Hombre que tiene un control de la vista en una clínica de oftalmología
Cataluña
Una clínica cede al chantaje lingüístico y se disculpa por «discriminar» a una paciente que se negó a hablar español
El Instituto Catalán de Retina pide perdón tras meses de presión por atender en castellano a una usuaria que exigía ser tratada exclusivamente en catalán
El Instituto Catalán de Retina (ICR) ha terminado por doblegarse ante Montserrat Forcada, una vecina de Molins de Rei que convirtió una consulta médica en un caso mediático de supuesta «discriminación lingüística». El motivo: un facultativo del centro la atendió en español el pasado dos de julio.
Según ha relatado la propia Forcada a ElMón, las disculpas llegaron tras «negociaciones intensas» entre el centro y Plataforma per la Llengua, organización a la que delegó su cruzada. «Finalmente, el ICR me ha pedido perdón por el maltrato recibido», celebró en su cuenta de X, donde espera que su «dolor» sirva para «crear conciencia» y evitar que alguien más sea «maltratado por hablar la lengua del país».
Pero Forcada no aceptó cualquier disculpa. Exigió que fueran por escrito después de que la respuesta inicial del centro calificara su denuncia como una mera «percepción» y defendiera que el médico «había actuado según el protocolo». Solo tras las negociaciones —que han desembocado en acuerdos que se harán públicos próximamente, según informa ElMón— la clínica capitulió.
En la carta, el centro comunicó además que el doctor «está recibiendo clases de catalán», algo que Forcada pone en duda: «Considero que todo esto es una pantomima», ha declarado. De momento, no hará pública la carta «por respeto» a la entidad que preside Òscar Escuder, pero reclama la disculpa pública como «reconocimiento de que yo tenía razón».
El conflicto comenzó un año antes. Durante una revisión, el mismo médico pidió a Forcada y su hija que le hablaran en castellano porque no entendía catalán. Ambas se negaron, ofreciéndose a hablar más despacio. El doctor justificó que acababa de llegar a Barcelona. Forcada le recomendó hacer un curso.
Cuando volvieron a coincidir en julio, el recibimiento fue muy distinto. Según la denuncia presentada ante Salut, el médico les espetó: «¡Son ustedes las del catalán! Pues les ruego que se quiten de mi agenda y que no se vuelvan a agendar conmigo para evitar situaciones desagradables. Me acojo al derecho de uso de la lengua común, así que no las voy a atender». Cuando Forcada intentó defenderse, el doctor la interrumpió y las echó de la consulta.
La paciente denunció además que, pese a ser clientes «desde hace muchos años», en el centro «ningún médico nos atiende en catalán» desde hace tiempo. Tres meses después de aquella expulsión, el ICR ha reconocido los hechos y se ha disculpado.
El episodio ilustra cómo la imposición lingüística se ha convertido en una herramienta capaz de hacer retroceder incluso a instituciones sanitarias privadas, obligadas a pedir perdón por usar español en Cataluña.