opiniónLuis Marín Sicilia

¡Ánimo Puigdemont!

El muro del oprobio que ha construido tu siervo momentáneo terminará sepultándolo

Actualizada 05:00

¡Ánimo Puigdemont, que lo tienes contra las cuerdas! Si tus amigos y contrincantes por el voto de la Republica de los ocho segundos le consiguieron el indulto, la rebaja de la malversación y la derogación de la sedición, tú no vas a ser menos para que Rufián no diga otra vez que te vendes por unas monedas y te llame «botifler».
Ánimo que el que manda ahora eres tú. Si los que señalaban objetivos a los terroristas en diarios de servidumbre «abertzale» han posado felices con el en una foto de compadreo y le han sacado, de entrada, la alcaldía de Pamplona, tú eres más importante, se han reído de ti por hacer de paquete en un maletero y ahora debe saber, el de la risa chulesca, quien manda de verdad aquí. No te conformes con poco. Tú eres el «President» en el exilio, según aceptan hoy quienes prometieron traerte ante la Justicia y debes hacerles pagar su atrevimiento.
Y que no demore la visita que le has exigido que te haga. Para que rinda pleitesía allí donde tú digas, de igual a igual pero bajo las condiciones que tú pongas porque eso es la normalización del conflicto: que pidan perdón quienes se atrevieron a oponerse al «proces». Que preparen tu vuelta a la ciudad condal en olor de multitud porque vuelve el «molt honorable». Y que la Abogacía del Estado cumpla con la obligación de poner al juez Llarena en su sitio por el atrevimiento de querer encarcelarte.
Ánimo y no decaigas en tu empeño, porque serás un ejemplo para otros grupos tan solidarios, amantes de la convivencia y respetuosos con la legalidad como vosotros. Narcotraficantes, pederastas y otros colectivos identitarios y arraigados comparecerán agrupados por si, en un nuevo proceso electoral, Sánchez necesitara comprar sus votos. El negocio es el negocio.
Pero no vayas más lejos. No te equivoques: estás sometiendo a un saltimbanqui sin palabra ni honor. Calcula bien los límites de tu triunfo momentáneo, porque España es mucho más grande, mucho más fuerte y tiene bastante más dignidad que quienes hoy dirigen sus destinos. No confundas la ambición de algunos políticos con la dignidad de los españoles. La historia del país ha puesto en su sitio a aquellos felones que menospreciaban la capacidad, el orgullo y la cohesión de un pueblo empeñado en que no lo destrocen.
Romper las reglas del juego y encima ser premiados por ello es un mal ejemplo para la ciudadanía. Y ante esta hay que tener bastante más cuidado porque el muro del oprobio que ha construido tu siervo momentáneo terminará sepultándolo. A él, a sus súbditos y a cuantos están jugando con el prestigio, la honra y la dignidad de una nación milenaria de ciudadanos libres e iguales, que no tolerarán más privilegios, arbitrariedades ni atropellos a la razón y a las normas de convivencia.
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