Termina la cuenta atrás
Sánchez ultima su enésimo giro de guion y el PSOE se pone en lo peor
O viene una etapa de sanchismo al cuadrado, con su partido rendido y sus socios entregados; o el final del sanchismo, lo que abocaría al PSOE a una crisis existencial y a la guerra sucesoria
España amanece este último lunes de abril pendiente de que Pedro Sánchez comparezca para anunciar la decisión que ha tomado, después de cinco días de reclusión autoimpuesta. La Secretaría de Estado de Comunicación ni siquiera fue capaz de concretar ayer la hora en la que el presidente del Gobierno aparecerá en la Moncloa. Hasta ese punto llega el apagón informativo, que lo es también para el propio equipo de Sánchez.
Nadie sabe qué camino tomará después de su carta a la ciudadanía del miércoles. Solo su mujer, Begoña Gómez. Pero, dada su tendencia a los giros drásticos de guion, es de prever que haya sorpresas. O viene una etapa de sanchismo al cuadrado, con su partido rendido por completo al líder pródigo y sus socios entregados. O viene el final del sanchismo, lo que abocaría al PSOE a una crisis existencial y a una probable guerra sucesoria. Y, posiblemente, a años de travesía por el desierto de la oposición.
La huida de Sánchez ha sumido a los socialistas en una montaña rusa de emociones durante los últimos días. La incredulidad y el desconcierto iniciales dieron paso al pánico a un futuro sin él entre los dirigentes y las bases de la formación. Y a las maniobras a la desesperada para convencerlo de que se quede, porque en el PSOE se ponen en lo peor. El Comité Federal del sábado y la descafeinada concentración a las puertas de Ferraz mostraron a un partido vulnerable y extremadamente dependiente de su secretario general.
Los gestos continuaron este domingo con una manifestación bajo el lema Por amor a la democracia en la que participaron dos ministros de Sumar, Mónica García y Ernest Urtasun, y el portavoz de la formación en el Congreso, Íñigo Errejón. Los de Yolanda Díaz saben bien que, sin Sánchez, el Gobierno de coalición entra en riesgo de colapso. La convocatoria, que discurrió hasta el Congreso, reunió a unas 5.000 personas, menos de la mitad que la de Ferraz, que ya fue floja. En Valencia se congregaron otras 1.500, aproximadamente. Y a los manifiestos de periodistas, alcaldes y diputados de los últimos días se sumó este domingo un acto convocado por UGT y CCOO que contó con la participación de la actriz Marisa Paredes, el cantante Miguel Ríos y el presidente del Instituto Cervantes, Luis García Montero, entre otros.
Los socialistas llevan cinco días alabando y reverenciando la figura de su líder, pero este domingo Óscar Puente se llevó la palma, al llamarle «puto amo» durante el Congreso extraordinario del PSdeG. Qué lejana parece ahora la debacle socialista en Galicia, a pesar de que han pasado poco más de dos meses. Entonces la receta que dio el presidente fue que el partido necesitaba liderazgos fuertes. El suyo propio está ahora en entredicho después de una espantada de cinco días.
Si el PSOE en particular y la izquierda en general esperan con ansiedad la decisión de Sánchez, en la oposición la expectación también es máxima. «Mientras hablamos de cuál es el futuro de Sánchez o de Puigdemont no se habla de lo que hay que hablar», lamentó Santiago Abascal durante un acto de la campaña catalana, marcada por lo que sucede en la Moncloa. Alberto Núñez Feijóo, por su parte, se puso ante los dos escenarios para señalar: «No habrá épica en su dimisión ni tampoco heroicidad en su resistencia».
Para el líder de la oposición, el jefe del Ejecutivo ya «representa el pasado». Feijóo ya ha dejado caer que intentará nuevamente la investidura si Sánchez dimite y el Rey tiene que abrir una ronda de consultas para investir a un nuevo presidente. O presidenta, en el caso de que María Jesús Montero fuera la propuesta por el PSOE, como parece.
Ése es uno de los cuatro finales que El Debate desgranó este domingo. El segundo es que se quede y emprenda una caza de brujas contra los jueces –sobre todo–, la oposición y la prensa no afín. También puede anunciar que se queda un poco más, pero que ésta será su última legislatura y que no se presentará a la reelección como secretario general del PSOE. O irse del todo.
Llegó el día de salir de dudas.