El croata se despide de un Mundial sin poder haberlo ganado

El croata se despide de un Mundial sin poder haberlo ganadoAFP

Modric, el niño que creció en la guerra de los Balcanes, se despide de los Mundiales

El 11 de julio de 2010 no solo significó el hito de que España ganara, por primera vez, un Mundial sino que desembocó en un hecho que fue imitado en todos los campos de España: cada vez que Andrés Iniesta era sustituido en algún campo de fútbol, recibía la ovación de la afición rival. Un perpetuo agradecimiento que quedó sin efecto el día que el albaceteño puso rumbo a Japón en 2018.
Sin embargo, ese vacío parece haber sido ocupado por un jugador de clase mundial que se caracteriza por poseer una humildad directamente proporcional a su calidad futbolística: Luka Modric. El croata vivió en la semifinal ante Argentina uno de los sinsabores del deporte rey. En el minuto 80, el seleccionador croata, Zlatko Dalić decidió sustituirle y se llevó como premio la ovación de todo el estadio. Un ejemplo que se visibiliza cada vez que el '10' blanco pisa el césped con la camiseta del Real Madrid.
Abandonó el césped del Estadio Lusail entre lágrimas, sabedor de que la experiencia mundialista no solo llegaba a su fin para Croacia sino también para él, a sus 37 años . Se quedó a las puertas del trofeo dorado en Rusia 2018 y en Qatar aspiraba a ello tras guiar a Croacia hasta las semifinales. Sin embargo, el destino le guardaba una nueva decepción al tener que encajar un contundente 3-0 de la albiceleste. Su rostro evidenciaba la frustración por el resultado y las lágrimas por saber que el camino se acaba ahí, en el Estadio Lusail. Curiosidades del destino, el mismo que albergará la final.

Una infancia marcada por la guerra

El ganador del Balón de Oro de 2018 nació un 9 de septiembre de 1985. La infancia de uno de los mejores futbolistas del mundo pasaba mientras pastoreaba cabras a los cinco años en un momento con lobos. Su abuelo, de quien recibió su nombre, fue asesinado por paramilitares serbios.
A este niño de la guerra cuyas raíces datan de una remota aldea de los escarpados montes de Velebit lo rechazó algún club cuando era un niño por su baja estatura, algo que, lejos de amedrentarle, hizo que trabajara su destreza para paliar su desventaja física.
Su familia tuvo que dejar su lugar de origen una vez que los paramilitares quemaran su casa. En la ciudad costera de Zadar, concretamente en los aparcamientos, Modric comenzó a jugar al fútbol, a veces con bombardeos cercanos, y esa entereza ha marcado su carácter en sus posteriores destinos en Zagreb, Mostar, Londres o Madrid.
Esas dificultades, unidas también a los problemas económicos de su familia marcaron su vida y forjaron un carácter basado en la resistencia física y mental. Una fortaleza que intenta transmitir a sus compañeros aunque lleven otra camiseta. Para el recuerdo quedará la charla del croata con Rodrygo Goes, cuando éste último falló uno de los penaltis que privó a la canarinha de acceder a las semifinales: Vamos, a animarte, ¿eh? Tú eres más fuerte que esto. No pasa nada, ¿eh? Tu eres más fuerte que esto. Todos fallan. Todos fallan. Vas a volver fuerte, ¿eh? Te quiero. Te quiero, hijo».
Luka Modric se despide de los Mundiales. Atrás deja un palmarés envidiable y lo más importante la humanidad de un jugador irrepetible.
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