Iglesia de san Juan Bautista en Alarcón (Cuenca)
La iglesia románica donde entrar es como caer dentro del árbol de 'Alicia en el País de las Maravillas'
El templo del XIII (aunque su construcción actual es del XVI) y parte del urbanismo medieval de Alarcón, en Cuenca, guarda en su interior una sorpresa que visitan 40.000 personas al año
Si uno llega a Alarcón, en Cuenca, lo que ve es una espectacular villa del medievo. Un promontorio sobre el Júcar donde se yergue impresionante su castillo, que fue propiedad de don Juan Manuel (y por lo tanto casi también de su conde Lucanor) o del infortunado Juan de Pacheco.
Hoy es un Parador de Turismo, uno de los más bellos (si no el que más) de toda España. Hospedarse en él, como recorrer las calles del pequeño gran municipio de menos de 200 habitantes, es como viajar en el tiempo mil años. Edad Media sobre Hispania e Iberia y Al-Ándalus como pilares inamovibles.
Cuando Henry James llegó a la Alhambra impresionado, narró después in situ en sus cuentos sus impresiones sobre el hermoso lugar granadino. El Alarcón conquense hubiera dado para unos cuantos capítulos, pero como el coronel de García Márquez, el fascinante enclave castellanomanchego no tiene quien le escriba.
Vista del interior de la Iglesia de san Juan Bautista
Lo que sí tiene es quien le pinte, pero no, ni mucho menos, de la forma que de primeras se puede pensar. Una iglesia de Alarcón, la de san Juan Bautista, templo románico del XIII (aunque su construcción actual es del XVI) y parte del urbanismo medieval alarconense, guarda en su interior una sorpresa que ya muchos conocen porque la visitan 40.000 personas al año.
Pero, ¿cuál es la razón para que 40.000 personas visiten cada año una iglesia románica de una localidad de poco más de 150 habitantes? ¿Cuáles son los tesoros de este templo que ya no es templo (fue desacralizado durante el XX)?
Interior de la iglesia de san Juan Bautista
Pues esa razón es que su interior es como caer en el hueco del árbol de Alicia en el País de las Maravillas. Un lugar donde no escribió Lewis Carroll sus sueños, pero sí pintó los suyos el artista Jesús Mateo en enormes murales de arte contemporáneo hasta cubrir más de 1.000 metros cuadrados de muros y techos con el Obispado de Cuenca como mecenas a la antigua.
Una experiencia extraordinaria declarada por la Unesco en 1997 Proyecto de Interés Artístico Internacional. La obra se realizó entre 1994 y 2002. Hermosas pinturas abstractas que no rompen nada, sino que iluminan un mundo sobrevenido desde el medievo exterior hasta la fantasía interior no figurativa y evocadora, donde perfectamente cabrían el conejo blanco o la reina de corazones.