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El canciller alemán, Friedrich Merz.AFP

Esta semana, Alemania ha dado un paso que invita a la reflexión. Y también a cierta envidia sana. Se ha aprobado una hucha de pensiones para empezar a construir la jubilación desde la niñez.

La lógica es clara. Alemania, como España, envejece. Cada vez nacen menos niños, cada vez vivimos más años, y cada vez hay menos trabajadores cotizando a la Seguridad Social para pagar las pensiones de los jubilados. En lugar de parchear el sistema, Alemania ha mirado varias décadas hacia adelante.

En lugar de parchear el sistema, Alemania ha mirado varias décadas hacia adelante

La medida es muy concreta: el Estado ingresará 10 euros al mes a los niños y jóvenes de entre 6 y 18 años en una cuenta para su jubilación para cuando esos niños tengan 70 años.

Además, los jóvenes podrán hacer aportaciones voluntarias que el Estado complementará: por cada euro que ponga el niño o el joven, el Estado pondrá 30 céntimos. Se premia así el ahorro desde edades muy tempranas.

Y lo más importante: ese dinero no pasa por las manos de los padres. Va directamente a una cuenta a nombre del menor, que estará bloqueada hasta su jubilación. Es su futuro.

¿Y en España? ¿Qué estamos haciendo por nuestros hijos?

España comparte el envejecimiento y la baja natalidad de Alemania, aunque en nuestro caso la tasa de nacimientos es menor. Además, tenemos un sistema de pensiones de reparto, en el que las pensiones actuales se pagan con las cotizaciones de los trabajadores. Actualmente, si pensamos en la jubilación de nuestros hijos, lo hacemos desde el ámbito privado. Pero el Estado no participa en ese arranque temprano. Los límites actuales a los planes de pensiones en España son conocidos y cada vez más restrictivos.

¿Cuánto costaría hacerlo en España?

Si el Estado español aportara 10 euros al mes por niño entre los 6 y los 17 años, estaríamos hablando de unos 120 euros al año por menor. Con una población aproximada de 5 millones de niños en ese tramo, el coste anual sería de unos 600 millones de euros, más una cantidad relativamente pequeña en la gestión.

En total, alrededor de 630 millones al año. Dicho de otro modo, menos del 0,2 % del gasto público total.

La pregunta clave: ¿a dónde va el dinero? Aquí es donde el debate se vuelve realmente interesante. Porque no es lo mismo ayudar a una familia hoy que invertir en el adulto que ese niño será mañana. Se trata de una cuenta individual, a nombre del niño, invertida a largo plazo, y sin rescate anticipado.

Es el poder del tiempo y de empezar pronto. Diez euros al mes no parecen gran cosa. No solucionan ningún problema inmediato. Y, sin embargo, el tiempo lo cambia todo.

Pensemos en un niño cualquiera. Podría ser un hijo o un nieto tuyo.

• El Estado aporta 10 euros al mes desde los 6 hasta los 18 años.

• En total, 1.440 euros.

• Además, por cada euro que ponga el niño de su bolsillo, el Estado aportará 30 céntimos.

• Ese dinero se invierte de forma prudente, diversificada, con una rentabilidad media del 4 % anual.

• Nadie lo toca. Se mantiene invertido hasta que ese niño cumple 70 años.

El resultado no es simbólico: hablamos de entre 10.000 y 12.000 euros. Solo con esa pequeña aportación inicial.

Si ese mismo niño, ya adulto, añade algo más a lo largo de su vida laboral —aunque sea poco— el capital puede crecer hasta 30.000 ó 40.000 euros sin dificultad.

No es una fortuna, pero tampoco es irrelevante. Es un colchón. Una base. Una diferencia. Un hábito.

Pensar hoy en el mañana de nuestros hijos

Esta medida no elimina la necesidad de reformar el sistema público de pensiones, pero introduce algo que en España echamos en falta: visión a largo plazo.

Es una forma de decirle a una generación: empezamos a ayudarte ahora.

Alemania ha entendido que el problema de las pensiones no se arregla solo con más impuestos y cotizaciones sociales, sino sembrando antes. España, con una población aún más envejecida y menos nacimientos, tiene incluso más razones para hacerlo.

Porque al final, cuando pensamos en pensiones, no hablamos de números abstractos. Hablamos de nuestros hijos, de cómo vivirán cuando nosotros ya no estemos. Como dijo el filósofo chino Lao-Tse, «el viaje más largo empieza con un solo paso». Con algo tan pequeño como 10 euros al mes.

Rafael Pampillón Olmedo es catedrático en la Universidad CEU San Pablo y de la Universidad Villanueva