
Busto de «El tío Camuñas» en Camuñas (Toledo)
El héroe español del que procede la expresión que aún se usa: «¡Qué viene el tío Camuñas!»
A medio camino entre la realidad y el mito, casi como corresponde a todo paladín, Francisco Sánchez «Francisquete» fue el original bandolero que luchó contra los franceses y al que su pueblo toledano sigue honrando
Se llamaba Francisco Sánchez, pero le llamaban y le llaman «Francisquete». Como si fuera El Zorro, otro personaje legendario, aunque de ficción, quizá basado en parte en la figura de nuestro héroe, a «Francisquete», de profesión jinete de correo a caballo, como los del Pony Express, los franceses le mataron a su hermano durante la Guerra de la Independencia.
Y no solo eso, sino que le colgaron de un molino. La historia de venganza tantas veces escrita, estaba precisamente escrita. Francisco Sánchez se convirtió en, además del combatiente contra los invasores que ya era, una suerte (y sin suerte) de vengador que comenzó a causar el pánico entre las tropas francesas solo con oír su nombre.

Recreación El juramento del guerrillero en Camuñas
Fueron los mismos franceses quienes acuñaron sobre él su propia leyenda negra, extendiéndola a los españoles. «Qué viene el tío Camuñas» es la expresión que se quedó para siempre por el miedo que producía a los franceses, y que se quedó en el imaginario y el refranero español para advertir a los niños. Algo así como: «¡Qué viene el coco!».
«Francisquete» fue un auténtico bandolero misterioso. Oculto en la sierra, realizaba terroríficas incursiones y acciones. Un Robin Hood entre el pueblo como el personaje de la serie Curro Jiménez, del que existen escritos sobre sus batallas y escaramuzas como en Los guerrilleros de 1808: Historia popular de la Guerra de la Independencia, de Enrique Rodríguez-Solís.
Busto completo de Francisquete, «El tío Camuñas»
El héroe local al que se sigue recordando todos los años desde 2008 en su localidad toledana natal, Camuñas, con una recreación llamada El juramento del guerrillero. También hay en Camuñas un busto de bronce que rememora al mito. Francisquete fue herido, hecho prisionero y finalmente fusilado en Belmonte, en Cuenca, tras ser sorprendido por los franceses, que ya nunca más tuvieron que gritar: «¡Qué viene el tío Camuñas!», pero le dejaron la expresión, de algún modo tergiversada, a los españoles.