
El presidente ucraniano Volodímir Zelenski en un encuentro con periodistas en Kiev
Defensa
El golpe en la mesa de Ucrania
Si no asumimos nuestro papel en la historia, nuestro lugar en el mundo, y nos unimos con más fuerza aún, estaremos destinados a convertirnos en vasallos de unos o de otros
Llevamos un tiempo en el que, después del cambio de rumbo del presidente Trump, y su consagración como el nuevo Judas Iscariote, que nos ha vendido por treinta rublos de plata, Rusia juega a una guerra distinta. Con su enemigo solamente apoyado por la Unión Europea, ha comenzado a avanzar sobre posiciones ucranianas, a bombardear objetivos civiles en varias ciudades ucranianas, a atacar infraestructuras críticas, es decir, a aprovecharse de la ventaja que le ha otorgado su nuevo socio para generar más sufrimiento en la población civil y que esto sirva para agotar a la población y obtener así una ventaja en las negociaciones.
Tal y como ya afirmó el ex director del MI6, Sir Alex Younger, no comprendemos que Putin no persigue territorios, ni victorias parciales, su objetivo es eliminar a Ucrania como país, que todo esto finalice de modo que Ucrania no sea nunca más un país soberano, quiere convertirlos en sus vasallos, algo que no podemos permitir la Unión Europea ni la OTAN porque sería un error catastrófico para el futuro no solamente de Ucrania, sino de toda Europa.
Debemos ya convencernos de la situación en la que vivimos, del escenario en el que se producen todos estos movimientos. Una Unión Europea fuerte es un adversario y no interesa a los Estados Unidos, ni a China, ni a Rusia, es un competidor que tienen que eliminar y el trabajo sucio se lo están haciendo los primeros a los otros dos. Si no asumimos nuestro papel en la historia, nuestro lugar en el mundo, y nos unimos con más fuerza aún, estaremos destinados a convertirnos en vasallos de unos o de otros.
Y en este escenario realmente la cosa no les iba mal a los rusos. Negociaban con sus condiciones, más bien imponían sus condiciones, se reían de todo el mundo, su presidente no asistía a las negociaciones y humillaban a los ucranianos planteándoles unas condiciones de paz inasumibles. Pero resulta que la humillación va por barrios y los militares y los servicios de inteligencia ucranianos decidieron que ya había llegado la hora de «pegar un puñetazo en la mesa». Ya estaba bien de engaños y mentiras y tenían que hacer algo para cambiar el rumbo de las cosas. Lo que no podíamos adivinar ninguno era la operación que tenían en marcha.
Mientras nosotros nos debatimos en las discusiones filosóficas, en los tiempos de decisión interminables, los ucranianos decidieron que ya había llegado el momento de demostrar sus capacidades. El domingo, como todos conocen, un día antes de las nuevas negociaciones en Estambul, ejecutaron una magistral operación militar y de inteligencia, atacando las bases de la aviación estratégica rusa y causándoles la pérdida de un tercio de sus aparatos, un daño irreparable.
Inmediatamente, como siempre, comenzó una campaña mediática, por parte de los rusos, prorrusos, en la que los argumentos principales fueron: «Los ucranianos nos llevan a la 3GM», «Rusia va a utilizar como respuesta las armas nucleares», «Las fuerzas de misiles nucleares ya están en alerta», «Los europeos no llevan al desastre» y alguna otra parecida. La realidad, más de lo mismo, los mismos argumentos que llevamos escuchando desde el inicio de la guerra. Generar miedo, desinformar y amenazar con el uso de las armas nucleares, algo que llevan anunciando desde hace ya más de tres años.
La guerra la inició Rusia, pero los culpables son los ucranianos, si Ucrania se defiende nos lleva a todos a una escalada, si Rusia ataca objetivos civiles, edificios de apartamentos, infraestructuras críticas, sistema de energía eléctrica, todos se callan y se ríen de los muertos ucranianos. Esto es así, lamentable pero cierto, tenemos que asumirlo, son miserables y mentirosos y así continuarán. Lo que no parece tan lógico es que, asumiendo que esta es su esencia, nos creamos que en las negociaciones van a ser diferentes, no van a comportarse del mismo modo.
Contra sus mentiras, y su modo de actuar, abusando de las circunstancias que le pone encima de la mesa su socio Trump, Ucrania ha hecho muy bien ejecutando una operación exitosa y sentándolos a la mesa de negociación con el impacto de una nueva acción que vuelve a ponerles en evidencia. La supuesta segunda potencia militar del mundo, apoyada por Irán, China, Corea del Norte, Venezuela y otros, no es capaz de doblegar a los ucranianos, ahora solamente apoyados por Europa.
Pero es que el guion de esta miniserie no había terminado, nos traía más sorpresas. Después de esa acción bautizada como «Operación Telaraña», donde burlaron todas las medidas de seguridad rusas en su propio territorio, ejecutaron un ataque masivo con drones sobre Crimea y, esta madrugada, la del martes 3 de junio, han realizado otra operación, también exitosa, en la que han burlado los controles rusos nuevamente y han explosionado 1000 kgs sobre uno de los pilares del Puente de Kerch.
Creo que Ucrania está demostrando que puede hacer mucho daño a Rusia, y que puede decidir dónde quiere y cuándo quiere y esto no deben llevarlo muy bien los rusos. Los ridículos constantes no son una buena imagen para la Gran Rusia y su todopoderoso ejército. Me imagino que su líder Vladimir Putin no debe estar muy contento. Creo sinceramente que todavía no se han dado cuenta de que pelean contra un pueblo orgulloso de su identidad nacional, dispuesto a pelear hasta el último centímetro de su territorio, dispuesto a morir por sus hijos y sus nietos, dispuestos a entregar a sus descendientes un país libre que decide por sí mismo.
En la campaña mediática, se utiliza como argumento que rusos y ucranianos son iguales. ¿Me pueden decir en qué?. Creo que a la vista está que no es así y que han cometido un error considerable al pensar que se rendirían ante la menor dificultad. Los ucranianos están demostrando al mundo que son guerreros bravos a los que hay que temer y cada día se ganan a pulso, peleando en el campo de batalla, su derecho a ser un pueblo libre del invasor ruso. Cualquier camino que no sea ese se convertirá no en su fracaso sino en el de todos nosotros.