Emiliano García-Page en el Club Siglo XXI de Madrid

Emiliano García-Page en el Club Siglo XXI de Madrid

Coloquio en el Club Siglo XXI

García-Page: «Es la primera vez en democracia que hay disgusto social en medio de un crecimiento económico»

El presidente de Castilla-La Mancha ha sido el protagonista de un coloquio en el prestigioso Club Siglo XXI de Madrid, donde ha diseccionado la situación política española y mundial

El Club Siglo XXI es Historia de España. Sus paredes son como aquella exposición de La Gran Belleza formada por las fotos que un padre le hizo a su hijo todos los días de su vida. Pero no es una sola persona la retratada en esta sociedad icónica madrileña, sino todas.

Políticos, deportistas, toreros, artistas, intelectuales, sindicalistas o empresarios de los últimos casi 60 años están inmortalizados en sus tabiques sin orden, ni concierto. A cholón, dirían en Albacete, pero nada de eso. Desde Tierno Galván a Pablo Iglesias (con coleta). Desde Morante a Unai Sordo o desde Felipe González a Chumy Chúmez.

García-Page y Quevedo

Un orden perfecto, se diría, para conocer la Historia de primera mano, sin intermediarios, en cada ocasión, sobre distintos temas, en distintos momentos y coyunturas. Historia hecha en un club que pasó el Rubicón de la Transición y allí continuó, donde nadie puede meter la mano, la tijera o la tergiversación porque lo que allí se dice es lo que queda.

En el escenario del almuerzo los periodistas Gabriel Sanz y Juanma Lamet junto al presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, y una presentación del expresidente castellanomanchego José María Barreda, quien comenzó diciendo que en su tierra tienen otras inspiraciones, además de El Quijote, como Quevedo, enterrado en Villanueva de los Infantes, con el que comparó a García-Page por decir lo que siente («al pan, pan y al vino, vino») como aquel en su epístola al conde-duque de Olivares.

Si te gusta la política tienes que estudiar a la Iglesia que es siempre la que mejor lo hace

García-Page confesó su devoción por el Club Siglo XXI y por la familia Segrelles: «Un club de encuentro al servicio de la mejor política y de la mejor sociedad, algo difícil hoy en día», antes de decir que el Papa fue un «iniciador» de la Iglesia que era plenamente consciente de su papel y de sus objetivos. Y que dio «pasos de iniciación más decisivos e irreversibles de lo que podemos ver en la inmediatez de su fallecimiento».

García-Page junto al expresidente castellanomanchego José María Barreda

García-Page junto al expresidente castellanomanchego José María Barreda

Dijo que Francisco «creyó en Cristo sin dejar de creer en la Humanidad, lo que no siempre se da». Y que «se están confundiendo los medios con los fines» en un mundo en que ya se fabrica la inteligencia, por lo que destacó la importancia de la espiritualidad, de lo que no se puede copiar, añadiendo: «Si te gusta la política tienes que estudiar a la Iglesia que es siempre la que mejor lo hace, en el buen sentido», refirió.

La materia prima esencial del futuro será distinguir lo artificial de lo genuino

Afirmó que «la materia prima esencial del futuro será distinguir lo artificial de lo genuino. Un gran reto para un GPS histórico como es la Iglesia». No le dio importancia García-Page al hecho de que el presidente no viaje al funeral de Francisco, tampoco al rearme por ser un «mandamiento europeo», para inmediatamente decir con inesperada sutileza que a pesar de que España está económicamente en un buen momento, «la gente espera elecciones para poder hablar».

Disparos de flotación casi invisibles y también visibles, como mencionar el riesgo de que en España se cumpla una legislatura sin presupuestos. «Si la legislatura tenía condiciones de inviabilidad, se me antoja muy complicado acordar hasta los presupuestos de 2026». Hizo alusión a un «planteamiento de evitar consensos», sin mencionar al «planteador», el Gobierno, en un período político donde se está haciendo «un ejercicio de resistencia del sistema, estirando muchas cuerdas, tirando de muchos resortes», lo que es «muy susceptible de complicarse».

Puigdemont odia a España, bastante duro es tener que aguantar condiciones, pero mucho más que se consienta un privilegio

Aludió Page a una «legislatura desabrochada», donde apareció el «botón» de Junts, que el presidente castellanomanchego calificó como la mayor incoherencia del Gobierno: «Junts siempre va a plantear todo lo que sea romper el país. Puigdemont odia a España, bastante duro es tener que aguantar condiciones, pero mucho más que se consienta un privilegio».

Respecto a la financiación de Cataluña dijo que no lo era, sino directamente «un cupo». Curioso e incluso hermoso fue escucharle decir que debatir por el Tribunal Constitucional «solo lleva a la melancolía». En Page siempre hay un ligero y bello preámbulo, antes del nudo y el desenlace más bien de relato, pero definitivo en este caso, como que no es extraño que se piense que ahora está más politizado que nunca, matizando que su constitución fue un pacto entre PP y PSOE, «para los que piensan que es un Constitucional de izquierdas».

Solo pueden gobernar los partidos con andamios, como la Iglesia

Hiló a este respecto con «la antipolítica que muchas veces se ve». Dijo que normalmente la impopularidad de un Gobierno va unida a la crisis económica, pero que era «la primera vez que hay disgusto social en medio de un crecimiento económico». Habló de Trump como populista (sintiendo que alguien no estuviera de acuerdo en el auditorio) y de China, que ha superado a Estados Unidos en muchos aspectos. Y en medio Europa («que está reaccionando muy bien»), de la que expresó que «no mantener un equilibrio con China es esperar a que el acuerdo lo consiga Trump, y este va ser sin considerar a Europa o incluso contra Europa».

Hubo más perlas dialécticas del manantial de Page en el Club Siglo XXI, como que Madrid tiene que cuidar de no morir de éxito, o que «somos la caja torácica de Madrid: cuando Castilla-La Mancha se constipa, ella tiene pulmonía». O que mucha gente quiere al PSOE socialdemócrata de siempre y que «solo pueden gobernar los partidos con andamios, como la Iglesia».

«Un costalero más»

Este cardenal castellanomanchego papable dijo que no creía que pasara de ser «un costalero más», para el que el titular que definió la velada fue, casi como apoteosis (antes de que Barreda señalara la foto en la que Fraga presentó en el lugar a Carrillo como símbolo de lo que no se debe perder), que «España está muy por encima de su clase política».

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