Pablo PicassoAndré Villers / Villers Galerie

Tras los pasos de Picasso en Galicia: una ruta por la ciudad que marcó su obra

En La Coruña vivió experiencias que influyeron profundamente en su percepción del arte y del mundo

Cuando pensamos en Pablo Picasso, inevitablemente lo relacionamos con ciudades como Málaga, Barcelona o París.

Sin embargo, hay una ciudad en Galicia que marcó su vida y obra en sus años de formación. En ella pasó cinco años cruciales de su infancia, desde los 9 hasta los 13 años, y fue allí donde dio sus primeros pasos como dibujante.

Aunque su estancia fue breve, ese período resultó clave para su desarrollo artístico, ya que vivió experiencias que influyeron profundamente en su percepción del arte y del mundo como su primer amor y la trágica muerte de su hermana pequeña, un acontecimiento que lo marcaría para siempre.

Viajamos siguiendo los pasos de Picasso en una ruta por la ciudad gallega que dejó una marca en su legado: La Coruña. En 1891, con tan solo 9 años, Pablo Ruiz Picasso se mudó con su familia a la ciudad herculina, donde su padre trabajaba como profesor en la Escuela de Bellas Artes.

Fue en este centro educativo donde Picasso afinó su asombrosa destreza como dibujante, iniciándose también como pintor y realizando su primera exposición.

La huella del artista en Galicia

Todo comienza en el número 14 de la calle Paio Gómez, primera parada imprescindible para descubrir al Picasso coruñés. En la segunda planta de este edificio se encuentra la residencia en la que Picasso vivió con su familia tras su llegada a Galicia.

Hoy convertida en la Casa Museo Picasso, la vivienda conserva muebles, objetos personales y reproducciones de las primeras obras del joven pintor. Esta casa, típica de la ciudad a finales del siglo XIX, ha sido restaurada, pero mantiene su esencia con muebles y objetos originales, así como reproducciones de la obra coruñesa de Picasso y un grabado original. Cada rincón de la casa evoca la vida del niño que pasaba horas dibujando en un rincón iluminado por la luz gallega.

Casa museo de PicassoCasa museo de Picasso

Al salir del edificio, un agradable paseo hasta la Plaza de Pontevedra, epicentro de su infancia, es imprescindible para entender la obra del genial pintor.

En esta plaza se hallaba el Instituto Eusebio da Guarda, donde Picasso estudió, y la Escuela de Bellas Artes, donde comenzó a recibir formación artística con tan solo diez años. Aquí, el joven Picasso jugaba con otros niños, absorbía el bullicio de la ciudad y comenzaba a reconocer su talento artístico. En la Escuela de Artes y Oficios se conservan sus excelentes calificaciones.

Las playas de Riazor y Orzán fueron también escenarios fundamentales en su vida, fuente de su inspiración. Se le solía ver paseando por ellas, observando el movimiento de las olas, los barcos de pescadores y las escenas cotidianas que más tarde reflejaría en sus primeras obras.

No resulta difícil imaginar al joven pintor capturando los colores del Atlántico y plasmando las escenas de los marineros.

Pasear por la Calle Real, una de las calles más emblemáticas de la ciudad, era habitual para Picasso. Y es que en el número 20 realizó su primera exposición, seguida de una segunda muestra en la que presentó El hombre de la gorra, hoy en el Museo Picasso de París.

En esa misma calle, Picasso dibujaba a los transeúntes y los retrataba para una revista que él mismo fundó, llamada La Coruña. Este ejercicio de observación, característico de su primera etapa, sería una constante a lo largo de su carrera.

El Teatro Rosalía de Castro también dejó una marca en el joven Picasso, quien acudía a representaciones teatrales que inspiraban sus pinturas.

Cementerio San AmaroTurismo de La Coruña

Sin embargo, no todo fueron momentos felices. La muerte de su hermana pequeña, Conchita, a causa de la difteria en 1895, lo afectó profundamente. En el Cementerio de San Amaro, donde fue enterrada, Picasso vivió uno de los momentos más dolorosos de su vida.

Fue allí donde, en un arrebato de fe, prometió dejar de pintar si su hermana se salvaba, una promesa que nunca cumplió, pero que marcó el inicio de su obsesión con la muerte y el sufrimiento, temas recurrentes en su obra. El Cementerio de Santo Amaro, uno de los más bonitos de España y forma parte de la Ruta de los Cementerios Europeos.

Otro lugar que fascinó al joven Picasso fue la Torre de Hércules, el faro romano más antiguo del mundo. Este monumento, que sigue dominando la costa coruñesa, inspiró varias de sus obras y alimentó su imaginación, ofreciéndole un espacio de reflexión y conexión con el mar.

Las vistas desde la torre son únicas, y Picasso las disfrutó a menudo, incorporando la Torre de Hércules, o 'Torre de caramelo' como la llamaba su padre, en muchos de sus dibujos y óleos.

La Coruña fue un lugar crucial en la formación del artista. Hoy, recorrer los rincones de esta ciudad es también un viaje al origen de Picasso como artista, que años después de dejar Galicia afirmó: «Es la ciudad en la que se despertaron mis sentidos, y eso es algo que ni el tiempo ni la distancia pueden borrar».