
Ronald Reagan y Juan Pablo II
Cuando el coronel Moscardó, el héroe del Alcázar de Toledo, emocionó a Ronald Reagan y a Juan Pablo II
Este episodio de la Historia de España, que fue seguido por el mundo entero, ha causado hondo sentimiento entre la gente en su momento y a lo largo de las décadas
Como en El Álamo, pero con victoria final, el entonces coronel Moscardó se hizo fuerte a finales de julio de 1936 en el Alcázar de Toledo junto a 1.200 soldados y 600 mujeres y niños. El Ejército rojo quería la plaza a toda costa, pero no lacconsiguió.
Ni siquiera cuando, al principio del asedio, los asediantes amenazaron con que, si no rendía el Alcázar, matarían a su hijo capturado. La impresionante respuesta del general fue esta, dirigida a su hijo: «Por tu vida piden el honor de todos nosotros. Grita ¡Viva España! y muere como un héroe». Luis, como se llamaba el hijo, finalmente fue ejecutado un mes después.
Pero el sitio de más de dos meses de la fortificación no tuvo éxito, pese a los cientos de bombas y miles de proyectiles que los atacantes descargaron contra el fuerte, que quedó destruido, pero invicto, luego de que el general Varela acudiera al rescate setenta días después.
Aquel episodio de la Historia de España fue también un episodio de la Historia del mundo por el seguimiento que recibió desde todos los lugares de la Tierra.Contó el periodista Alberto García Marrder, que en la entrevista que le hizo en el despacho oval al expresidente Ronald Reagan en 1985, lo primero que sucedió es que el inquilino entonces de la Casa Blanca empleó cinco de los quince minutos programados para el encuentro en hablarle de la hazaña de Moscardó.
Los ojos llorosos de Reagan
Al parecer había viajado a Toledo y aquella historia que desconocía le había impresionado tan fuertemente que, mientras le hablaba al periodista sobre ello (cuenta García Marrder que podía haber seguido todo el tiempo con este tema), sus ojos estaban llorosos por la emoción.
No fue la única vez que Reagan mostró su interés casi obsesivo por este hecho. Durante un encuentro diplomático en 1981 con el entonces ministro de Asuntos Exteriores español, José Pedro Pérez Llorca, alargó la reunión prevista de unos pocos minutos porque quería conocer detalles del asedio. Uno de los que sí conocía fue la famosa frase de Moscardó a su rescatador: «Sin novedad en el Alcázar, mi general».
Una inspiración similar procuró la historia del Alcázar al Papa Juan Pablo II. En su visita a Toledo en 1982, el Pontífice se mostró extremadamente interesado y emocionado por el acontecimiento. Cuando sucedieron los hechos, Karol Wojtyla tenía 16 años:
«En mi país seguíamos cada día lo que pasaba en «l´alcasar» (cuenta Religión en Libertad) y rezábamos para que fueran liberados los que estaban sitiados. Fue un hecho heroico», le dijo el Papa a su anfitrión en Toledo, el cardenal Marcelo González, arzobispo de Toledo.
El Papa quiso ver el Alcázar, pero no estaba previsto en su breve visita. Muchos católicos rezaron por los sitiados en todo el mundo ante la conocida y salvaje violencia antirreligiosa del Frente Popular y muchos de ellos se sintieron profundamente conmovidos por el heroísmo de aquel capítulo de la Historia, como aquellos quienes también terminaron siendo protagonistas de ella: Ronald Reagan y san Juan Pablo II.