Escultura en bronce de las Dos Marías, en la entrada del Parque de la Alameda en Santiago

Escultura en bronce de las Dos Marías, en la entrada del Parque de la Alameda en SantiagoOlaia

Estas son las dos mujeres más fotografiadas de Compostela

Se las conoce como 'Las dos Marías' o ‘las dos en punto’ que era a la hora a la que salían a pasear por el parque de la Alameda de la capital gallega donde ahora luce su escultura de bronce

La Alameda de Santiago de Compostela es el parque urbano lleno de vida que rinde homenaje a la cultura y la literatura. Esculturas de Rosalía de Castro, Ramón María del Valle-Inclán, Isaac Díaz Pardo o Federico García Lorca saludan a los visitantes en su paseo por el pulmón de Compostela.

Sin embargo, más allá del ámbito cultural; la Alameda también alberga una escultura que, aunque no está relacionada directamente con el mundo de las artes, sus protagonistas son las dos mujeres más fotografiadas de la historia de Santiago.

Una vida marcada por la represión

Las dos Marías’ o ‘Las dos en punto’, estos son los sobrenombres de Coralia y Maruxa Fandiño Ricart, dos hermanas muy populares en Santiago en la segunda mitad del S.XX.

Asiduas paseantes de la Alameda, llamaban la atención, y por ello fueron juzgadas, por su manera de vestir, impropia para la época; y por su extravagante maquillaje. La hora del paseo siempre era la misma, las 14:00 horas, de ahí uno de sus apodos, pues era el momento más concurrido del lugar porque era cuando los estudiantes se iban a sus casas a comer.

Coralia y Maruxa eran dos de los trece hijos de un matrimonio entre una costurera y un zapatero.

Las dos trabajan en el taller de su madre como costureras y tenían por costumbre salir de su casa a las 12 de la mañana para recorrer, siempre juntas y cogidas del brazo, las calles de Santiago. Un paseo que terminaba a las dos del mediodía, hora en la que las señoras de la época se recogían. Su vida era como la de cualquier otra mujer de la época hasta el estallido de la Guerra Civil, cuando empezaron todas sus penurias.

Fueron juzgadas socialmente y su trabajo de costureras se frustró. Fueron marginadas y terminaron por ser víctimas de la exclusión social y la pobreza ya que el hambre estaba presente en el día a día. Aunque se negaban a recibir caridad por parte de los pocos vecinos que las querían ayudar, una red de comercios compostelanos comenzaron a fiarlas. Las hermanas terminaron por vivir recluidas en su casa en donde finalmente lograron sobrevivir.

La rebeldía hecha leyenda

No fue hasta la década de 1950 cuando las dos hermanas volvieron a recorrer las calles de la ciudad, retomando sus paseos diarios como si el tiempo no hubiera transcurrido desde la última vez que se las vio.

Con una actitud alegre, salían a expresar su inconformidad a través de una silenciosa protesta: Sus vestidos de colores llamativo y maquillaje extravagante, como una manera de revivir su juventud, época en la que fueron felices, y que la vida les arrebató.

Las dos Marías

Las dos MaríasOlaia

Con la mirada al frente y siempre del brazo, las Fandiño, ahora más envejecidas, caminaban hasta encontrarse con los estudiantes de Santiago, a quienes intentaban atraer como si fueran jóvenes. Sin embargo, a menudo recibían humillaciones, insultos y burlas. Eran vistas como «viejas locas».

No obstante, su comportamiento ocultaba el sufrimiento y la exclusión que habían soportado durante años, un trauma que las llevó a refugiarse en la época de su vida en la que fueron felices. Preferían ser notadas, incluso si eso significaba ser objeto de burlas, en lugar de vivir en el olvido.

Las dos descansan juntas

Ambas murieron en la década de los 80. Maruxa (1898-1980) falleció en Santiago de Compostela a los 82 años. Tras su muerte, Coralia (1914-1983) se mudó con otra de sus hermanas a La Coruña, pero nunca logró adaptarse a estar lejos de su hogar y de Maruxa. Finalmente, murió en enero de 1983 a los 68 años.

Las dos descansaban en tumbas separadas y alejadas en el cementerio compostelano de Bosaica hasta 2014, cuando el Ateneo de Santiago decidió poner en marcha una colecta popular para rehabilitar el sepulcro, instalar una placa en su homenaje y enterrarlas en una misma tumba. Desde entonces, sus restos se encuentran juntos, tal y como siempre habían estado en vida las inseparables hermanas.

Gracias a su escultura erguida en 1994 ubicada en la entrada de la Alameda se han convertido en las mujeres más fotografiadas de Santiago, cumpliéndoselo así el sueño de estas dos hermanas, que era no caer en el olvido.

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