
Cristina Seguí, en el Palacio de Colomina de Valencia.
Cristina Seguí: «Voy a ser la primera comunicadora que entre en la cárcel por unos tuits»
La valenciana presenta un recurso ante el Tribunal Supremo por la primera condena a 15 meses de prisión: «Me acusan de un delito de torturas, jamás por informaciones»
La vida de Cristina Seguí cambió hace cuatro años. Desde aquel entonces, dos mensajes en redes sociales y sendas peticiones de prisión que sumaban nueve años de cárcel. Sus ojos azules miran de reojo hacia un futuro «asumido» entre rejas: «Voy a ser la primera comunicadora que entre en la cárcel por unos tuits». Pese «a todo», tiene claro cómo y quién empezó toda esta espiral judicial: «Esto es una vendetta». Recientemente ha presentado un recurso ante el Tribunal Supremo contra la sentencia de quince meses de prisión por un tuit sobre un presunto abuso sexual a unas menores en Burjassot, pero la valenciana no ceja en su empeño.
Cristina Seguí fue una de las integrantes del equipo fundador de Vox en el año 2013 y llegó a ser presidenta del partido de Santiago Abascal en la provincia de Valencia, tras abandonar voluntariamente la actividad política pasó a colaborar con diferentes medios de comunicación de ámbito nacional, tanto escritos como televisivos, una faceta que combinó con su prolífica actividad en las redes sociales. En la actualidad, Seguí es presidenta de la asociación Gobierna-TE, que ejerce la acusación popular en el caso del presunto encubrimiento de los abusos sexuales a una menor tutelada por la Generalitat Valenciana por parte del que fuera marido marido de Mónica Oltra. Como adelantó El Debate, Gobierna-TE solicita una pena de 6 años de cárcel para la exvicepresidenta del Gobierno valenciano por los delitos de omisión del deber de perseguir delitos, prevaricación administrativa, malversación y encubrimiento.
Sólo con tener cara a cara a Cristina Seguí se puede sentir que el miedo a veces hace sacar de lo más profundo un sentimiento de valentía y arrojo. Sólo en una situación de sentirse sin salida sale a la luz una fuerza innata capaz de dotar de la calma más llamativa. Ella está serena, aunque por momento brota alguna lágrima. Sabe, intuye y «asume» que su futuro pasará, «si no hay cambio de ley», por entrar a la cárcel por «haber publicado dos tuits» y acumular delitos tan variopintos como «trato denigrante, descubrimiento y revelación de secretos o contra la integridad moral», entre otros. Ella se mantiene: «No insulto a nadie, sólo doy mi opinión y la información de la que disponía».
Cristina Seguí se toca el pelo y aguanta la mirada fijamente cuando repasa sus últimas andanzas judiciales, hasta saca una sonrisa en el momento de contar que «me acusaron en los escritos del Ministerio Fiscal y de la acusación particular de haber dicho que a las niñas de Burjassot se les tenía que haber dado una ostia. En el juicio pusimos el vídeo de la entrevista en cuestión y yo en ningún momento digo una cosa así. La juez en vez de reprobar e indicar que acusar en falso es delito, se limitó a no recoger nada en la sentencia».Pero en el calvario judicial hay más ejemplos llamativos que Seguí no olvida: «Me acusaron por difundir un vídeo de abusos sexuales, cuando es completamente falso y fui absuelta. Yo publiqué un mensaje rectificando una información de Europa Press con un vídeo capturado de Instagram en el que las dos menores decían haberse inventado la agresión sexual. En todo el juicio se trató mi tuit eliminando la primera frase, en la que mencionaba a la agencia, y la última, en la que valoraba su trabajo. El resto era decir que se equivocaban en la edad de las niñas».
Yo sólo publiqué un mensaje rectificando una información con un vídeo capturado de Instagram

Cristina Seguí, durante la entrevista en el Palacio Colomina de Valencia.
Marzo, 2026
A la espera de la resolución del Tribunal Supremo, el calendario judicial de la valenciana tiene otra fecha marcada en rojo: marzo de 2026. Ahí se sentará ante el juez por un vídeo en el que desgranaba «una adopción irregular por parte de Vicente Serra, presidente de la asociación Mirall Camp de Túria, en la que hasta la Generalitat Valenciana paga por desobedecer y no devolver al bebé arrancado de su familia».
El caso «iba a ser archivado» pero, siempre de acuerdo con su versión, apareció la fiscal que relaciona ambos casos a los que se enfrenta Cristina Seguí: Susana Gisbert. Según sostiene, «sin la presencia de esta fiscal» la valenciana no se sentaría ante el juez ni se hubiera enfrentado a una suma total de cárcel de 9 años. «En este juicio dicen que publico datos de la menor, cuando son fotos subidas a redes sociales por Serra. Pixelé a la menor en una foto que no se le distingue y en eso se basan para acusarme hasta por un delito de odio al colectivo LGTBI. Lo que tengo claro es que les interesa mantener la imagen de que soy un demonio por lo del tuit de Burjassot, sólo así podrían justificar una odio que no he mostrado nunca».
La comunicadora no duda, tiene el relato de los hechos interiorizado y saber señalar «a los responsables» de lo que califica como «vendetta»: «Todo empieza conforme denuncio a Mónica Oltra por encubrir los abusos sexuales que había cometido el que por aquel entonces era aún su marido. Y estoy muy orgullosa de conseguir lo que he conseguido en ese caso». «Casualmente», o causalmente, Seguí comienza su periplo judicial conforme la instrucción del caso Mónica Oltra ha ido avanzando. Ahí aparece la figura de Susana Gisbert que en ambos casos es la fiscal encargada de acusar con una batería de delitos por dos mensajes publicados en redes sociales.

Cristina Seguí, durante la entrevista en el Palacio Colomina de Valencia.
Tengo claro es que les interesa mantener la imagen de que soy un demonio
«A prisión por opinar»
Puede ser que ningún recurso prospere y que Cristina Seguí acabe en la cárcel, pero la comunicadora tiene claras sus banderas: «Voy a ser la primera comunicadora que entre en la cárcel por unos tuits, pero lo peor es que si prosperan crearán jurisprudencia y cualquier persona podrá ir a la prisión por opinar o los periodistas por aportar su información».
Cristina Seguí aparenta dureza, pero hasta en tres ocasiones los ojos azules parecen con ganas de dejar salir alguna lágrima, no por los procesos judiciales, - «ya quisieran ellos», señala - sino al hablar de los daños colaterales: «He tenido que hablar con mi hijo porque ha leído barbaridades y porque puede ser que su madre entre en la cárcel y Compromís ha conseguido que el ministro Marlaska firme el cese como funcionario público de un familiar muy cercano. He concienciado mucho a la gente más cercana sobre mi futuro entre rejas».
El estigma está generado ya, tanto a nivel personal como en los círculos más cercanos, pero Cristina Seguí no se rinde, planta batalla en sus causas judiciales y contra Mónica Oltra, con la dureza que las personas sólo pueden sacar cuando la otra opción es hundirse.