La vicepresidenta del Gobierno, Yolanda Díaz
Diario de campaña (V)
Cosas chulísimas
La cuchipandi tiene, esperemos que por poco tiempo, en sus manos la capacidad de reventar y destruir todo lo que tocan, en este caso, el mercado laboral
Cuando veo y escucho a Yoli, qué manera de convertir el bonito nombre de Yolanda en estanquera de barrio, diciendo todas esas cosas chulísimas que parece hacen o quieren hacer, me da mucho miedo pensar que, tras su melena, vestuario y tacones de diseño recién estrenados, se esconde una vicepresidenta del Gobierno de la nación. Me recorre un cierto escalofrío pensar el circo en que hemos convertido esta campaña, con todos mis mejores respetos a la gente verdaderamente seria.
La cuchipandi que empieza por ella tiene en sus manos, esperemos que por poco tiempo, la capacidad de reventar y destruir todo lo que tocan, y en este caso el mercado laboral, subsidios, actividades discontinuas y demás.
A la chica Vestrynge supongo que su augusto padre la tiene encerrada en casa bajo llave para que no abra la boca y suelte idioteces. Pim Pam Pum anda desbocada insultando a todos, la Belarra ya no sabe cómo provocar más desasosiego en la gente y tiene que llevar camisetas ofensivas personalizadas, no sé muy bien si como reflejo de la oscuridad de su alma o para ocultar transparencias de pezones eréctiles.
La señora de Galapagar que ya no parece ser la jefa de filas cada vez se le hace la boca más grande, los dientes más afilados, el rebuzno más agresivo y una violencia vocal y gestual que ya solo se encuentra en los chulos matones.
Y a todo ello el macho alfa ya en el pedestal comunicativo de Roures y sus malignos se dedica a repartir estopa, aunque como ya todo el mundo le ha visto el plumero, su actividad es patética.
¿También me pregunto si alguien conoce a un cierto cadáver ambulante al que llamaban Alberto Garzón? Yo no.
Y mientras acabo escucho el rumor de un Falcon dando vueltas sin sentido. ¿Será quién me temo?
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