
El líder de Junts, Carles Puigdemont, en una imagen de archivo
Política
Junts no negociará las 37,5 horas sin que el PSOE entregue antes el control de fronteras a Cataluña
Según Turull, «en un mes y medio» deben concretarse los acuerdos pendientes con los socialistas
La cúpula de Junts vive horas de espera para que Pedro Sánchez cumpla su palabra y el PSOE encuentre la fórmula para retorcer la Constitución, vulnerar el artículo 149.2 y transferir a Cataluña las políticas de inmigración y el control de fronteras.
Esta cesión, que incluiría la capacidad de expulsión de España de los inmigrantes residentes o de paso por Cataluña, así como el control de accesos a puertos y aeropuertos, es una exigencia del partido de Carles Puigdemont para seguir adelante con el apoyo parlamentario que desde Waterloo se viene brindando a Pedro Sánchez y que, hasta ahora, ha sido imprescindible tanto para la elección de una mesa del Congreso acomodada a los intereses de Sánchez como para su investidura.
El ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, afirmó hace pocos días que «las negociaciones sobre inmigración avanzan adecuadamente y solo falta ajustar algunos aspectos». Lo más peculiar de la negociación a la que se refirió Bolaños en RAC1 fue que la misma no se está llevando a cabo con el gobierno autonómico catalán, sino con el principal grupo de la oposición.
Junts no negocia actualmente nada. Están a la espera de que Bolaños y Fernando Grande-Marlaska, ministro del Interior, encuentren la fórmula para realizar está nueva concesión. En realidad, a los ministros no les importa mucho que la transferencia sea constitucional o no, dado que consideran que la formalización de la misma es suficiente, ni que sea temporalmente, para que Junts se mantenga en el redil de la mayoría que propició la investidura.
Si luego la transferencia se tumba —lo cual es improbable con un Tribunal Constitucional entregado al Gobierno—, da igual porque los socialistas ya habrían logrado el apoyo de Junts a los presupuestos generales del Estado y la prolongación de la permanencia de Sánchez en su inestable estancia en la Moncloa.
Reducción de la jornada laboral
El Consejo de Ministros aprueba hoy el anteproyecto de ley para la reducción de la jornada laboral, pero calcula que entre el informe preceptivo del Consejo de Estado y el del Consejo Económico y social antes de regresar al Consejo de Ministros para que este lo remita al congreso pasará un mes y medio.
Este mismo plazo es el que dio ayer Jordi Turull, secretario general de Junts, a Pedro Sánchez «para restaurar la confianza que se ha perdido». En una entrevista al diario digital El Món, Turull dijo que «en un mes y medio deben concretarse los acuerdos pendientes, como, por ejemplo, el catalán en Europa, la amnistía o el traspaso de competencias en inmigración».
Junts no negociará la reducción de la jornada laboral si antes no ha conseguido sustanciosas concesiones, dado que tiene muchas presiones de organizaciones empresariales, tradicionalmente afines a Junts, para que se oponga a dicha propuesta.
El portavoz de Junts, Josep Rius, dijo ayer lunes en rueda de prensa que: «En relación al decreto sobre la jornada laboral (sic), Junts lo que no hará será resolver las diferencias entre el PSOE y Sumar. Nosotros no estamos en Madrid (sic) para apuntalar ningún gobierno».
Iván Redondo, ex jefe de gabinete de Sánchez, hoy muy vinculado al statu quo catalán, pidió ayer desde las páginas de La Vanguardia a su ex jefe, Pedro Sánchez, que visite a Puigdemont. «La reunión con el presidente de Junts en Bruselas -y no el paripé e la proposición no de ley para una moción de confianza- es convivencia. Con esa imagen, el jefe del ejecutivo ya habrá ganado la cuestión de confianza que no presentará», escribía.
Optimismo socialista
El PSOE es optimista. Cree que es capaz de resolver en unas semanas el encaje de la cesión de las políticas de inmigración, que daría el control de uno de los dos grandes aeropuertos españoles a los Mossos d'Esquadra y del principal puerto en pasajeros, y luego celebrar una «cumbre» en Bruselas para avanzar en el proyecto de presupuestos.
El cabo suelto es cómo encajará ERC tanta complicidad entre el PSOE y Junts. Un día sí y el otro también, Gabriel Rufián muestra su disconformidad con el papel preponderante y el trato preferente que el PSOE da a sus rivales.
En realidad, a la pata socialista del gobierno que Junts no vote las 37,5 horas no le molesta; de hecho, Carlos Cuerpo lo desea. Puigdemont no sabe que hacer con esa patata caliente y gana tiempo.
El ahora deseado, por casi todos, líder separatista ha recibido en su guarida de fuga, a las afueras de Bruselas, con pocos días de diferencia, a Pepe Álvarez, de UGT, y a Jaume Roura, de la Unión Patronal Metalúrgica: uno le pidió una cosa y el otro la contraria.