La alcaldesa de La Coruña, Inés Rey García, durante una entrevista
Inés Rey se pone al frente de la rebelión contra Besteiro por el caso Tomé
La alcaldesa de La Coruña encabeza desde el inicio de la crisis las críticas contra la cúpula gallega, a la que acusa de inacción ante las denuncias de las presuntas víctimas del alcalde de Monforte de Lemos
Mientras la dirección del PSOE gallego todavía acusaba el golpe y trataba de reaccionar a las revelaciones del programa Código 10 sobre el 'caso Tomé', la alcaldesa de La Coruña, Inés Rey, apenas tardó unas horas en marcar distancias con la cúpula. La regidora fue la primera en exigir a su partido investigar con «la máxima celeridad» las denuncias por comportamientos machistas contra el regidor de Monforte de Lemos, José Tomé.
Con el PSOE gallego aún en estado de shock, Inés Rey no esperó a la respuesta oficial de la dirección y exigió de inmediato esclarecer unos hechos que, según se ha sabido con posterioridad, Besteiro ya conocía desde el pasado mes de octubre sin haber tomado medida alguna.
Esa confesión precipitó la salida de la secretaria de Igualdad del PSdeG, Silvia Fraga, profundamente descontenta con la inacción de la dirección. Su renuncia fue el germen para que las mujeres socialistas gallegas, con Inés Rey a la cabeza, emitieran un manifiesto de indignación contra la cúpula. Supera las 350 firmas, entre las que destacan apoyos de máximo peso político como los expresidentes de la Xunta Emilio Pérez Touriño y Fernando González Laxe.
Lo que empezó como un alzamiento de las socialistas gallegas del partido ha acabado en una rebelión interna, arropada por los históricos en la comunidad, y en un cuestionamiento de la figura de Besteiro. La revuelta exige depurar responsabilidades al más alto nivel, incluyendo la dimisión del secretario general.
Comparecencia de urgencia
La presión interna es tal que el propio Besteiro tuvo que comparecer de urgencia este martes por la tarde para calmar los ánimos. Sin embargo, lejos de apaciguar, se ha granjeado más críticas al decir que «dimitir tiene que dimitir el que acosa», como si él no tuviese responsabilidad alguna en el hecho de haber tenido conocimiento de al menos una denuncia contra Tomé desde octubre y no haber hecho nada al respecto.
Con este panorama, a Besteiro se le antoja difícil, si no imposible, remontar un liderazgo que ha visto erosionada su autoridad moral ante las bases.