Uno de los leones del Congreso de los Diputados

Uno de los leones del Congreso de los DiputadosEFE

El origen sevillano de los leones del Congreso de los Diputados

Para madrileños y visitantes, parece que llevan custodiando las Cortes toda la vida, pero no todo el mundo sabe de dónde proceden...

Los dos impresionantes leones que custodian simbólicamente la entrada del Congreso de los Diputados no necesitan presentación. Se conocen popularmente como Daoíz y Velarde, en homenaje a los dos héroes del levantamiento contra los franceses el Dos de Mayo, y son el símbolo de la soberanía nacional y política de España.
Cuando el Congreso fue inaugurado en octubre de 1850 por la reina Isabel II, la entrada estaba protegida por dos farolas que no convencieron a casi nadie, por lo que se buscó a un escultor de renombre para dotar al lugar de la solemnidad que merece.
Así que se buscó el concurso de Ponciano Ponzano, que ya había sido el autor del frontispicio del Congreso. Sin embargo, el escultor aragonés se encontró con la situación derivada de la crisis económica, por lo que optó por realizar una pareja de leones en yeso pintado, que imitaría al bronce. Esos leones se colocarían en el año 1851 y a los pocos meses, debido a las condiciones climatológicas, ya presentaban un aspecto deplorable debido a su estancia en la intemperie.

Varios intentos fallidos

El escultor José Bellver recibió el segundo encargo pero las fieras que diseñó parecían no causar la suficiente impresión. Su obra no gustó porque el escultor abulense se había basado en los llamados ‘Leones de Medici’ de Florencia, de menor tamaño, lo que les hizo perder respeto y majestuosidad. Acabaron ubicados en Valencia, en el Jardín de Monforte.
Como no hay dos sin tres, se recurrió de nuevo a Ponzano, que esta vez iba a disponer del material necesario gracias a la victoria del general Leopoldo O´Donell durante la batalla de Wad-Ras, en plena guerra de Marruecos (1859-1869). Con los cañones capturados a los rifeños como botín, es el momento en el que entran en acción Sevilla y su Real Fábrica de Artillería.
En marzo de 1864, se fundió el bronce de los cañones en esta fábrica sevillana y los moldes se enviaron por tren hasta Madrid.
Por fin, en 1865 fueron terminados y esta vez parece que ya con el beneplácito de la opinión pública, salvo de un grupo de diputados que empezó a criticar el origen militar y guerrero del bronce, argumentando que no podían representar al Congreso dos figuras realizadas con material de guerra.
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