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Amnesia por Navidad

"Nos empacha con malos tragos pagando a toda la ralea que lo sostiene: malversadores, prófugos, golpistas y amigos de terroristas no arrepentidos

Actualizada 05:00

El 22 de diciembre de 2022 la prensa hacía pública la noticia de que las Cortes Generales «habían aprobado la reforma exprés del Código Penal que deroga el delito de sedición y rebaja el de la malversación, con la atención pública más pendiente de otros frentes, como el sorteo de la lotería de Navidad … pasando de puntillas sobre la reforma penal, una prueba de la incomodidad que suscita entre los socialistas». Un año después, el Congreso ha iniciado, por la vía de urgencia para evitar informes preceptivos que pudieran cuestionar su constitucionalidad, la amnistía a los responsables del «procés», abrumándonos con un masivo e indigesto aluvión de medidas de blanqueamiento de delincuentes cuya expresión más definitoria del desahogo y la desvergüenza con que se hace es ese «os vais a hartar de fotos» con el que Sánchez se regodea de como va a sacar a Puigdemont del maletero hasta encumbrarlo como adalid de la ignominia.
Sánchez quiere repetir la jugada, ahora con más descaro y chulería: aprovechar estos días de vida familiar y festiva para ceder ante sus acreedores, bajarse los pantalones de una vez y cuanto antes mejor, confiando en que, normalizada la deshonra, la memoria colectiva se desvanezca ante un desmadrado putiferio ya institucionalizado, blanqueado y digerido por una sociedad olvidadiza y adormecida por eso que llaman «el relato», un artilugio del orfeón papagayo con el que se pretende ocultar la agitación propagandística.
El inquilino de la Moncloa ha puesto el turbo y quiere que nos indigestemos con sus atropellos, esperanzado en que el tiempo todo lo cura y, como pasó hace un año con las reformas penales y los indultos, pronto se nos olvidará la amnistía a los golpistas y la entrega de Pamplona a los filoterroristas, en una amnesia colectiva facilitada por unas fiestas entrañables donde los hombres de bien quieren paz y convivencia. Y nos empacha con malos tragos pagando a toda la ralea que lo sostiene: malversadores, prófugos, golpistas y amigos de terroristas no arrepentidos, los cuales cobran por adelantado de un Estado al que quieren destruir. Sánchez en estado puro, convencido de que los españoles son olvidadizos y normalizarán estas afrentas con la misma frivolidad con la que se han acostumbrado a sus mentiras.
En su obra «El ministerio de la verdad» Dorian Lynskey, inspirándose en Orwell, describe a personajes para los cuales «la conveniencia política puede pervertir la integridad moral, el lenguaje y la propia verdad», un retrato perfecto de la personalidad de quien hoy preside el Gobierno de España. Pero puede que esta vez pinche en hueso. Porque por mucho que pretenda anestesiarnos, inflándolos ahora de malas decisiones, intragables para la honra y el prestigio de una nación, no conseguirá la amnesia colectiva que pretende porque serán cada vez más los que no cejen en el empeño de evitar que el concepto de la verdad objetiva vaya desapareciendo poco a poco, tal como el propio Orwell advirtió en su obra de referencia «1984». Poco antes de morir, el escritor británico alertó de lo que puede ocurrir si los ciudadanos son conformistas con estas sabias palabras: «La moraleja que podemos sacar de esta pesadilla es simple. No deje que ocurra. Depende de usted».
Mientras tanto, sin caer en los enredos de Sánchez, quienes tienen principios y dan valor a la verdad de las cosas, que pasen una FELIZ NAVIDAD.
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