
Las razones por las que el marisco gallego es considerado el mejor
No todos los mariscos saben igual durante el año: cuándo comer cada uno, según la temporada
Existe una creencia popular que asegura que los mejores meses para comer marisco son los que contienen la letra «r»
En Galicia, hablar de marisco es hablar de identidad. Esta tierra bañada por el Atlántico ha convertido el marisco en un emblema de su gastronomía y cultura, con productos tan apreciados como la centolla, el percebe o la almeja. Pero los mariscos no saben igual todo el año, pues, como con los buenos vinos, hay momentos ideales para degustarlos en su máximo esplendor.
Existe una creencia popular que asegura que los mejores meses para comer marisco son los que contienen la letra 'r' en su nombre. Existe cierta discrepancia sobre si se trata de un mito o una realidad, pero lo que si es cierto es que no todos los mariscos siguen el mismo ciclo y factores como la temperatura del agua, el momento reproductivo o el sistema de cultivo influyen directamente en su sabor, tamaño y frescura.
Los meses con r y alguno más
Entre septiembre y abril, meses con 'r', las aguas son más frías, lo que mejora su conservación y frescura, lo cual reduce el riesgo de intoxicaciones. En cambio, durante los meses cálidos, como julio y agosto, el calor favorece su deterioro y también coincide con la época de reproducción de muchas especies, lo que afecta negativamente a la calidad de su carne.
Por ejemplo, el bogavante, la langosta o el camarón aunque se consumen mucho durante los meses de verano, su mejor momento es el invierno. Lo mismo ocurre con la centolla o la cigala. En estos meses fríos, aunque su tamaño sea algo menor, su sabor es más concentrado y su textura más firme.Así las cosas, de enero a marzo se da una de las mejores épocas del año para disfrutar del marisco gallego. La centolla, el bogavante, el camarón, la cigala, la ostra y la langosta alcanzan su punto de sabor y textura.
Durante abril y mayo, ya entrada la primavera, la situación cambia ligeramente. Muchas especies inician su fase reproductiva, por lo que su carne pierde calidad y concentración de sabor. Aun así, todavía es posible encontrar cigala de buena calidad.
El verano, de junio a septiembre, no es la época más aconsejable para el consumo de marisco, principalmente por las altas temperaturas, que dificultan la conservación y aumentan el riesgo de intoxicaciones. Sin embargo, esto no significa que debamos renunciar a todo. El bogavante, la nécora y las almejas siguen siendo buenas opciones.
Con la llegada del otoño y el invierno, de octubre a diciembre, se concentran las mejores especies: el pulpo, la nécora, la centolla, el buey de mar, la ostra, el camarón o el berberecho. La baja temperatura del agua favorece su conservación y calidad, por lo que es, sin duda, la mejor estación para disfrutar de ellos.
Saber elegir el momento ideal para disfrutar cada tipo de marisco es fundamental para mejorar la experiencia gastronómica.