesto desencajado ha despertado más de una mirada de preocupación en la gente que había a mi alrededor. Sí, V13 es un relato sobrecogedor, traumático y durísimo; pero es de justicia social —una de las pocas que pueden ofrecerse a las víctimas— prestarle atención y hacer un esfuerzo por empatizar con todos esos sufrimientos.
Portada de «V13» de Emmanuel Carrère

anagrama / 272 págs.

V13

Emmanuel Carrère

Sin embargo, es el otro lado de esta balanza que es la justicia el que da lugar a los capítulos más molestos: los testimonios de los acusados. Desde los llamamientos a asesinar a la población francesa, pasando por el radical que afirma que los vídeos de las ejecuciones llevadas a cabo por el Estado Islámico «hay que verlos en su contexto» hasta el arrepentimiento de última hora, que hace que Salah Abdeslam, en un arrebato de humanidad, decida no detonar su cinturón de explosivos y volverse a casa.
Hay una pregunta que sobrevuela a lo largo de toda la narración: ¿de dónde nace esa voluntad por hacer tanto daño? Carrère ya es veterano en estos escenarios y en V13 pone en juego eso que ya consiguió con El adversario: insuflar en el lector una fascinación incómoda por el mal y sus advocaciones. Sin embargo, si en su ya clásico título uno se permitía dejar más espacio al morbo, por aquello de que el caso de Jean-Claude Romand nos era ajeno y pasó hace ya mucho tiempo, los hechos que tuvieron lugar en 2015 siguen frescos en nuestra memoria, removiendo y trayendo al recuerdo imágenes imborrables, y despertando otro tipo de sentimientos.
Y si en El adversario se hacía una revisión de los orígenes del mal, en V13 se repasa todo el espectro de la tragedia: el miedo, la desesperanza, el dolor de las víctimas y supervivientes, la compasión, la justicia terrenal y el estrecho, en ocasiones inexistente, espacio para el perdón. Y reconozco que más de una vez me he sorprendido empatizando con los culpables, puesto que de sobra es conocido el talento del escritor francés para plantear a su público muchas preguntas y ofrecerle incómodas respuestas que motiven una profunda reflexión. Sin embargo, es el propio Emmanuel quien nos reequilibra y nos hace sentir menos solos en ese sentimiento de fascinación por los acusados: «los cronistas ocasionales como yo […] compadecemos a las víctimas, pero tratamos de comprender la personalidad de los culpables. Son sus vidas las que escudriñamos para detectar el punto de desgarrón, el punto misterioso en el que se desviaron hacia la mentira o el crimen».
Como ejercicio de crónica literaria, V13 es una imponente lección de periodismo modélico; y, si yo me dedicase a este oficio, pasaría mis días estudiando cómo lo hace Carrère para así copiarlo cada día un poquito más, un poquito mejor. Al ofrecer un meticuloso perfil de cada uno de los actores que protagonizaron los hechos, el autor va desmontando las piezas que componen la maquinaria de la justicia y se las presenta al lector bien limpias y pulidas: ahora nos tocaría a nosotros encajarlas y tratar de salir enteros de tan arduo ejercicio.
«A estos jóvenes, porque casi todos lo son, que declaran uno tras otro en el estrado, se les transparenta el alma. Se lo agradecemos, nos horrorizan, nos engrandecen». Y eso mismo ocurre con V13: presenta un horror que engrandece, que deja al lector sin habla, pero a la vez consigue que no pueda parar de hablar de este libro.
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