Fuera de la masificación

Este pueblo se erige como la capital del longueirón

El longueirón, el marisco muy similar a las navajas que triunfa en el 'fin del mundo'

Es famoso por su mítico cabo donde los romanos creían que terminaba el mundo conocido

En la costa gallega, hay un municipio donde la tradición marinera y la gastronomía local tienen como protagonista a un molusco muy particular: el longueirón.

Este marisco, característico por su forma alargada y su sabor intenso, forma parte esencial de la identidad culinaria del lugar. Y es que aquí, el longueirón se ha convertido en un auténtico emblema local.

Esta es la capital del longueirón

Solo al llegar a Finisterre uno entiende por qué este lugar es mucho más que un final geográfico. Este municipio de la provincia de La Coruña, famoso por su mítico cabo donde los romanos creían que terminaba el mundo conocido, es también popular por la calidad del longueirón.

De hecho, es tan popular que desde 1990, cada primer domingo de agosto, celebra su producto estrella con una fiesta que ya se ha convertido en referente: la Fiesta del Longueirón.

Este marisco es una especie de navaja de concha recta, más robusta y con un sabor más intenso que su pariente común, encuentra en las aguas limpias y batidas de Finisterre el hábitat perfecto.

La recolección se realiza de forma artesanal por mariscadores locales, lo que asegura tanto la calidad del producto como la continuidad de una tradición que los define.

Fiesta del Longueirón

Fiesta del Longueirón

Pero la experiencia no se limita a este marisco, ya que Finisterre ofrece una ruta gastronómica marcada por la excelencia de su lonja y la frescura de su cocina. Aparte de los longueirones, destacan otros mariscos como los bueyes de mar, las centollas o las langostas, y pescados autóctonos como la robaliza (lubina salvaje) o el sargo, que se sirven en los restaurantes locales en preparaciones tradicionales como la caldeirada, a la brasa o al horno.

Mucho más que un pueblo, una meta

Aunque la mayoría de los caminantes dan por finalizada su ruta jacobea al llegar a la Catedral de Santiago de Compostela, cada vez son más los que deciden continuar su recorrido hasta la costa atlántica gallega. En ese trayecto final, Finisterre se convierte en un destino.

Esta prolongación del Camino, que recorre alrededor de 90 kilómetros desde Santiago hasta el cabo de Finisterre, es conocida como la ruta hacia el ‘fin del mundo’, en alusión a las creencias de los antiguos romanos, quienes creían que más allá de este punto geográfico no había nada.

En ese sentido, para muchos peregrinos representa el cierre completo del viaje. Aquí es donde algunos deciden realizar rituales como quemar parte de su ropa o dejar objetos personales a modo de ofrenda, marcando el fin de la peregrinación.

Además, la llegada a Finisterre incorpora un componente cultural y gastronómico. Al finalizar el Camino, los peregrinos acceden a un entorno costero caracterizado por su paisaje, su tradición marinera y una oferta culinaria centrada en productos locales. En este sentido, Finisterre representa un lugar donde la experiencia del viaje se completa con el valor del entorno y la riqueza de su patrimonio.

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