Joan Baldoví y Pablo Iglesias conversan en el Congreso de los Diputados, en 2019.

Joan Baldoví y Pablo Iglesias conversan en el Congreso de los Diputados, en 2019EUROPA PRESS

Comunidad Valenciana  Podemos y Compromís: una relación con pies de barro en constante pugna por un electorado común

La polémica por la integración en Sumar es la última de muchas entre nacionalistas y comunistas, que compiten por un espacio que les ha dado la espalda a ambos en las elecciones el 28-M

La crisis del bipartidismo trajo consigo hace menos de una década la aparición de nuevas formaciones políticas que han conseguido un poder territorial más que notable a lo largo de las elecciones que se han venido celebrándose desde entonces.
A grandes rasgos, hubo organizaciones que se hicieron de carácter nacional, como Ciudadanos, que dio el salto al Congreso de los Diputados desde Cataluña; otras que surgieron de cero como Podemos, cuyo germen estuvo en las protestas del 15-M y en la Universidad Complutense; pero también hubo ejemplos de unificación. Es el caso de Compromís, que fue el resultado de la coalición de tres partidos que hasta entonces habían acudido a las urnas por separado: Més Compromís, Iniciativa del Poble Valencià y Verds-Equo del País Valencià.
En este contexto, las elecciones autonómicas de 2015 supusieron un verdadero vuelco del tablero político. Así, el PSPV-PSOE no dudó en alcanzar un pacto con Compromís y Podemos para arrebatarle la presidencia regional a Alberto Fabra.

Implantar un modelo 'a la catalana'

Durante estos ocho años que han transcurrido, la convivencia entre las tres ha pasado por diferentes estadios. La primera legislatura fue moderadamente tranquila, ya que el pegamento que les unía era el de desmantelar el trabajo del PP al frente de la Generalitat Valenciana e implementar un modelo 'a la catalana' basado en el adoctrinamiento y la imposición lingüística.
Además, las diferencias entre socios se disimulaban bien, ya que otro de los objetivos era el de llegar a 2019 dando imagen de solidez institucional. En ese año, los comicios generales y autonómicos coincidieron el 28 de abril, con lo que había que preservar ante todo un Gobierno que cuatro años atrás simplemente era inimaginable.
Dejando a un lado a los socialistas, en este segundo mandato la salud de la relación de Compromís con Podemos -ya Unidas Podemos- ha experimentado un deterioro de grandes dimensiones. No es de extrañar. Más allá de alcanzar acuerdos para que la derecha no pueda gobernar en el máximo número de instituciones posibles, nacionalistas y comunistas están prácticamente 'obligados' a discrepar, puesto que pugnan por un electorado común.
Cabe destacar que en 2015 Podemos no entró en el Ejecutivo de Ximo Puig, algo que sí sucedió cuatro años más tarde. Este hecho tuvo dos inmediatas consecuencias: pérdida de poder interno para Compromís y comienzo de los roces a la hora de gestionar y de sacar medidas adelante.
A las clásicas y perennes pugnas gubernamentales, las broncas públicas entre socios han sido una constante en la segunda legislatura. Tan solo en los últimos dos años ha habido cuatro episodios que han provocado un alejamiento tan grande que tan solo de nuevo el rechazo al PP el 23 de julio puede reconstruir.
De este modo, el líder de Compromís tras la salida de Mónica Oltra por su imputación, Joan Baldoví, mantuvo una discusión en redes sociales con Pablo Iglesias que tuvo su eco en los medios de comunicación nacionales. El origen fueron las elecciones andaluzas o, mejor dicho, la confección de las listas. Después de semanas de negociaciones, la izquierda a la izquierda del PSOE no supo ponerse de acuerdo para concurrir juntos.
Irene Montero, Pablo Iglesias, Mónica Oltra y Joan Baldoví, en el Congreso de los Diputados.

Irene Montero, Pablo Iglesias, Mónica Oltra y Joan Baldoví, en el Congreso de los Diputados.EFE

La idas y venidas, los reproches y la lucha entre Iglesias y Yolanda Díaz para ver el candidato de quién iba a ser el número uno, los votantes penalizaron un espectáculo que tuvo como guindas la presentación de la coalición fuera de plazo y una mayoría absoluta histórica para Juanma Moreno y el PP.
Esto fue criticado duramente por Baldoví, que responsabilizó a Iglesias de hacer las cosas «de una mala manera» y le sugirió su salida y que dejase de influir en los partidos: «Creo que las personas han de saber cuándo deben dejar paso de manera definitiva, pero hay quienes después de marcharse siguen aspirando a intervenir en la vida del partido, como José María Aznar o Felipe González. Yo no soy socialista pero a mi me gusta el estilo Zapatero», fueron sus palabras.

«Político profesional»

Naturalmente, el fundador de Podemos no se quedó callado y pasó al ataque personal contra el nacionalista, a quien le mandó «callar» y a quien acusó de llevar más de veinte años ocupando cargos públicos ininterrumpidamente: «No ha llegado el día en que un político profesional me haga callar», le espetó.
Otro momento tenso se vivió este pasado abril a cuenta de la reforma de la ley del 'solo sí es sí'. Aunque Compromís votó a favor del texto en el Congreso, posteriormente se abrió a su modificación con tal de interrumpir las rebajas de condenas y las excarcelaciones. Finalmente no lo hizo porque el PSOE pactó con el PP, pero la grieta entre aliados fue a más, teniendo en cuenta que restaban apenas cincuenta días para el 28-M.
Precisamente, semanas antes de esta última cita electoral tuvo lugar el enésimo choque de la coalición valenciana y los 'morados'. Al igual que sucedió en Andalucía, la raíz del problema fueron las listas, aunque en la Comunidad Valenciana con otros matices. Unidas Podemos corría serio riesgo de no entrar –como así terminó sucediendo– en las Cortes regionales por no obtener el 5 % de los votos como mínimo. Con tal de evitarlo y de, por ende, casi garantizar la reedición del tripartito, propusieron a Compromís ir unidos.
Sin embargo, fueron los nacionalistas los que cerraron la puerta a ese acuerdo. Sus motivos fueron los que en esta clase de asuntos suelen darse. Por una parte, si se integra al partido con menos representación, el mayoritario tendría que compartir los puestos de salida. Además, en este caso se le une un Unidas Podemos en permanente caída en las encuestas, por lo que Compromís se negó a ello para no terminar contagiándose de la mala opinión pública de sus enemigos íntimos.
Y como en 49 días hay otros comicios, no podía faltar el calentón verbal entre Baldoví e Iglesias. Con motivo de la negociación a contrarreloj para integrarse en Sumar varias formaciones a la izquierda del PSOE, el exvicepresidente segundo del Gobierno no ha dudado desde la tertulia en la que participa en acusar a los valencianos de vetar a gente de Podemos –oficiosamente se dice que a Irene Montero e Ione Belarra– para que no se unan al 'ticket' de Yolanda Díaz.
Este extremo lo ha desmentido el propio Baldoví, asegurando que «nunca, nunca, nunca» su organización se han planteado hacer algo así, al tiempo que ha lanzado otro dardo a Iglesias: «Somos gente seria». Por tanto, los hechos han vuelto a demostrar que la sintonía entre Compromís y Podemos solo se articula bajo la premisa del cordón sanitario al centro-derecha. El resto es puro artificio, una relación con pies de barro.
Comentarios
tracking