
Ximo Puig, junto al expresidente socialista de la Diputación de Valencia Jorge Rodríguez.
Comunidad Valenciana
La Diputación de Valencia: donde anidan todos los rencores del PSPV-PSOE
Un exalcalde socialista expulsado del partido ha dejado a los de Puig sin la única gran institución que podían gobernar, a la vez que ha airado la cada vez más evidente crisis interna en la formación
Este viernes fue infausto para el PSP-PSOE. Si el pasado 28 de mayo supuso la pérdida de la inmensa parte de su poder territorial al salir de la presidencia de la Generalitat Valenciana y de ocho de las diez principales ciudades de la Comunidad, despedirse de la Diputación de Valencia significó la puntilla.
El organismo provincial era la única gran institución que podía gobernar la izquierda. A priori, era sencillo, pero ni por esas. En el pleno había igualdad entre el bloque del centro-derecha, con el Partido y Popular y Vox, y el de izquierdas, representado por el PSPV-PSOE y Compromís. Cada uno de ellos contaban con quince escaños y que la balanza se decantara de un lado u otro dependía del partido Ens Uneix (Nos Une, en valenciano), que decidió votarse a sí mismo.
Esta decisión no es baladí. El líder de esa formación es Jorge Rodríguez. Era el presidente de la Diputación de Valencia hasta junio de 2018. En esa fecha fue detenido por la Guardia Civil, acusado en el marco del caso Alquería por, supuestamente, haber enchufado a diversos cargos del Partido Socialista y de Compromís en el organismo provincial. La respuesta del líder de la formación –y presidente del la Generalitat–, Ximo Puig, fue fulminante: expulsión del partido.
Este movimiento amparándose en la transparencia y la regeneración, no obstante, deja otros aspectos a destacar. Todos ellos llevan a la clave interna del PSPV-PSOE. Con un Puig que si hubiera ganado se sabía que no iba a optar a un cuarto mandato y si, tal como ha acabado sucediendo, está en la rampa de salida más pronto que tarde, su sucesión era la clave de bóveda.«No nos va a fallar. Es de los nuestros»
Rodríguez era quien estaba destinado a protagonizar ese proceso. Así lo aseguraban los socialistas tanto orgánicamente como en los corrillos que se organizan en diferentes ocasiones. Sin embargo, esa detención tronchó todas las expectativas. Su carrera política se acababa ahí. O no.
A pesar de seguir investigado y fuera del que siempre fue su partido, Rodríguez siguió adelante y fundó Ens Uneix, una marca con marchamo local pero con innegable toque personal. Mayo para él fue excepcional, ya que revalidó la alcaldía de su localidad y, a las pocas semanas, fue absuelto por la Audiencia Provincial de Valencia. Para colmo, porque siempre lo bueno es poco, consiguió un diputado provincial. Y ahí radica todo.
En las filas socialistas se las prometías muy felices para conseguir la Diputación levantina: «Este es de los nuestros y no nos va a fallar», repetían. Nada más lejos de la realidad: Rodríguez les ha dejado sin la única gran institución que sus excompañeros de partido podían gestionar. Pero, ¿por qué?
Fuentes de la Diputación lo tienen claro: «Por mucho que Puig y los suyos le intenten mover, Jorge no va ceder», decían minutos antes de que se celebrara el pleno que ha investido al popular Vicente Mompó como presidente provincial. Como causa, el PP también es claro a la hora de explicar que el «rencor» y «rabia» que Rodríguez siente hacia la actual dirección socialista es «bestial» y lo achacan a «peleas internas».
«Rodríguez era el sucesor natural de Puig. No quiero decir que su detención fuera provocada, pero es obvio que le vino de diez porque le permitió quitarse de en medio a su sucesor y le dejó espacio libre para diseñar su equipo de confianza». Esas palabras de gente muy cercana al ya expresidente de la Generalitat se corroboran con otras fuentes solventes: «Así se quitó al 'clan de Gandía' –en el que está incluida la ministra de Ciencia, Diana Morant–. Es lo que quería y lo hizo», aseguran.

Jorge Rodríguez, expresidente socialista de la Diputación de Valencia
Respecto a la viabilidad y estabilidad que pudiera tener la presidencia de Mompó, fuentes populares son contundentes y alejan fantasmas: «Esto es como si tu no puedes comprar un Scalextric y se lo pides a un amigo. Él te lo deja. Veremos cuándo se lo devuelves, pero el caso es que tú ya lo tienes en tu casa», comentan.
Una vez perdida la presidencia regional, Puig ha dejado entrever que será senador por designación territorial y no ejercerá la portavocía de su grupo en las Cortes. Este hecho abre la puerta a su sucesión y ahí vuelve a estar el nombre de Jorge Rodríguez. Según señalan las fuentes indicadas, una vez absuelto la intención de Rodríguez sería volver al PSPV-PSOE para liderarlo: «Quiere joder a Puig y a todos los que le pusieron en la calle. Él quiere volver y va a matar políticamente a todos si hace falta. Está dispuesto», corroboran.
Es en este momento cuando surge el nombre del alcalde de la localidad valenciana de Mislata, Jorge Martínez Bielsa. Secretario provincial de los socialistas valencianos, en todos los mentideros se le sitúa como sucesor de Puig, el puesto al que, precisamente, aspiraba Rodríguez. Por si fueran pocos ingredientes, Bielsa era el candidato del PSPV-PSOE para presidir la Diputación de Valencia y al que Ens Uneix ha vetado explícitamente.
En conclusión, la crisis interna del PSPV-PSOE tiene tres aristas. Por una parte, hay un expresidente de la Generalitat, pero todavía líder de la formación, que se aferra al cargo con tal de pilotar él mismo su propia sucesión. Por otro lado, esta el candidato oficioso –y de facto de Pedro Sánchez–, que está confrontando internamente con Puig para hacerse valer, aunque ha perdido la Diputación de Valencia. Basta como ejemplo la reacción de un diputado socialista cuando se le pregunta si el regidor de Mislata es progresista: «¿Ese? Es un tonto».
Y como tercera para está un tal Jorge Rodríguez, a malas con ambos, que ya ha utilizado su fuerza electoral para dejarle claro tanto a Puig como a Bielsa que no se deben olvidar de él. Y todo esto a escasos meses del congreso regional –a priori será en otoño– y a una semana vista de unas elecciones generales que no son nada halagüeñas para los intereses del PSPV-PSOE.