
Parte de la Ciudad Encantada de Cuenca
La Ciudad Encantada de Cuenca que surgió cuando el mar desapareció
Federico García Lorca le dedicó un soneto a este lugar de mágicas formaciones geológicas donde la leyenda también dejó una historia trágica de amor
Este extraordinario lugar tiene una explicación científica no menos interesante, pero siempre es (casi) mejor acudir a los mitos, al arte o a la poesía, para vivir con más intensidad las maravillas de la naturaleza y las maravillosas interpretaciones humanas que enriquecen los fenómenos físicos.

El 'Tormo alto'
La Ciudad Encantada de Cuenca ni siquiera es una ciudad. Es la creación artística del hombre la que le ha puesto el título a semejante obra de Dios, si se quiere ver también así. Se puede ver de todas las formas que se quiera, porque además la ciudad está encantada, de magia y de encanto. Federico García Lorca se inspiró en ella casi geológicamente para expresar su amor:
El poeta pregunta a su amor por la Ciudad Encantada de Cuenca
- ¿Te gustó la ciudad que gota a gota
labró el agua en el centro de los pinos?
¿Viste sueños y rostros y caminos
y muros de dolor que el aire azota?
¿Viste la grieta azul de luna rota
que el Júcar moja de cristal y trinos?
¿Han besado tus dedos los espinos
que coronan de amor piedra remota?
¿Te acordaste de mí cuando subías
al silencio que sufre la serpiente
prisionera de grillos y umbrías?
¿No viste por el aire transparente
una dalia de penas y alegrías
que te mandó mi corazón caliente?
«La ciudad que gota a gota labró el agua en el centro de los pinos» es poesía, pero también es ciencia. Lo que sucedió y versifica el poeta granadino es el mar que hace 90 millones de años se retiró y lo que había en su interior, la roca, emergió por primera vez al aire y no al agua, que actuó como un escultor virtuoso y anárquico e inspirado.

Los amantes de Teruel
Un escultor de «obras» (formaciones) kársticas con relieves abstractos y también curiosamente figurativos. La Ciudad Encantada es encanto y ciudad y también museo caprichoso, absolutamente propenso a las leyendas que lo enriquecen. Hay esculturas de animales, de objetos, bustos, rostros y de enamorados más allá del amor de Lorca, petrificados por un rayo.

Las naves
La roca, el agua y el dióxido de carbono hicieron las galerías que se disolvieron en el «proceso de creación»: la erosión. Se puede decir que lo que quedó fueron las «columnas» como en unas ruinas romanas o griegas, pero con formas alucinantes que la metáfora hizo más fantásticas.

El convento
El Tormo alto quizá sea su imagen más conocida, pero también está La cara de hombre, El convento, El puente romano, Los osos o Los amantes de Teruel, entre otros personajes de cuento y de roca de la Ciudad Encantada de Cuenca.