Julián Álvarez y Messi celebran uno de los goles de Argentina ante Croacia

Julián Álvarez y Messi celebran uno de los goles de Argentina ante CroaciaEFE

Argentina 3-0 Croacia

Messi se viste de Maradona y lleva a Argentina a la final

Argentina entera esperaba este día. La Albiceleste ya está en la final del Mundial, después de imponerse de manera relativamente cómoda a Croacia. Los de Scaloni jugaron su mejor partido en lo que va de torneo, con un Messi que volvió a hacer de las suyas, anotando y regalando goles.
El partido no podía prometer más. Messi y Modric, los magos del balón. Modric y Messi, sueños de campeón. Cuando Yoichi Takahashi dibujó en su mente el Oliver Aton de aquel Campeones podría haber pensado en cualquiera de los dos 10 que hoy se jugaban el puesto en la final del Mundial. Pero aún no habían nacido. Dos astros, dos genios de la pelota que empezaron juntos y, como cosa del destino, tenían que terminar juntos su camino en la Copa del Mundo. Uno jugó contra el otro su primer partido con Croacia y el otro marcó contra el uno su primer gol con la Albiceleste. Han pasado 16 años desde aquel día y esos no son pocos en la carrera de un futbolista.
Los dos saben ya lo que es jugar una final y perderla, pero mientras uno afrontaba el partido como un sueño, el otro lo hacía con la presión de un país sobre sus hombros. En Argentina lo del Mundial es casi una religión, un país donde a la ministra de Trabajo le dan a elegir entre rebajar la inflación del 100 % que sufre el pueblo y ganar la Copa y opta por lo segundo.
Así saltaba Messi al césped, sin opción de perder. Y eso sin hablar de Maradona y la continua comparación del 10 con el que fuera 10. Croacia era consciente de la situación del jugador del PSG, al que todos buscan. Messi es la primera opción de juego, la segunda, la tercera y la cuarta. Si eso falla, ya se mira otro desmarque.
Croacia tomó el control del partido, con un Kovacic imperial y un Modric que a sus 37 años parece un juvenil: sube, baja, presiona, roba… y se maneja de manera excepcional con la posesión. La Albiceleste esperaba su momento, dejando hacer a Croacia y sabiendo que el partido podría no resolverse en 90 minutos. Y de tanto esperar llegaron sus oportunidades. Primero un disparo lejano de Enzo Fernández y después Messi hizo el 1-0 desde los 11 metros. Cuarto penalti que le pitan a Argentina en este Mundial. A ninguna le pitaron más en toda la historia. Parece peligrosamente preparado, que diría Simeone, aunque esta vez sí era penalti.
Los arlequinados, que vestían de azul, no se vinieron abajo y buscaron el empate, aunque con cierta torpeza. Un córner sacado en corto, de esos que la FIFA debería prohibir en las reglas, se convirtió en una contra de Argentina que corrió Julián Álvarez como si no hubiera mañana. Nadie le seguía porque es el único que corre de verdad en la Albiceleste. Solo la suerte, que le acompañó cuando perdió el control de la pelota en el área, y le favoreció con el rebote de Sosa. A partir de ahí, un toque suave ante Livakovic para hacer el 2-0.
Zlatko Dalić movió el banquillo en la segunda mitad. Había que jugársela y podía pasar cualquier cosa, que Croacia empatara o que Argentina se hartara a meter goles. Y en ese escenario Messi se siente muy cómodo. Incluso cuando está tocado. El 10 pilló la pelota ante Gvardiol en el centro del campo, la llevó hasta el filo del área, se fue para un lado y se escapó por el otro. Tenía opción de tiro, pero se la regaló a Julián Álvarez, que llegaba solo para hacer el 3-0. Su mejor jugada en el Mundial y no la metió él. Ese también es Messi, el que hace mejores a los que orbitan alrededor de la estrella.
Pudo llegar incluso el cuarto, pero Argentina no quiso hacer más sangre ante una Croacia que había dado todo y más en un Mundial en el que nadie contaba con ella. Es un milagro que un país de menos de tres millones de personas lleve tres semifinales. En su recuerdo quedará la final de 2018, como en la de Messi está todavía la de 2014. El astro espera, ahora sí, poder levantar el título y poder mirar de tú a tú a Maradona. Lo de arreglar la inflación, ya si eso que quede para otro año.
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