Celebración de bous al carrer en Castellón, en una imagen de archivo

DIPUTACIÓN DE CASTELLÓN
17/9/2022

Imagen de archivo de una celebración de bous al carrer en CastellónDiputación de Castellón

La localidad «socialista» que rinde tributo a los toros con siete siglos de tradición frente a la doctrina de la izquierda

El Ayuntamiento de Vila-real conmemora los 650 años de festejos taurinos en el municipio

Vila-real se prepara para rendir homenaje a siete siglos de historia taurina con motivo de las fiestas de la Mare de Déu de Gràcia, que tendrán lugar del 5 al 14 de septiembre. La conmemoración coincide con los 650 años del primer acto de bous al carrer documentado en la ciudad castellonense, fechado el 24 de agosto de 1375 en los registros del archivo municipal. Se trata de un acontecimiento que el Ayuntamiento presenta como histórico, cultural y turístico, que cuenta con la presencia de ganaderías de renombre y hasta el estreno de un pasodoble especialmente compuesto para la efeméride.

La paradoja, sin embargo, está servida. Vila-real es un municipio gobernado desde hace años por mayorías socialistas y en la actualidad cuenta con un ejecutivo local formado por PSOE y Compromís, partidos que a nivel nacional rechazan con firmeza el maltrato animal y promueven leyes restrictivas hacia los espectáculos taurinos. Esa contradicción entre el discurso y la práctica no es exclusiva de Vila-real y se hace especialmente visible en múltiples municipios de la Comunidad Valenciana, donde los consistorios de izquierdas no solo toleran estos festejos taurinos, sino que los incluyen en la programación oficial, los promocionan y en muchos casos los subvencionan.

La celebración de este año en Vila-real es paradigmática. El alcalde socialista de la ciudad, José Benlloch, ha reivindicado que el bou al carrer es «una tradición muy arraigada en nuestra localidad» y ha defendido que las instituciones locales deben «proteger lo que es nuestro». Entre los actos destacados está la llegada de un toro de la prestigiosa ganadería Victorino Martín, de nombre Verdulito, marcado con el número 72 y de guarismo 0, que será exhibido el próximo 6 de septiembre. También se estrenará el pasodoble 'Un vint-i-quatre d’agost. Bou a Vila-real', compuesto por Alfredo Sanz e interpretado por la Unió Musical La Lira, que busca consolidarse como himno conmemorativo de esta efeméride.

José Benlloch, alcalde socialista de Vila-real, en la presentación de la programación taurina de las fiestas

José Benlloch, alcalde socialista de Vila-real, en la presentación de la programación taurina de las fiestasAyuntamiento de Vila-real

La contradicción política queda al desnudo en momentos como este. En Madrid, el Gobierno central presidido por Pedro Sánchez ha avalado la decisión del ministro de Cultura Ernest Urtasun, de Sumar, de eliminar el Premio Nacional de Tauromaquia, mientras que en el Congreso el PSOE mantiene una posición ambigua ante la tramitación de la Iniciativa Legislativa Popular que persigue retirar la tauromaquia como Bien de Interés Cultural. Pero en la práctica, en ciudades valencianas como Vila-real, Sagunto o la Vall d’Uixó, gobernadas por partidos progresistas, los encierros, exhibiciones y concursos taurinos no solo sobreviven, sino que se celebran con orgullo institucional.

El peso de la tradición y la presión social son determinantes. En la provincia de Castellón, el 93,3 % de los municipios organizaron en 2024 al menos un festejo taurino, y la provincia lidera el mapa nacional con 4.868 actos de bous al carrer, más de la mitad de los 9.135 celebrados en toda la Comunidad Valenciana. Los datos son incontestables: Castellón concentra el 53 % de los eventos taurinos valencianos, Valencia un 37 % y Alicante apenas un 10 %. En total, las celebraciones ocuparon 245 días del año, sobre todo entre julio y septiembre, lo que muestra hasta qué punto la tauromaquia forma parte del calendario festivo local.

La izquierda valenciana ha optado por el pragmatismo y ningún ayuntamiento socialista o de Compromís ha eliminado estos actos en sus fiestas patronales, pese a la contradicción que supone respecto a su discurso nacional. La explicación es sencilla: la tauromaquia forma parte del ADN festivo de la terreta y suprimirla supondría un elevado coste político, con un rechazo vecinal que ninguna formación se arriesga a asumir. En la plaza y en la calle, los principios se diluyen.

Mientras en otras partes de España se abren debates sobre la pervivencia de las fiestas taurinas, como el caso de Pamplona, donde EH Bildu ha impulsado una encuesta ciudadana sobre encierros y corridas de San Fermín, en la Comunidad Valenciana el silencio institucional de la izquierda contrasta con la contundencia de sus discursos en Madrid o Barcelona. Vila-real, con siete siglos de tradición taurina y un gobierno socialista al frente, se convierte así en el ejemplo más elocuente de esta doble moral.

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