Catedral Primada de Toledo
7 secretos de la Catedral de Toledo que casi nadie conoce (y uno te dejará sin palabras)
Torre inclinada, cárcel oculta y una campana rota que aún resuena entre los siglos: la Catedral Primada de Toledo guarda más misterios de los que imaginas
Toledo no se entiende sin su catedral. Majestuosa, gótica, inabarcable. WOW. Quien la contempla desde la Plaza del Ayuntamiento siente que las piedras respiran siglos y que cada rincón guarda una historia que no figura en los folletos turísticos. La Catedral Primada de España, conocida como «La Dives Toletana», no solo es el corazón espiritual de la ciudad: también es un laberinto de enigmas, accidentes y leyendas que siguen vivos entre sus muros.
Una torre inclinada que desafía el equilibrio
No hace falta irse a Pisa para ver una torre torcida. Si observas bien la Catedral de Toledo desde las alturas —por ejemplo, desde la iglesia de los Jesuitas o la cafetería del Alcázar— notarás que su torre se inclina ligeramente hacia la derecha.
Torre de la Catedral Primada de Toledo
El misterio tiene una explicación: se construyó sobre el antiguo alminar de la mezquita que existía antes del templo cristiano. Parte de esos muros se aprovecharon durante la obra, y la estructura, al asentarse, conservó una leve desviación. Un error… o una firma del tiempo.
La cárcel secreta dentro de la torre
Durante el siglo XVI, una parte de la Torre Mayor fue utilizada como cárcel eclesiástica. Allí encerraban a clérigos rebeldes y personajes incómodos para el poder religioso.
Las celdas, hoy desaparecidas, estaban reforzadas por gruesos muros, una cisterna y un pequeño almacén de grano. Se decía que eran inexpugnables. Más arriba vivía el alcaide encargado de custodiar a los presos, en una torre que también fue bastión militar y llegó a tener cañones en sus balcones. Una fortaleza dentro del templo.
La torre que nunca existió
¿Te has fijado en que la Catedral de Toledo solo tiene una torre? En los planos originales debía haber dos. Pero un derrumbe en el siglo XIV frustró para siempre el proyecto.
El arzobispo Gil de Albornoz dejó constancia de aquel desastre en 1345: «tan grant es el daño que se ý fizo [...] no se pode complir nin reparar». Más tarde, el lugar donde debía alzarse la segunda torre fue cubierto por una cúpula diseñada por Jorge Manuel Theotocópuli, hijo de El Greco. Así, el arte volvió a levantarse donde el destino había impuesto ruina.
El reloj que perdió su torre
Hubo un tiempo en que el templo sí tuvo una segunda torre, la llamada Torre del Reloj, levantada junto a la Puerta del Reloj. En 1425 albergó un ingenioso mecanismo con figuras que salían y se ocultaban al sonar las horas, e incluso un cordero que marcaba el paso del tiempo con una campana.
La torre del reloj
Aquella maravilla fue demolida en 1889 por su mal estado. Hoy solo queda el recuerdo de un reloj que dio vida al silencio de la piedra durante casi cinco siglos.
Las puertas mal llamadas
Las tres puertas principales del templo llevan siglos confundiendo a los visitantes. La de la derecha no es la del Juicio Final, aunque su tímpano lo represente, sino la Puerta del Infierno —también llamada de los Escribanos o del Rey David—.
La central sí se llama correctamente Puerta del Perdón, pues por ella se concedían indulgencias. Y la de la izquierda, que muchos llaman Puerta del Infierno, es en realidad la Puerta de la Torre, donde se bendecían las campanas antes de subirlas al campanario. Toledo, siempre jugando con los nombres y los símbolos.
La campana más grande (y rota) de España
Se llama Campana Gorda, aunque su nombre oficial es La Campana de San Eugenio. Pesa casi 18 toneladas y tiene casi tres metros de diámetro. Su subida en 1755 fue una auténtica epopeya: participaron más de 200 hombres, marineros de Cartagena incluidos, y tardaron siete días en moverla desde el río hasta la torre.
Campana 'Gorda' de Toledo
El día de su estreno, el sonido no fue el esperado: una grieta arruinó su tono y la convirtió en muda parcial. Aun así, sigue en lo alto, como una cicatriz sonora que resume la historia de Toledo: hermosa, imperfecta y eterna.
Firmas, vítores y huellas humanas
Tanto en el exterior como en el interior de la Catedral podemos ver símbolos tallados en la piedra: son las marcas de cantero, pequeñas firmas que servían para cobrar el trabajo realizado o mostrar la pericia del maestro.
En otros muros, sobre todo hacia la Plaza Mayor, se distinguen los vítores, grafitis universitarios que los estudiantes pintaban al obtener su doctorado. Algunos, según los investigadores, podrían incluso incluir caricaturas de Miguel de Cervantes. Los siglos pasan, pero las paredes siguen hablando.
Bonus: la puerta del «locum»
Bajando por la calle Sixto Ramón Parro hay una discreta puerta llamada Puerta del Locum. Muchos piensan que proviene de «loco», pero su origen es más terrenal: ese acceso llevaba directamente a los antiguos servicios higiénicos de la Catedral. Un eufemismo elegante para el rincón más humano de un templo divino.
Cada piedra, cada grieta y cada sombra de la Catedral guarda una historia que no cabe en las guías. Por eso, al salir de ella, uno no se lleva solo fotos: se lleva la sensación de haber tocado un secreto que Toledo aún no ha terminado de contar.