Crisis en la automoción
El desacuerdo entre Ribera y Maroto complica el futuro de Stellantis en Vigo
La fábrica pierde competitividad al no estar conectada la ciudad a la alta tensión, como sí ocurre en las factorías ubicadas en otras localidades españolas
Vigo es la única ciudad de más de 250.000 habitantes que no cuenta con capacidad de muy alta tensión. La ausencia de esta red de 220 kilovoltios resta competitividad a la fábrica de Stellantis en esta localidad, que es la más grande de nuestro país y que ve cómo el resto de factorías de automóviles en España dispone de ella. La falta de esta red origina microcortes en la producción que perjudican su ritmo de fabricación de vehículos.
El problema podría solucionarse invirtiendo 70 millones de euros en la nueva red, algo de lo que se lleva hablando desde el año 2013. La ministra de Industria, Reyes Maroto, está de acuerdo en acometer la inversión, pero la de Transición Ecológica, Teresa Ribera, no lo ve necesario.
La opinión de Ribera es importante. De hecho, ha excluido la conexión a la red y la construcción de una nueva subestación en Vigo del plan 2021-2026 de Red Eléctrica. «La propuesta no está justificada», respondían desde su Ministerio a la sugerencia de la Comisión de Industria hace un mes.
Como el senador Javier Guerra ha conocido de la mano de la propia Stellantis, la factoría de Vigo sufre unos 60 microcortes de media al año, «lo cual supone dejar de producir unos 12.000 vehículos anuales», indica. «Sobre una producción de 550.000 vehículos al año como tiene la planta, es una pérdida económica importante», añade.
El Gobierno no considera que los microcortes supongan una parada relevante porque la legislación actual considera que se produce cuando el microcorte es de tres minutos. «En la planta de Vigo los microcortes son de microsegundos, pero los procesos están automatizados y esos parones afectan por ejemplo a la pintura, y con ellos se frena el proceso de producción», aclara Guerra.
La falta de solución a este inconveniente «tiene a Stellantis preocupada; en concreto, a su planta de Vigo, porque han intentado solventar el problema por todos los medios y no lo han conseguido. Las plantas compiten entre sí, y la producción va a quien tiene mejores números. La planta de Vigo es la más eficiente de Europa, pero ya no tiene tecnología para mejorar más. Se enfrenta a una barrera técnica que solo puede superarse con una mayor potencia eléctrica. No compite en igualdad de condiciones respecto a las otras factorías, que tienen alta tensión», señala Guerra.
El problema con la alta tensión se une al de la falta de suministros, que es común a todas las fábricas y que en Vigo ya ha producido decenas de paradas en la producción en el último año.
Desde dentro de la empresa no entienden qué pasa con la localidad gallega: «Cuando gobernaba el PP, el PSOE le exigía que llegara la alta tensión; ahora parece que no quieren darla», lamenta el portavoz de CC.OO. en la factoría de Stellantis en la localidad gallega. «El alcalde (Abel Caballero) debe llevarse mejor con la ministra de Industria que con la de Transición Ecológica, porque le presiona más. Parece que Maroto dice que por ella lo haría, pero que no manda».
El portavoz del sindicato se queja de que «Vigo sigue quedándose atrás», como ocurre «con el transporte ferroviario y con la falta de acceso al Ave», y de que «la Xunta no se posiciona. Habla de injusticia con la región pero no apoya con un 25 % o un 30 % de inversión en la obra necesaria. Solo llora, y el Estado no ayuda».
Guerra recuerda que Rajoy planificó la alta tensión para Vigo, pero no la ejecutó y se fue del Gobierno en el año 2018. «Ahora se ha sacado de la planificación por una decisión puramente política, por el único interés de Ribera en la ecología, pero el Gobierno puede volver a incluirla: la normativa lo permite», indica.
En cuanto al futuro de la planta de Vigo, el portavoz de CC.OO. piensa que «no tiene buena pinta» porque «las fábricas son cada vez más especializadas, hace falta una inversión económica descomunal» y será difícil para Europa escalar posiciones en la producción mundial de automóviles y no depender de los países asiáticos. Los problemas con los suministros originados con la pandemia y aumentados con la presión de China sobre Taiwán están debilitando la industria europea.
En opinión de Rubén Pérez, representante de UGT en la planta de Stellantis en Vigo, los gobiernos de Europa, incluido el español, «deben hacer un esfuerzo» para poner en marcha cuanto antes las fábricas de microchips que permitan al sector de la automoción reducir su dependencia de los países asiáticos: «Cuanto más se tarde en comenzar, más tardaremos en dejar de depender de ellos. Hay que tener en cuenta que no funcionan a pleno rendimiento de manera inmediata. Tardan entre tres y cinco años en lograrlo». Los fondos europeos pueden jugar un papel clave para acelerar el proceso, aunque de momento su ritmo de ejecución no funciona como es debido. El PERTE del vehículo eléctrico está siendo un fracaso, y además las inversiones de Stellantis en Vigo están previstas para después de su periodo de aplicación (2023-2026). Las estrategias de la compañía y del Gobierno no cuadran, y están en juego los 6.000 empleos de la planta de Vigo.