El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez (c), en foto de familia junto a los presidentes autonómicos de Andalucía, Susana Díaz (3i), de Castilla-La Mancha, Emiliano Garcia Page (i); de la Comunidad Valenciana, Ximo Puig (2i); de Baleares, Francina Armengol (3d); de Extremadura, Guillermo Fernández Vara (2d); y de Aragón, Javier Lambán (d), momentos antes de la reunión hoy en Sevilla del Consejo de Política Federal del PSOE.

Foto de familia del PSOEEFE

La hipocresía de Puig con Page: firmó con él para echar a Sánchez y evitar que pactara con los independentistas

El presidente valenciano lleva siete años gobernando con nacionalistas y soberanistas cuando en 2016 fue clave para defenestrar a su secretario General

«La única autoridad en el PSOE soy yo». Esa frase, pronunciada por la la lugarteniente de la otrora todopoderosa Susana Díaz, Verónica Pérez, pasó a formar parte de la historia de los socialistas. Ante una nube de periodistas, militantes y curiosos a la puerta de la sede de Ferraz, Pérez daba casi por iniciado el Comité Federal del PSOE que acabaría con la defenestración de Pedro Sánchez.
Esas horas críticas para los socialistas tuvieron como causa le negativa cerrada de Sánchez a facilitar una abstención -ni siquiera técnica- para que Mariano Rajoy fuese investido y los españoles no tuvieran que ir a las turnas por tercera vez en un año y, para colmo, coincidiendo con el día de Navidad.
Seis años después y con un contexto político escasamente reconocible respecto al de 2016, saltan a la vista distintos aspectos.
Uno de ellos es el debate surgido después de que el presidente de la Junta de Castilla-La Mancha, Emiliano García Page, elogiara la figura como «gestor» y «solvente» del líder del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, y criticara abiertamente a los socios parlamentarios y de Gobierno elegidos por Sánchez. «Lo que sí tengo claro son los disolventes», en una afirmación que los analistas políticos poco tardaron en relacionar con Esquerra Republicana, EH Bildu o Unidad Podemos.
En contestación al presidente manchego, fue su homólogo valenciano, también de la familia socialista, uno de primeros en responderle. «Hay un valor fundamental, que es la coherencia», aseguró Puig.
Sin embargo, ateniéndose a la hemeroteca, parece que es Page el más coherente consigo mismo.
Volviendo al histórico Comité Federal del PSOE de 2016, tanto García Page como Puig fueron dos dos los integrantes de la Ejecutiva que presentaron su dimisión firmada por adelantado para evitar que Sánchez siguiera adelante con su estrategia de pactos. Y ambos, a su vez, de los más combativos para conseguirlo.
Dicho de otra manera, Puig fue uno de los miembros decisivos para forzar la salida de su secretario General para que dejara gobernar a Rajoy y que, bajo ningún concepto, consumara su estrategia de llegar a acuerdos de gobernabilidad o investidura con formaciones comunistas, nacionalistas o independentistas. Tan es así que tras esas tensas y eternas horas, el jefe del Consell pidió «perdón» por la «imagen dada» y nunca se ha arrepentido de firmar para echar al líder de su partido.
En aquel Comité Federal más que dimitir, Sánchez fue echado, aunque no es menos que los siguientes años le fueron propicios en su trayectoria y aspiraciones políticas.
A pesar de que ciertas federaciones socialistas -como el PSC- y algunos diputados fieles a Sánchez se saltaron la disciplina de voto y optaron por el «no», todos los que estaban bajo la batuta de Puig siguen a pies juntillas las directrices de Ferraz, ya bajo el mandato del asturiano Javier Fernández.
En cuanto a los dos barones socialistas más mediáticos esta semana, García Page ha mantenido una continua línea de crítica hacia los compañeros de Consejo de Ministros e investidura de Sánchez. Incluso llegó a reprocharle a Sánchez su deriva cesarista en Ferraz, bajo la que los presidentes autonómicos no dejan de ser meros «monaguillos».
Por su parte, el «coherente» Puig, lejos de seguir predicando con el ejemplo que dio en octubre de 2016 en defensa de la unidad de España, lleva casi ocho años gobernando junto a, precisamente, aquellos que rechazó que lo hiciera Sánchez. Compromís y Podem están contra la unidad nacional y apuestan por la independencia de la Comunidad Valenciana.
Además, es el propio presidente valenciano, el mismo que firmó echar a su jefe de filas, el mismo que sigue consintiendo y financiando que sus socios -de él y de Sánchez- impongan su modelo nacionalista en la Región en ámbitos como el educativo o el cultural. Y de eso, que se sepa de momento, no hay constancia de que Puig tenga la intención de firmar en contra.

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