'L’Onze de Setembre del 1714', obra de Antoni Estruch (1907)

'L’Onze de Setembre del 1714', obra de Antoni Estruch (1907)

Historia

La auténtica historia de la Diada: así se convirtió el «2 de mayo catalán» en un día de exaltación separatista

Con los años se ha ido tejiendo una mitología propia con poco o nada que ver con lo que en realidad pasó

En la Diada, la fiesta de Cataluña que se celebra este jueves, se celebra la «rendición a discreción» de Barcelona en septiembre de 1714, según acordaron entonces los defensores de la ciudad con el duque de Berwick para no verse humillados. Como hemos comentado otras veces, cabe recordar que el 11 de septiembre no pasó la nada, y que la rendición como tal llegó el día 12, antes del mediodía.

Fue, no obstante, un acuerdo pacífico, con lo cual los cuadros románticos en los que se ve a Rafael Casanova cayendo herido, las murallas derruidas, cañonazos o muertos… forma parte de la fantasía. Lo mismo ocurre con la cantidad de soldados que fueron enterrados en el Fossar de les Moreres, el lugar al que partidos como Junts o Aliança Catalana acudieron este miércoles para celebrar actos de homenaje.

No hay constancia de que allí fueran enterrados tantos cientos de muertos. Sí había habido enterramientos, no obstante, desde el siglo XII, cuando se cedieron aquellos terrenos para crear un cementerio dependiente de la basílica de Santa Maria del Mar. Todo esto son los hechos, pero ¿cuándo empezó a celebrarse el 11 de septiembre como «diada nacional» de Cataluña? En este artículo lo exploraremos.

El origen de la Diada

El 11 de septiembre de 1886, el canónigo Jaume Collell Balsells, militante catalanista, impulsó una misa en honor a los caídos en el sitio de Barcelona, en Santa María del Mar. Todo esto está vinculado al movimiento cultural llamado Renaixença: sus impulsores se encargaron de tergiversar la verdadera historia de Cataluña a favor de un pretendido catalanismo que nunca existió. Fueron los que inventaron el término de «corona catalano-aragonesa», entre otras lindezas.

Junto a Collell estaban Valentí Almirall y Narcís Roca Farreras, considerado el primer independentista catalán. Entre todos calificaron el 11 de septiembre de 1714 como el «2 de mayo catalán»; una afirmación valiente dadas las diferencias históricas entre ambos acontecimientos.

Roca, de hecho, argumentaba que en aquel momento «Barcelona combatió como en Madrid contra el invasor extranjero». Sin embargo, el único «invasor» era el rey francés, Felipe V. El resto, incluidos Villarroel y Casanovas, luchaban por la continuidad de la Casa de Austria en el trono de España.

Casanova, ¿botifler?

Pasaron unos años y en 1891 se llevó a cabo una velada en honor a los caídos, organizada por Foment Catalanista. Esta velada se fue repitiendo con los años, y en 1894 se hizo la primera ofrenda floral al monumento de Rafael Casanova, que se sigue repitiendo hasta hoy a pesar de que no falleció aquel día y que, viviendo en su casa de Sant Boi de Llobregat, aceptó a Felipe V y recibió una pensión vitalicia. Podríamos decir que fue un botifler, pero esta parte de su biografía no interesa.

Grabado que representa una junta de guerra en septiembre de 1714, con Casanova

Grabado que representa una junta de guerra en septiembre de 1714, con CasanovaWikimedia

El monumento a Casanova al que van todos los partidos y asociaciones nacionalistas se inauguró con la exposición Universal de 1888, pero hasta 1897 no se volvieron a depositar flores allí. En 1899, la Joventut Excursionista Los Muntanyencs, durante su ofrenda floral, cantó Els Segadors.

En 1901 hubo la primera manifestación de la Diada que acabó con enfrentamientos con la policía, pero estas no se popularizaron hasta 1905. En 1913 se añadió otro rito a la liturgia del 11-S: a parte de las flores y la manifestación, ese año se empezó a celebrar un acto en el Fossar de les Moreres.

En 1915 se puso una placa con una frase de Frederic Soler «Pitarra» que dice: «Al Fossar de les Moreres no s’hi enterra cap traïdor, fins perdent nostres banderes será l’urna de l’honor» («En el Fossar de les Moreres no se entierra a ningún traidor, incluso perdiendo nuestras banderas será la urna del honor»). Teniendo en cuenta que nunca se enterró a dichos «traidores», el espectáculo ya se hizo tradición.

La Diada moderna

En 1917 celebraron la derrota y los funerales del presidente de la Mancomunidad Enric Prat de la Riba. Durante la dictadura de Primo de Rivera los actos estuvieron prohibidos, y se reiniciaron en 1931, con la II República. Aquel año, Francesc Macià dijo: «No acudo aquí para conmemorar la pérdida de aquellas libertades, sino para proclamar bien alto, ante Cataluña, y el mundo, que aquellas libertades habían sido recobradas». También se dijo que, gracias a la República, los perdedores de 1714 ahora eran los vencedores.

Durante el franquismo se suprimieron, de nuevo, los actos de la Diada, y no fue hasta 1976 cuando se recuperaron, siendo presidente Adolfo Suárez. Se celebraron en Sant Boi de Llobregat. En 1977 ya se celebró en Barcelona, siendo la primera multitudinaria, llegando según algunas fuentes al millón y medio de personas. La proclama de aquel acto fue el célebre «libertad, amnistía, Estatuto de Autonomía».

La Diada se oficializó en el Estatuto de autonomía como «fiesta nacional» de Cataluña. A partir de 2012, se transformó en una masiva exhibición de fuerza del movimiento independentista. En 2012 la manifestación «Catalunya, nou estat d'Europa» (Cataluña, nuevo estado de Europa) congregó a una cifra estimada por la Guardia Urbana de Barcelona de 1,5 millones de personas, aunque otras fuentes como la Delegación del Gobierno lo cifraron en 350.000. Este evento marcó el inicio del auge de las movilizaciones masivas.

Vista aérea de la manifestación 'Catalunya: nou estat d'Europa', en 2012

Vista aérea de la manifestación 'Catalunya: nou estat d'Europa', en 2012Wikimedia

En 2014 la llamada «Vía Catalana» fue el punto culminante, con una asistencia masiva. La Guardia Urbana calculó 1,8 millones de personas, mientras que la Delegación del Gobierno dio una cifra mucho menor. Esta manifestación, en forma de V, fue la más numerosa de la historia del movimiento.

Desde 2014 la participación ha decrecido, siendo en 2018 de 1 millón de personas, en 2021 de 108.000 personas, en 2023 de 115.000 personas; y en 2024 de sólo 72.000 personas. Las discrepancias entre las cifras de los organizadores -ANC y Òmnium Cultural- y las de los cuerpos policiales -Guardia Urbana o Delegación del Gobierno- han sido una constante, pero todas las fuentes coinciden en el desplome de la participación, lo que refleja un debilitamiento de la movilización independentista en la calle.

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