Comerciantes del Mercado de Colón y otros municipales de Valencia, durante la protesta.

Comerciantes del Mercado de Colón y otros municipales de Valencia, durante la protesta.C.L.

Comunidad Valenciana  Ribó consigue algo inédito en Valencia: un mercado municipal para por completo en señal de protesta

Los comerciantes del Mercado de Colón suspenden su actividad para quejarse por la «competencia desleal» que supone el mercadillo agrícola instalado por el alcalde junto a sus paradas

Aurelio Comes es un agricultor valenciano que representa a la cuarta generación campesina de su familia, con más de un siglo de oficio a sus espaldas. Tales son su pasión y arraigo a la huerta local que asegura que su madre lo crio «debajo de una tomatera».
Este martes, Aurelio se ha puesto al frente de una protesta organizada por los comerciantes del Mercado de Colón y respaldada por los otros diez establecimientos municipales que conforman la asociación Confemercats.
El motivo ha sido que el alcalde de Valencia, Joan Ribó, ha consumado su polémica iniciativa de instalar cada martes un mercadillo agrícola junto al de Colón con unas condiciones claramente más favorables para quienes regentan estas particulares paradas.
Tal es el cabreo de los comerciantes del edificio con el regidor que ha provocado lo hasta ahora nunca visto en la ciudad de Valencia: que un mercado municipal cese por completo su actividad durante unas horas para hacer público el descontento con el Consistorio y su manera de hacer las cosas.
Para el agricultor, esta medida es algo «injusto» que no está «bien hecho» al no contar con el apoyo de los vendedores del Mercado ni de los vecinos de la céntrica zona donde está ubicado.

1,82 € al día frente a los 50 del Mercado

Uno de los aspectos más chocantes y que a las plataformas de comerciantes les lleva a denunciar una situación de «terrible competencia desleal» es el coste por montar los puestos. Tal como explica Aurelio, a ellos el mero hecho de subir la persiana les supone un coste de «entre cuarenta y cincuenta euros al día de media».
En cambio, los tenderetes ambulantes tan solo han de abonar 1,82 euros cada martes que se instalen a escaso un metro de Colón. La diferencia es más que considerable.
Por ello, el campesino recalca que a su negocio les «avala y acredita» toda su experiencia de décadas trabajando el producto «de temporada» en la propia huerta dando «calidad y buen servicio».
En el mismo sentido se expresa el vocal de la Junta Directiva de la Asociación del Mercado de Colón, José Manuel Manglano. En su opinión, la instalación del mercadillo va a provocar un «perjuicio en ventas clarísimo» y reprocha a Ribó y sus concejales que se haya llevado a cabo sin tenerles en cuenta: «No se nos ha hecho caso y han pasado por encima de todo».
En este sentido, el vocal recalca que ni él ni sus compañeros están «cómodos en este ambiente» y afirma que la decisión de ejecutar el paro ha sido cuando la situación «ya era evidente y no había remedio».
Prueba de esa desesperación es que en las horas de parón todos ellos han estado «perdiendo ventas», lo que supone «un sacrificio muy grande». «¿Alguien imagina que estamos haciendo esto realmente por capricho? ¿O estamos dando una imagen, que es lo que queremos, de angustia y preocupación muy grave por defender a nuestro compañero?», comenta Manglano indignado.
Insistiendo en la «competencia desleal» que se deriva de estos puestos y de sus ventajosas condiciones económicas, el comerciante cree que las consecuencias son «imprevisibles» debido a la «evidente posición de inferioridad» en la que Ribó les deja con esta «medida tan injusta como perjudicial».
Asimismo, Manglano declara que el «problema» no es del Mercado de Colón, sino que es «de ciudad». Para sostener su postura, el miembro de Confemercats incide en que los establecimientos de este tipo de titularidad municipal en Valencia «tienen puestos vacantes en la práctica totalidad» de ellos, donde está seguro que los agricultores ambulantes «serán muy bien recibidos».
Imagen del mercadillo agrícola ambulante instalado por Joan Ribó junto al Mercado de Colón, en Valencia.

Imagen del mercadillo agrícola ambulante instalado por Joan Ribó junto al Mercado de Colón, en Valencia.C.L.

«¿Por qué no se les traslada allí? Trabajarán en mejores condiciones que cuando haya cuarenta grados, esté lloviendo o haga frío», recomienda Manglano. En esta línea, no pasa por alto que si en el siglo XIX se popularizaron los mercados cubiertos fue, precisamente, porque los «callejeros creaban contaminación, enfermedades y muerte».
Por tanto, exige que se dé marcha atrás y que el Ayuntamiento «cuide, mime y mantenga siempre en un estado adecuado» a los mercados que de él dependen. De no hacerlo, Manglano apunta que el alcalde estará manteniendo algo que «beneficia a algunos» y que «perjudica a todos los demás».
Por su parte, la coordinadora de los once mercados de la la ciudad de Valencia en Confemercats, Alicia García, cifra el número de paradas vacías en ellos en 427 e incide en que los que ahora están en tenderetes pueden ir allí, donde les recibirán «con los brazos abiertos», pero siempre que sea para trabajar «en las mismas condiciones».
Al igual que Manglano y Aurelio, García denuncia que Ribó no les haya escuchado en los dos años que llevan «luchando» y que «absolutamente nadie» les haya convocado «a una mesa de trabajo en favor de la huerta valenciana». A su juicio, este aspecto deja claro que para el Equipo de Gobierno local las quejas de los comerciantes de los mercados son una «realidad desconocida».
García cree que no hay «ninguna necesidad» de generar este contexto de «agravio» y lo explica contundentemente: «Este tipo de mercados no tiene ningún sentido, ya que todos los días se pueden comprar productos recién cogidos del campo a muchos agricultores que trabajan en las mismas condiciones que cualquier otro vendedor», concluye.
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