editorialla voz de Córdoba

Deseos para el nuevo año

Actualizada 05:00

El pasado viernes muchos eran los que miraban al cielo esperando que no lloviese. Estaba en juego la celebración de las cabalgatas y, por tanto, la ilusión de muchos niños y mayores, además del perfil de los munícipes que han convertido esta tradición en una apuesta casi de gobierno, con la que entienden que se juegan parte de los votos en las urnas. La imagen y las emociones forman parte de la estrategia de la política actual más que la efectividad en la gestión, una gestión que en la mayoría de los casos no se encuadra en ideologías ni siglas, sino en el propio sentido del deber para con el ciudadano.
La escasez de lluvias, esta sequía pertinaz que parece no irse, está mostrando precisamente esa parte estratégica de una política de ataque y defensa, de titulares campanudos y de plataformas ciudadanas dirigidas mientras un gran número de cordobeses padecen los efectos no solo de un fenómeno natural sino de una política de gestos y escaparate, que no se ha ocupado en estos años, con previsión y eficacia, de lo que realmente importa, y ahora achacan a los que gobiernan su desidia y falta de interés.
Se usan las restricciones de suministro para atacar al adversario y de paso desviar la atención sobre lo que no se hizo ni se supo prevenir. Los afectados, como siempre, son los ciudadanos contribuyentes y los que realmente producen riqueza desde la agricultura y la ganadería.
El principal deseo de este nuevo año es para muchos el final de la sequía, pero también debiera ser el de contar con una clase política responsable y alejada de demasiadas demagogias. Ojalá que la lluvia llegue tanto como se le necesita, aunque el pasado viernes, por aquello de la magia, se hiciera una excepción en la rogativa.
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