Yogur Danone

Yogur DanoneDanone

Historias de Barcelona

El primer Danone se inventó en el Raval de Barcelona y se vendía en farmacias

Nació en un pequeño laboratorio del Raval hace más de un siglo y se distribuía en farmacias como remedio digestivo infantil

Según recoge Metrópoli Abierta, la historia de Danone comenzó en un modesto local del barrio del Raval en Barcelona. Fue allí donde, en 1919, el empresario de origen sefardí Isaac Carasso empezó a elaborar yogur con fines terapéuticos, inspirado por estudios científicos sobre los beneficios de los lácteos fermentados.

Carasso, que había llegado a la ciudad en 1916 escapando de la inestabilidad en los Balcanes, instaló un pequeño laboratorio en la planta baja de un edificio en la calle dels Àngels. Su objetivo era crear un producto que ayudara a mejorar la salud intestinal, especialmente en los niños, en una época en la que los problemas digestivos eran frecuentes. Para ello, utilizó leche de proveedores locales y aplicó un riguroso proceso de fermentación, garantizando la calidad mediante un meticuloso control de higiene y temperatura.

Un producto recomendado por médicos y distribuido en tranvías

El desarrollo de su yogur estuvo influenciado por las investigaciones del premio Nobel Élie Metchnikoff sobre los efectos positivos de las bacterias lácticas en la salud. Con la ayuda del médico barcelonés Jaume Ferran i Clua, Carasso perfeccionó la fórmula y lanzó el producto al mercado con el nombre de Danone, en honor a su hijo Daniel, conocido como «Danón».

En sus inicios, el yogur no se comercializaba en tiendas, sino en farmacias, donde era recomendado por médicos como un remedio natural para problemas digestivos. Para distribuirlo, Carasso estableció un acuerdo con los conductores de tranvías de Barcelona, quienes se encargaban de transportar los pequeños tarros de cristal sellados hasta los puntos de venta.

Más de un siglo después, Danone es una marca de referencia en el sector alimentario. Del pequeño laboratorio del Raval solo queda una placa conmemorativa colocada en 1994, según explican en Metrópoli abierta, que se colocó durante una visita de Daniel Carasso a la ciudad. No obstante, el legado de aquella primera receta sigue presente en millones de hogares de todo el mundo.

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