Fragas del Eume
Ni Madrid ni Barcelona: esta es la mejor escapada por Galicia para los amantes del senderismo y del buen comer
Este enclave único combina historia, naturaleza en su estado más virgen y buena gastronomía
El otoño es la estación perfecta para los senderistas y los amantes de la naturaleza. Ahora que las temperaturas se suavizan y los bosques empiezan a cambiar progresivamente de color, se puede disfrutar de unos paisajes únicos y sin la masificación de la temporada estival. La paz reina en los senderos, lo que permite vivir una experiencia de mayor conexión con el entorno.
La larga lista de lugares en España perfectos para hacer una ruta de fin de semana, como lo pueden ser la Sierra de Madrid o el Macizo de Montserrat en Barcelona, hace difícil la elección, pero existe un enclave en Galicia que destaca si el andar no es lo único que importa. Combina historia, naturaleza en su estado más virgen y buena gastronomía.
Fragas del Eume
Acompasado por el curso del río Eume, el Parque Natural de las Fragas del Eume es uno de los bosques atlánticos de ribera mejor conservados de Europa. Se trata de un espacio natural protegido español de la provincia de La Coruña, en el norte de Galicia, cuyas más de 9.000 hectáreas de extensión se extienden a través de cinco ayuntamientos: As Pontes de García Rodríguez, Monfero, A Capela, Cabanas y Pontedeume. Robles, chopos, fresnos, alisos, más de 20 especies de helechos y 200 de líquenes habitan en este espacio donde, como promociona la Xunta de Galicia, «no hay un solo verde, sino paisajes de mil verdes».
La riqueza no se acaba ahí, pues en las Fragas del Eume también viven 103 especies de aves, 41 de mamíferos y ocho tipo de peces, además de especies endémicas de invertebrados y reptiles como la rana ibérica.
Monasterio de Caaveiro
Oculto en el corazón de este enclave, declarado Parque Natural el 12 de agosto de 1997, se erige el Monasterio de Caaveiro. Se trata de un antiguo cenobio con piedras de más de diez siglos de historia que fundó San Rosendo en el año 934 para la oración y la contemplación. Ahora propiedad de la Diputación Provincial de La Coruña, se puede visitar si uno se anima a subir la gran pendiente que hay para acceder a este.
Monasterio de Caaveiro
La recompensa, además de poder descubrir los secretos de su interior, es catar los mejores bocadillos de la zona (y se podría decir que de Galicia) en el bar próximo. No es una exageración. En la Taberna de Caaveiro, un negocio familiar que abrió hace doce años, hay dos clásicos que no hay que dejar de pedir: el de tortilla de patata, pisto y pesto y el de lomo asado con queso de Arzúa.