Ángel Illescas, Viveros Viral, Novés, Toledo

Ángel Illescas, Viveros Viral, Novés, ToledoÁngel Illescas

Cómo cuidar la flor de Pascua para que dure hasta Navidad, según el experto en plantas Ángel Illescas

Lo que nadie te cuenta sobre la flor de Pascua para que no se marchite antes de tiempo

Con la llegada de diciembre, la flor de Pascua vuelve a conquistar salones, escaparates y rincones del hogar. Su rojo intenso se convierte en sinónimo de Navidad, pero mantener ese color vivo y esa apariencia saludable no es cuestión de suerte, sino de cuidados precisos. Así lo explica Ángel Illescas, productor de plantas de Viveros Viral en Novés (Toledo), que comparte las claves fundamentales para que esta planta tan delicada se mantenga en perfecto estado durante todas las fiestas y, con un poco de mimo, incluso más allá.

Illescas lo resume con claridad: la ubicación, el riego y el abonado son los tres pilares que determinan la salud de la flor de Pascua. Consejos sencillos, pero decisivos, que marcan la diferencia entre una planta que se marchita en pocos días y otra que sigue presumiendo de color cuando llegan las cenas navideñas.

La importancia de no volver loca a la planta

Uno de los errores más comunes es mover constantemente la flor de Pascua por la casa buscando el lugar ideal. «Cuando hablo de ubicación me refiero a no volver loca la planta, ahora la pongo aquí, ahora la pongo allá», explica el experto. Ese cambio continuo genera estrés y debilita su resistencia.

La clave está en elegir un espacio fijo, con buena claridad y protegido de corrientes de aire. No necesita sol directo, pero sí un ambiente luminoso que le permita mantener sus hojas verdes y sus brácteas rojas con intensidad. «Ponerla en un sitio donde no le den las corrientes es suficiente para que tenga claridad y la planta estará fenomenal», asegura Illescas, quien recomienda evitar tanto el chorro directo del aire acondicionado como de la calefacción, aunque estar cerca de un radiador no supone un problema si no hay corrientes.

Cada tres o cuatro días: el ritmo perfecto del riego

El agua es otro factor decisivo en el cuidado de la flor de Pascua. Illescas lo deja claro: no se trata de regar en exceso, sino de hacerlo con regularidad y sentido común. «El riego es muy fundamental. Lo ideal es cada 3 o 4 días, dependiendo de la temperatura que tengamos en casa», señala.

Si el hogar cuenta con calefacción, la planta necesitará agua con más frecuencia; si el ambiente es más fresco, se podrá espaciar un poco más. Su método es sencillo y eficaz: colocar la maceta sobre un plato, verter aproximadamente un vaso de agua y retirar siempre el sobrante. «El agua que sobre hay que tirarla, no dejarla acumulada, porque podría pudrir las raíces», advierte.

Esta rutina, simple pero constante, permite que la planta se mantenga hidratada sin caer en el error del encharcamiento, uno de los principales enemigos de su supervivencia.

El abonado, el gran olvidado que marca la diferencia

Más allá del riego y la ubicación, el abonado es esencial para prolongar la vida y el esplendor de la flor de Pascua. «Mucha gente piensa que lo rojo es la flor, pero en realidad son las brácteas; la flor verdadera está dentro», explica Illescas, subrayando la importancia de seguir nutriendo la planta para que no pierda su vitalidad.

El abonado regular ayuda a conservar el color intenso y favorece una floración más duradera. Incluso abre la puerta a un objetivo que muchos consideran imposible: que la flor de Pascua sobreviva de un año para otro. Aunque reconoce que es una planta delicada, Illescas insiste en que no es una misión imposible. De hecho, hay personas que aún conservan la del año pasado y vuelve a florecer, convirtiéndose en un pequeño triunfo para cualquier amante de las plantas.

Un toque navideño que transforma el hogar

Más allá de los cuidados técnicos, la flor de Pascua aporta un encanto especial que transforma cualquier estancia. «Me gusta traerlas pronto para que se aclimaten y así aguanten más tiempo. Decoran muchísimo y quedan preciosas en cualquier espacio bien iluminado», confiesa Illescas.

Su presencia no solo anuncia la Navidad, también crea un ambiente cálido y acogedor que conecta con la tradición y la estética de estas fechas. Con unos gestos sencillos, una ubicación estable, un riego constante y un abonado adecuado, esta planta puede convertirse en la gran protagonista silenciosa de las fiestas, acompañando cada comida familiar, cada tarde de luces y cada noche de invierno.

Cuidarla bien no es solo una cuestión estética, sino una forma de prolongar su belleza y disfrutar, durante más tiempo, de uno de los símbolos más reconocibles y queridos de la decoración navideña.

comentarios
tracking

Compartir

Herramientas