Ángel Custodio, en la plaza Manuel Becerra de Madrid

Ángel Custodio, en la plaza Manuel Becerra de MadridPaula Argüelles

Ángel Custodio

«Siempre estamos pensando en lo que nos falta más que agradeciendo lo que realmente tenemos»

Lo perdió todo, acabó en la calle y ha escrito un libro para contar que se puede salir de lo más difícil gracias a la fe

Tomó aire por última vez y se lanzó al vacío. Para Ángel era la manera más rápida de dejar todo atrás. Las deudas, la ruina y la propia vida. Era 2022 y había fallado como empresario, como hijo, como amigo y como hombre. Ese es el punto más bajo del fracaso: no hay nada más allá que la propia sensación acorchada de no sentir, de vivir solo porque de momento se respira.
Sobre Ángel pesaba en su caída las subcontratas, el encarecimiento de materiales, la guerra de Ucrania, la falta de liquidez, los seguros sociales, las deudas a los amigos, el sabor metálico y agrio en la boca del tipo que lo ha perdido todo. Por eso, pensó, sobra la vida.
Un tablón cedió cuando Ángel Custodio Velasco (Madrid, 1979) creía que era el golpe final. Y más allá de las magulladuras, la vida seguía intacta pero de otra manera. Ángel comprendió la generosidad infinita que había en esa nueva oportunidad que le era dada. Una oportunidad, eso sí, que lo dejaba durmiendo en la calle. Si esa era la vida que tocaba ahora, Ángel la aceptaría. En la plaza Manuel Becerra de Madrid encontró un hogar a la intemperie y el calor inesperado de gente a la que habitualmente no se suele mirar. La calle es dura pero también en ella se encuentra la generosidad, la solidaridad y sobre todo las señales que antes Ángel no veía. Escribió un libro que ha publicado con mucho esfuerzo. En él nos habla de cómo llegó a esa situación y cómo pelea para salir de ella. Lo vende para ganarse unos euros que también emplea en ayudar a otros.
Hace un par de semanas estuvo en Córdoba, en la parroquia de Cristo Rey, dando testimonio. Es justo tras esa experiencia cuando nace esta entrevista, porque Ángel tocó el corazón de los asistentes y muchos de ellos querían que su historia se conociera. Este lunes, primero de abril -y también el martes- , está de nuevo en Córdoba, en 'Gancio' (San Álvaro, 8) para ofrecer su libro y de paso colaborar con otra buena gente de aquí, de los que con su mano derecha ayudan a otros sin que se entere la mano izquierda.
Ángel Custodio

Ángel CustodioPaula Argüelles

- Cuando uno ha estudiado en EEUU y Francia, habla varios idiomas y es un empresario de éxito, lo último que puede pensar es que acabará en la calle.
- Sí, es algo que te sorprende habiendo hecho las cosas bien y sin meterte en ningún jaleo. Y de repente sí, te encuentras en la calle preguntándote «¿Qué he hecho mal?»
- Usted lo perdió todo.
- Sí, lo perdí todo. Cuando pensaba remontar con mi empresa lo que ocurrió es que poco a poco me fui cavando el hoyo. Cuando las cosas iban mal empecé a pedir ayuda a amigos, familiares y a los bancos. Hubo un momento en que todo se fue a pique. Y me encontré solo, vaya.
- ¿Se pierde también la familia? ¿No ha habido posibilidad de retornar al hogar familiar?
- No, la familia no la perdí. Ni mucho menos. Lo que pasa es que pienso que la familia está para echarte una mano en un momento puntual. Los padres están para cuidarte de pequeño y llevarte de la mejor manera a la edad adulta, pero cuando estos están jubilados lo que esperan de un hijo de 43 años es que este les llame para darles la noticia de que van a ser abuelos, no para decirles que te has arruinado. Ellos se han ganado una jubilación tranquila, y mientras yo pueda mi deber como hombre y como hijo es sacar las cosas adelante sin darles ese disgusto, por eso mis padres no supieron nada de mi situación hasta un año más tarde.
- ¿Esperaba que el quedarse en la calle fuera una situación transitoria?
- La verdad es que no sabía lo que iba a ser de mí. Cuando me vi en la calle y sin ninguna posibilidad de cobrar el paro no tenía ni idea de lo que podría pasar. Es verdad que he escrito el libro y que se está vendiendo. Mi situación ha mejorado porque ya no vivo en la calle. Estoy agradecido por el presente y no puedo hacer planes a corto o medio plazo.
- Ha dicho usted que ha pasado de vivir ensimismado a preguntarse la razón de por qué Dios le ha puesto en esa situación.
- La fe cristiana es lo que me ha mantenido fuerte. La resiliencia del individuo es muy diferente cuando tiene fe y cuando no la tiene. Cuando Dios me puso en esta situación, pensé que algo tendría que aprender de esto, que había un propósito al que estaba destinado. Y eso fue lo que me mantuvo, la fe. Todo pasa por algo o para algo. Y efectivamente es así. Creo que después de esta situación he aprendido a valorar todo mucho más. Y no hablo del aspecto económico, ni mucho menos, sino de las relaciones humanas, el preocuparte más por el de al lado, disfrutar de las cosas pequeñas que no valen dinero y que antes no apreciaba. Siempre estamos pensando en lo que nos falta más que agradeciendo lo que realmente tenemos.
-Pero esa experiencia de fe ¿es algo que ha llegado debido a su situación o siempre fue religioso?
- Siempre he sido practicante pero con lo que me habían enseñado, o sea, ir a misa los domingos, tratar bien a los demás, ser responsable. Una educación cristiana. Pero realmente el mirar más allá de lo que es nuestro pequeño entorno de familiares y amigos, pues no. Con lo que me ha ocurrido se me ha abierto una puerta para ver el mundo . Yo estaba en mi micromundo como el que mucha gente tiene, seguramente que por desconocimiento. Dios me puso en una situación que me permite ver cosas que no había visto en mi vida.

Con lo que me ha ocurrido se me ha abierto una puerta para ver el mundo .

- ¿Cómo es la primera noche cuando uno duerme en la calle?
- Lo primero que piensas es que es mentira. Te preguntas que cómo puede ser que estés ahí. No puedes dormir porque no estás acostumbrado a algo así. Yo siempre he sido mucho de preguntar, sobre todo cuando no sé una cosa. Y eso hice, acercarme a dos personas sin hogar, de los que habitualmente duermen en la calle, y les pregunté cómo se apañaban ellos, cómo se aseaban, cómo se organizaban un poco. Tardé un tiempo en adaptarme. La primera noche, claro, no dormí nada. La segunda me fui a un intercambiador de autobuses, para dormir sentado, como un viajero que espera que llegue su línea. Cuesta mucho. Hasta que realmente aceptas la situación que estás viviendo, se hace duro.
- Cuenta usted que en una noche de mucho frío solicitó refugio a los servicios municipales, pero por no estar empadronado en el Centro, le negaron esa ayuda.
- Sí, totalmente. Y me quedé completamente perplejo. No me enfadé, ni mucho menos, sino que pensé que algo estamos haciendo mal . Que la burocracia esté así de pachucha me dejó asombrado. Debo decir que una persona de las que trabajaba allí se saltó el protocolo y me trajo una manta. Por eso creo que la burocracia anda mal pero el ser humano está en plena forma.
- La Seguridad Social no le puede embargar la totalidad de una nómina, cuando la ha tenido, pero Hacienda es implacable ¿no?
- Claro, es que falta comunicación entre las administraciones. No puede ser que la Seguridad Social vaya por un sitio y Hacienda por otro. Si hubiera una comunicación entre las dos, sería todo mucho más sencillo. Yo entiendo que me embarguen y me dejen un mínimo para vivir. Lo acepto con deportividad cristiana. Pero después llega Hacienda, de la que dicen que no tiene ojos ni oídos, pero tampoco tiene corazón. Yo al final tiro hacia delante, pero ¿qué ocurre si le pasa a una persona que tiene que alimentar a sus dos niños? Hay personas como yo que una vez que ya lo has perdido todo, todo lo que te ocurra durante el día es ganancia. Pero cuando se sufre de verdad es cuando estás a dos nóminas de convertirte en una persona sin hogar, sobre todo cuando tienes gente que depende de ti. Yo no tengo hijos y no he pasado por eso.

La burocracia anda mal pero el ser humano está en plena forma

-Se encuentra por tanto en un círculo vicioso del que no se le permite salir. Ni a usted ni a los que se encuentren en su misma situación.
- Muchas veces lo pienso. Pienso en lo que estoy peleando, que no tengo adicciones, que tengo una formación, que soy agradable con todo el mundo, y me está costando mucho salir de esta situación. Imagínate alguien con problemas de adicciones, o de salud mental. Lo tiene muy mal. Si no fuese porque hay asociaciones que no son de las administraciones y que se dedican a echar una mano, además de personas que lo hacen individualmente, yo no hubiera podido salir de esta situación.
Ángel Custodio en su reciente visita a la parroquia Cristo Rey de Córdoba

Ángel Custodio en su reciente visita a la parroquia Cristo Rey de CórdobaLVC

- Si alguna vez perdió la fe en el género humano ¿la ha recuperado?
- Por supuesto. Hay muchísimas más personas buenas que malas. Es verdad que como se suele decir, el diablo hace mucho ruido, pero hay mucha gente buena. Al final todos simpatizamos con el de al lado. Hablo por mí y por lo que he vivido. Otros no sé qué podrán decir, pero yo solo puedo dar gracias por todas la personas que se me han cruzado. Creo que España es una nación de gente muy empática y muy buena, la verdad.
- El libro que ha escrito le permite sostenerse económicamente, pero también ayuda usted a los demás con lo que le reporta. Uno de sus objetivos es tratar de sacar a gente de la calle.
- Hay mucha hermandad entre las personas sin hogar. Si uno tiene dos bocadillos y otro no ha comido, lo comparte con él. Lo poco que tienen lo comparten. Eso es lo que yo he querido hacer desde el primer libro que vendí sin esperar a remontar y eso es lo que estoy haciendo. Colaboro con una asociación o con cualquiera que me llame para dar una charla y vender el libro allí. Justo ahora he participado en la fundación de una asociación junto a un señor cuyo hijo se quitó la vida el año pasado. Está enfocada a la prevención del suicidio y el cuidado de la salud mental, y para acompañar, desde la fe cristiana, a personas que han perdido a un familiar o un ser querido que se haya quitado la vida. Yo hubo un momento que me rendí y gracias a Dios no lo conseguí. Fue un milagro.
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