El secretario general del PSPV-PSOE, Ximo Puig, este jueves, en Madrid

El secretario general del PSPV-PSOE, Ximo Puig, este jueves, en MadridAlberto Ortega / Europa Press

Puig, que llevó a Sánchez al Supremo, le exige ahora a Page que le sea «leal»

El expresidente valenciano critica al presidente castellano-manchego, obviando que él mismo se enfrentó a su jefe de filas cuando las encuestas le sacaban de la Generalitat

Las declaraciones del presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page en las que aseguraba que su partido, el PSOE, está actualmente situado «en el extrarradio de la Constitución» y «a punto de pisar la frontera» de la Carta Magna siguen generando reacciones. Si el primero en pronunciarse al respecto, como viene siendo costumbre, fue el ministro de Transportes, Óscar Puente, para afearle a su compañero sus palabras y situarle a él en el «extrarradio» de su formación, Ximo Puig no ha querido pasar la oportunidad de sumarse a esta nueva polémica a cuenta de la ley de amnistía.
Así, siguiendo la corriente oficialista de defender a ultranza al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, independientemente de lo que haga o de lo que se piense, el expresidente valenciano le ha reclamado a su hasta hace poco homólogo que sea «leal» tanto con los ciudadanos como con las siglas a las que representa. «Cada uno tiene su manera de expresarse. Yo siempre he dicho que lo fundamental es que cada uno adopte el papel que le corresponde y que sea leal con su ciudadanía y con sus partidos», ha sido la afirmación concreta del todavía líder del PSPV-PSOE.
Aunque, en su habitual estrategia retórica de lanzar dardos aparentando un supuesto buenismo, ha indicado que «cada uno se expresa como es y demuestra su talante», la crítica a Page resulta imposible de ocultar o relativizar. Sin embargo, ese cierre de filas con Sánchez por parte del exjefe del Consell choca notablemente con sus propios antecedentes, tanto con el presidente del Gobierno como con el castellano-manchego.
No son pocos los hitos, pero basta con recordar que ambos dirigentes autonómicos se unieron a otros altos cargos del PSOE en 2016 para echar a su secretario general por su empecinamiento en pactar con independentistas vascos y catalanes para llegar al Palacio de la Moncloa. Esa alianza unió firmemente a Puig y Page, tanto a nivel institucional como de baronías en Ferraz.

Apoyo férreo a Sánchez

Lo llamativo no es ya que el castellonense un año antes se había apoyado en Compromís y Podemos para desbancar al PP de la Generalitat y lo repitió en 2019, sino que ahora, por ensalmo, es uno de los mayores defensores de las asociaciones parlamentarias de Sánchez. En otras palabras, lo que en 2016 era motivo de expulsión, hoy lo es de elogio.
El senador socialista Ximo Puig atiende a los medios antes de que pleno del Senado proceda a dar el paso definitivo para la reforma de la Constitución

Puig atiende a los medios antes de que pleno del Senado aprobase la reforma de la ConstituciónEFE / Zipi

Pero no queda ahí el listado de incoherencias de Puig sobre lo que entiende por ser «leal». Desde septiembre de 2022 hasta las elecciones autonómicas del 28 de mayo, se convirtió en uno de los mandatarios regionales más críticos con su jefe filas, precisamente junto al ahora denostado. Además, no fue solo un asunto lo que le llevó a enfrentarse al líder socialista, sino varios: impuestos, trasvase Tajo-Segura y financiación autonómica truncaron la relación entre ambos.
De hecho, esta última materia también puede ser causa del enfado del aún senador hacia su excolega, ya que se le vio en Fitur junto a Carlos Mazón, Fernando López Miras y Juanma Moreno en una minicumbre improvisada con tal de reivindicar la reforma del sistema de fondos entre las regiones, un tema que Puig guardó en un cajón hasta que las encuestas le empezaron a colocar fuera del poder.
La cita con las urnas fue lo que le transformó. La cordialidad y el respeto mutuo era la tónica entre Gobierno y Generalitat, entre PSOE y PSPV. Pero los sondeos son muy poderosos, tanto como para hacerle virar bruscamente de opinión y, prácticamente, hacerle oposición a Sánchez desde el Palau. Por aquel entonces, a ojos del interesado esa actitud nada tenía que ver con la deslealtad. Según dijo, correspondía a defender los intereses de los valencianos más allá del color de la administración aludida.

Puig probablemente considera que fue «leal» cuando en la misma noche electoral de las autonómicas culpó sibilinamente a Sánchez de la debacle electoral

En base a ello, cabría deducir que cuando Page lamenta que el jefe del Ejecutivo, los ministros y la dirección socialista se vanaglorian de que vaya a aprobarse en la ley de amnistía que existe un terrorismo malo y otro, cuando menos, descafeinado no está queriendo proteger los derechos de todos los españoles ante una minoría.

Gimnasia conceptual

Esa gimnasia conceptual de lealtad también la practicó Puig cuando, a cuenta del trasvase, decidió llevar al Gobierno al Tribunal Supremo por un recorte sobre el que el Consell se había abstenido en el Consejo Nacional del Agua tan solo unas pocas semanas antes. De nuevo, las urgencias de las encuestas en contraposición a ser «leal», ya que con esa medida el exmandatario asumió las consecuencias de romper todos los puentes y posibilidad de reconciliación con su jefe. De aquellos polvos vienen estos lodos.
Por último, el castellonense probablemente considera que fue «leal» cuando en la misma noche electoral de las autonómicas, culpó sibilinamente, y con mayor o menor razón, a Sánchez de la debacle electoral que dejaba al Partido Popular y a Vox a las puertas del Palau de la Generalitat. Poca o nula autocrítica hizo en ese infausto día para su devenir político, señalando que buena parte de los votantes había optado por el centro-derecha como consecuencia de asuntos de índole nacional (supuesto fraude del voto por correo, inclusión de terroristas en las listas de Bildu, ley del 'solo sí es sí'…) y no valorando la gestión de un Puig que sigue exhibiendo músculo de lealtad a la espera de ser nombrado embajador de España ante la OCDE.
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