Control policial a la entrada de la cárcel de Topas, en Salamanca

Control policial a la entrada de la cárcel de Topas, en SalamancaDavid Arranz / Ical

La cárcel de Salamanca enfrenta un aluvión de presos magrebíes: «No tienen nada que perder»

Los sindicatos señalan que el 80 % de los nuevos reclusos de la prisión de Topas son de esta zona africana y que casi una cuarta parte de los internos ya son marroquíes

El Centro Penitenciario de Topas, en Salamanca, está enfrentando un aluvión de presos procedentes del Magreb, principalmente de Marruecos. La sobrerrepresentación de reclusos extranjeros en España es una evidencia que muestra los datos. Y es que, si el porcentaje de población extranjera en nuestro país ronda es del 13,4 %, en los presidios asciende hasta el 31,2 %.

En los datos estadísticos del Departamento liderado por Fernando Grande-Marlaska sobre población reclusa se omiten por completo estas cifras, pero una respuesta del Ministerio del Interior a un diputado de UPN, el año pasado, reveló que el 27,55 % de éstos procedían de Marruecos, con diferencia el mayor colectivo nacional en las prisiones españolas.

Luego, en cada cárcel, las cifras son distintas, así como las llegadas. De acuerdo con las cifras aportadas por el sindicato CSIF a La Gaceta de Salamanca, en la prisión salmantina «el 80 % de los presos que llegan son magrebíes». Asimismo, desde ACAIP-UGT, señalan que la mitad de la reclusos son extranjeros y el 33 % de la población reclusa de Topas es musulmana. Más allá de la religión, los 279 marroquíes que cumplen condena allí representan casi una cuarta parte del total de internos.

Torre de vigilancia de la cárcel de Topas, en Salamanca

Torre de vigilancia de la cárcel de Topas, en SalamancaACAIP-UGT

Estas llegadas, apuntan los sindicatos, coincide con el aumento de internos condenados por delitos tales como narcotráfico y menudeo de drogas o robos con violencia y su perfil suele ser el de personas con desarraigo familiar y sin apoyo en el exterior. «Es habitual que no sepan leer ni escribir. No tienen nada que perder y son reactivos a las órdenes», apuntan, en declaraciones anónimas al citado diario, en el que destacan que las diferencias culturales se notan sobremanera en lo que respecta al trato hacia las mujeres.

Según relatan, esto genera problemas, como cuando las funcionarias les piden que vuelvan a sus celdas o les dan cualquier otra indicación, en muchas veces no obedecen y se enfrentan a las trabajadoras. Ejemplifican esta dinámica en un caso de este mismo mes de septiembre, cuando una funcionaria informó a un preso de que iba a compartir celda por el aumento de reclusos en otras áreas y el interno, de origen marroquí, reaccionó con extrema violencia, amenazando, empujando y pateando a la trabajadora.

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