De izquierda a derecha, Diana Morant, Ximo Puig y Pedro Sánchez, en un mitin del PSOE en Valencia

De izquierda a derecha, Diana Morant, Ximo Puig y Pedro Sánchez, en un mitin del PSOE en ValenciaEuropa Press / Jorge Gil

El PSPV busca una reestructuración vital para solucionar una tricefalia sin precedentes

La recién elegida secretaria general, Diana Morant, comparte cargo con Ximo Puig hasta el Congreso Extraordinario y José Muñoz es el encargado de hacer oposición a Mazón en las Cortes

Tres son multitud. Eso dice el dicho popular y eso es lo que todavía a día de hoy está padeciendo el PSPV-PSOE. La ministra de Ciencia, Innovación y Universidades, Diana Morant, fue designada nueva secretaria general de la formación hace días, pero eso no quita a que la formación esté viviendo una situación sin precedentes como es una tricefalia. Actualmente, los socialistas valencianos tienen a su cabeza visible en Madrid, Ximo Puig, como líder en funciones y con acta de senador y a José Muñoz como portavoz en las Cortes. Una situación nada fácil para la federación.
Joan Lerma, Joan Ignasi Pla, Jorge Alarte y el mismísimo Ximo Puig. Todos ellos tienen algo en común, como es haber sucumbido electoralmente ante el Partido Popular. El último puede presentar el aval de haber sido ocho años presidente de la Generalitat, pero la política es una trituradora de currículums… y Pedro Sánchez no es que entienda de hojas de servicios. Con ese panorama, el PSPV-PSOE se encuentra actualmente en un momento crucial. No es una refundación, pero un error, forzado o no forzado, le puede llevar a estar otros 20 años en la oposición.
En ese contexto, la baronía socialista tiene un triple mandato o, al menos, voz. Por una parte, está la jefa, la que manda. Morant está al frente hasta la celebración del Congreso Extraordinario, pero eso no es garantía de nada. Hasta tal puesto ha llegado tan a dedo gracias a su jefe de filas como cediendo. Eso le quita poder orgánico a favor de las fallidas candidaturas, pero podrá diseñar su equipo de trabajo con el que disputarle a Carlos Mazón la presidencia de la Generalitat.

Mazón gana a los puntos

Intentando compatibilizar su cargo de ministra con el de cabeza visible del socialismo valenciano, Morant ya se ha erigido como la alternativa al 'popular' en numerosas ocasiones. Lo ha hecho, incluso, antes de su nombramiento, aprovechando sus tan numerosas como impostadas visitas a cualquiera de las tres provincias para hacer campaña propia. La titular de Ciencia tiene un largo y nada fácil camino por delante y la gran incógnita reside en saber si para transitarlo se apoyará en las otras dos patas que sustentan a la organización o, dado su aval político, opta por ser una ‘falsa autónoma’.
En cuanto a importancia en el día a día, la cara más visible del socialismo valenciano es Muñoz. Es él quien se bate el cobre en las sesiones de control a Mazón y quien, tras la estratégica maniobra de Sánchez para terminar de hundir a Puig, se ha hecho cargo de un grupo parlamentario descabezado y hundido moralmente. Morant se encargará de hacer oposición desde Madrid, pero el relato autonómico depende de un síndico recién llegado al puesto y que, aunque le pone intensidad, el jefe del Consell sabe cómo ganarle a los puntos.
Diana Morant, en su acto de proclamación como nueva secretaria general del PSPV-PSOE

Diana Morant, en su acto de proclamación como nueva secretaria general del PSPV-PSOEEuropa Press / Rober Solsona

Por otra parte está Ximo Puig. Su respaldo a su sucesora no es que fuera impuesto por Sánchez, pero muchos lo ven como una maniobra para asegurarse la embajada de España ante la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Ese puesto en París sería su última salida, dado que su papel como senador es cuanto menos raquítico y el jefe del Ejecutivo se encargó de ningunearle dejándole fuera del Ministerio de Política Territorial que tanto ansiaba y que su equipo transmitió a la opinión pública con inusitado entusiasmo.
El expresidente de la Generalitat seguirá como secretario general (bis) del PSPV-PSOE hasta que la federación finalice su Congreso Extraordinario. Aún con todo, Puig centrará todos sus escuerzos durante estas semanas en consolidar o salvar el denominado ximismo. En ese núcleo duro elaborado estajanovistamente durante ocho años por él mismo, está la actual delegada del Gobierno en la Comunidad Valenciana, Pilar Bernabé, a quien él mismo se afanó en ascender, inocente de que le podía ganar el pulso a Sánchez.
Pero, sobre todo, el castellonense tratará de que Morant y sus colaboradores frenen la influencia de Alejandro Soler, secretario provincial de la formación en Alicante y durante horas rival de Morant en unas primarias frustradas. Este es más que afín a José Luis Ábalos, con quien Puig mantiene un pulso por el control del partido en Valencia.
Por tanto, aunque el jefe del Ejecutivo se haya empeñado en que en el PSPV-PSOE solo tenga que haber un nombre, la realidad le pone frente al espejo. Su dedazo a la búlgara para designar a la ministra no impide que la organización esté quebrada por tres partes: Madrid, partido como tal y grupo parlamentario. Ante un Consell de Mazón que avanza sin mayor dificultad por parte de la oposición y ante la generalizada aprobación social, los socialistas valencianos vuelven a ver los mismos fantasmas que les dejaron 20 años sin el poder.
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