Pradoluengo, Burgos
El pueblo de Burgos que fabrica uno de cada cuatro calcetines de España: la curiosa historia del «complemento de moda»
Actualmente, ocho fábricas mantienen en pie la industria textil de Pradoluengo, un eclave de apenas 1.200 habitantes
En el corazón de los Montes de Oca, Pradoluengo (Burgos) resiste como un símbolo industrial de Castilla y León. Este pequeño municipio de 1.180 habitantes conserva viva una tradición textil que se remonta a hace más de quinientos años, cuando la lana de sus rebaños se lavaba con la célebre tierra de batán, una arcilla local que permitió levantar un entramado artesanal que vistió a monjes, soldados y campesinos de toda España.
Es conocida como la cuna del calcetín, actualmente cuenta con ocho fábricas que producen el 25 % del consumo nacional de dicha prenda. También exportan a decenas de países del mundo. «Se nos conoce como la cuna del calcetín, pero antes hubo telas, sayales y boinas. Estamos muy orgullosos de ello», comenta Mari Carmen San Martín Ochoa, teniente de alcalde y antigua propietaria de la fábrica Sademi, a este periódico.
El origen de esta industria fue humilde pero constante. Durante siglos, las familias del pueblo trabajaron en sus casas tejiendo y cosiendo calcetines, primero con máquinas manuales y luego con telares españoles conocidos como linares. «Era un proceso larguísimo», explica San Martín, «se daban vueltas, se cosían y se planchaban uno a uno. Todos trabajaban....niños, mayores y abuelos».
Con la llegada de la digitalización, el trabajo a domicilio desapareció y la producción se concentró en las fábricas. En la actualidad, ocho empresas mantienen la actividad, diversificando su oferta entre calcetines deportivos, de vestir, de diseño y de publicidad personalizada.
Fábrica de calcetines MMZ Socks
Entre las firmas locales destacan Calcetines Mingo, que además de fabricar para el Ejército ha desarrollado una línea de calcetines sostenibles elaborados con residuos del mar; Raotex, especializada en medias para fútbol, o Samedi. A ellas se suman otras como Mestizaje, Aroca, Arusa o MMZ Socks. «Ahora el calcetín se ha convertido en un complemento de moda», apunta la edil. «Incluso muchas empresas los encargan para publicidad».
Según estimaciones del Consistorio, alrededor del 15 % de la producción de Pradoluengo se exporta a distintos mercados internacionales. La competencia global y el relevo generacional son, sin embargo, los mayores desafíos. «Nuestros hijos estudiaron y se marcharon. La población es mayor y eso nos preocupa», admite San Martín.
Museos particulares
El Ayuntamiento está buscando fórmulas para fijar población y atraer turismo industrial aprovechando el tirón de la etiqueta «cuna del calcetín». «Tenemos tres museos particulares con maquinaria y piezas antiguas, pero necesitamos un impulso institucional, convenios que los hagan visitables», propone la teniente de alcalde. También quiere potenciar el senderismo y la montaña, otro de los recursos naturales de la zona.
En el plano turístico, el municipio cuenta con el camping La Trapera, finalista en los conocidos como «Óscar de los campings» por su entorno y servicios, y que debe su nombre al antiguo oficio de los bataneros que lavaban las lanas en el arroyo. Sin agricultura ni ganadería, «el terreno no da, es todo montaña», recuerda, el futuro del pueblo pasa por el tejido industrial y la puesta en valor de su identidad textil, concluye la teniente alcalde.