La líder de Aliança Catalana, Sílvia Orriols, en el Parlament
Política
Orriols cosecha el hastío de los independentistas hartos de ver a Puigdemont siendo la muleta de Sánchez
Su creciente grado de aceptación social también pone nerviosos a otros partidos nacionalistas y al PSC
En Cataluña, Junts lleva tiempo incubando un cierto nerviosismo: el motivo es que, de convocarse unas elecciones al Parlament, Aliança Catalana (AC) se llevaría una buena parte de sus escaños en el hemiciclo. La de la formación liderada por Sílvia Orriols es una campaña silenciosa mientras, poco a poco, aumenta su representación en las encuestas.
Su creciente grado de aceptación social también pone nerviosos a otros partidos nacionalistas, y prueba de ello es la noticia de que la Mesa del Parlament –con el apoyo del PSC, Junts y ERC– está preparando una propuesta para reformar el reglamento y que sirva de cortafuegos para AC y Vox, dos partidos constitucionales a los que ya se aplica un «cordón sanitario» y a los que ahora se quiere silenciar aún más.
Los de Vox cuentan con once diputados en el Parlament, mientras que los de Orriols tienen dos. Sin embargo, las sucesivas encuestas del Centro de Estudios de Opinión de la Generalitat le han ido dando seis, ocho y actualmente hasta diez escaños. Aglutinan, sobre todo, votantes independentistas descontentos con el proceder de Carles Puigdemont, Oriol Junqueras y demás líderes del procès, que actualmente dan apoyo a Pedro Sánchez en Madrid sin demasiado a cambio, desde su punto de vista.
Autenticidad
A Aliança se les puede recriminar ser un partido xenófobo, independentista y todo lo que se quiera, como se dijo de Marine Le Pen en Francia, que estuvo a punto de ser presidenta. Esta no es, sin embargo, la cuestión: tanto AC como Vox son, para su electorado, formaciones auténticas, que dicen aquellas cosas que muchos otros piensan pero no se atreven a exteriorizar, en cuestiones como la seguridad o la inmigración.
Esta autenticidad les hace expresarse con naturalidad. Junts, por ejemplo, quiere encabezar el independentismo en Cataluña, cuando todos saben que su tradición política nunca ha sido secesionista hasta sus últimas consecuencias, y que su énfasis en esta cuestión es un postureo para no perder votantes o para sacárselos a ERC, que sí postulan esta ideología desde 1931.
Un ejemplo anecdótico, pero paradigmático, de la situación lo encontramos en lo que explica la empresaria Roser Díaz en X. «Hoy en una comida éramos 23 personas adultas, empresarios de la demarcación de Gerona: todos votantes de Junts y seguidores de Carles Puigdemont», detalla. Pues bien, añade, «20 ya me han dicho abiertamente que en las próximas elecciones votarán a Sílvia Orriols».
«Ja se’ns han rifat prou», concluye, una expresión propia de Gerona que se puede traducir como «ya nos han tomado el pelo bastante». El tuit se viralizó, con más de 95.000 visualizaciones en pocas horas, síntoma de la campaña silenciosa que amenaza la hegemonía de Junts y ERC en el independentismo, especialmente de los primeros, más cercanos a los postulados de derechas de Orriols.
Muchos de sus votantes están ya cansados de Puigdemont y de que Cataluña siga a la sombra de una persona que consideran que les tomó el pelo con la declaración de independencia de 2017 y a la que le siguen pagando la fiesta en Waterloo. El tiempo pondrá a cada uno en su sitio.