Niños mirando el móvil en un aula.

Niños mirando el móvil en un aula.RDNE Stock project / Pexels

Entrevista

Xavier Casanovas: «En 10 años, lo que hemos hecho con nuestros niños y los móviles nos parecerá una aberración»

El portavoz de Adolescencia Libre de Móviles valora los éxitos conseguidos por el movimiento en unos meses y adelanta sus próximos pasos

Este domingo, el movimiento Adolescencia Libre de Móviles (ALM) celebra en Barcelona su primer encuentro presencial. Buscan celebrar el éxito inesperado de la iniciativa, que en apenas medio año suma ya más de 30.000 familias inscritas en WhatsApp y Telegram. ¿Su objetivo inmediato? Impulsar un «pacto social» entre las familias para retrasar la entrega del primer smartphone hasta los 16 años, como mínimo.

A la cita del 26 de mayo –en la plaza Sant Bernat Calbó del barrio del Poblenou– acudirán expertos como el psicólogo Francisco Villar o la pedagoga Catherine L'Écuyer. «Será un encuentro familiar, con un tono festivo y reivindicativo: queremos celebrar lo que hemos hecho hasta ahora y pensar en los próximos pasos», explica uno de los portavoces de ALM, Xavier Casanovas, que atiende a El Debate para abordar el pasado, presente y futuro del movimiento.

El portavoz de Adolescencia Libre de Móviles, Xavier Casanovas.

El portavoz de Adolescencia Libre de Móviles, Xavier Casanovas.Fundació Bofill

–Adolescencia Libre de Móviles nació en noviembre de 2023. En estos ocho meses, ¿cómo valoran el trabajo realizado?

–Nuestra evolución es muy, muy positiva, y veo varios éxitos. El primero es haber conseguido poner el debate sobre la mesa, en primera línea mediática y política, porque los partidos han tenido que movilizarse y situarse frente a un debate que no estaba presente. Y otro éxito, claro, es la regulación ya vigente en toda Cataluña que prohíbe el teléfono en Primaria y Secundaria, con excepciones pedagógicas. Y en tercer lugar, vemos un cambio en el relato social respecto al papel que han de jugar los móviles en niños y adolescentes.

–¿En qué sentido?

–De alguna manera, los padres nos hemos dado cuenta de que hay un problema. Lo vemos muy claro en la encuesta que hemos hecho a 23.000 familias de toda Cataluña: un 80% de las familias con hijos en Secundaria dicen que les dieron el primer móvil con 12 años, mientras que un 60% de familias con hijos en Primaria nos dicen que no lo darían hasta los 16. Ha habido un giro, y estamos convencidos de que el año que viene en primero de ESO habrá menos niños y niñas con móvil propio, porque de alguna manera ha calado un cierto relato.

–Se les ha acusado de ser «anti-móviles», o de ir contra el progreso tecnológico.

–No somos un movimiento en contra de la tecnología, ni «anti-móviles», sino que queremos poner la tecnología en el lugar que le toca. Nuestro objetivo no es prohibir el móvil, ni acabar con todas las pantallas en las aulas –aunque es otro debate que podríamos tener–, sino responder a una realidad muy concreta. Buscamos que el móvil llegue lo más tarde posible, porque cada vez llega antes: con diez años y medio, la mitad de los niños ya tiene móvil propio, según los datos. Nos parece que no es el momento. Nos hemos pasado de frenada, y ahí la pandemia ha tenido mucha culpa. Pensamos que ha de haber un lugar para cada cosa, y que no todas las relaciones han de pasar por la tecnología. Es un tema de coste de oportunidad.

–El progreso tecnológico parece haber cogido velocidad de crucero en los últimos años, o meses.

–Apelamos al principio de precaución: hasta que no se demuestre que los beneficios son mayores que los perjuicios, hay que hacer una moratoria tecnológica, y parar. Si no tenemos claras las consecuencias, y pueden ser negativas, ¿cuál es el beneficio de incorporar acríticamente cualquier nueva tecnología, y a esta velocidad? Tenemos muy claro que detrás de esto hay una dinámica económica, empresas tecnológicas que intentarán hacer todo lo posible para ganar el máximo dinero y presionarán para que no haya regulación.

–En plena campaña electoral del 12-M organizaron un debate en la Abat Oliba sobre este tema, y –a primera vista– todos parecían estar de acuerdo, desde Vox a la CUP. ¿Qué le pide ALM al futuro Gobierno de la Generalitat?

–Primero, que hagan de esto una prioridad. Puede que haya unanimidad en la posición, pero otra cosa es que los partidos lo tengan como prioridad, y destinen recursos. Pedimos apoyo a la administración a nivel de sensibilización y comunicación, y que los planes de Salud y Educación tengan presente esta problemática y vayan en la línea de lo que pide el conjunto de familias. Y también pedimos que se regule, en la medida de lo posible, porque a nivel autonómico no se pueden poner demasiados frenos a las tecnológicas: para eso hay que ir a las elecciones europeas y al Parlamento Europeo.

–¿Cuáles son los próximos pasos de ALM?

–Un primer objetivo claro es tirar adelante un compromiso social, un pacto de familias. Queremos que este pacto se haga efectivo, y que uno pueda saber cuántas familias en el instituto de su barrio lo suscriben. Para eso es importante constituirnos como asociación, para poder recoger datos, y por eso hemos de estructurar y consolidar el movimiento. ¿Y en el futuro? Ojalá de aquí a un par de años el discurso haya cambiado, se hayan puesto las regulaciones necesarias y ya no haga falta que existamos.

–ALM parte de un supuesto previo que para muchos puede no ser evidente: que el fenómeno no es irreversible.

–Sí, pero creo que lo hemos visto en muchos campos. Hace 30 años nadie llevaba cinturón en el coche, por ejemplo. De la misma manera, es posible que llegue un momento en que a ningún padre se le ocurra darle un móvil a su hijo con diez años. Nuestra sorpresa es que hace ocho meses creíamos que éramos cuatro familias, pero apretamos una tecla y aparecieron otras muchas. Hay suficiente masa crítica para darle la vuelta a la tortilla del relato social, y en ello estamos: no hay nada irreversible. Tengo la impresión de que, en diez años, nos parecerá una aberración lo que hemos hecho entre 2015 y 2024 con nuestros niños y la tecnología móvil.

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