Grabado de la Fuente de la Castellana, 1833

Grabado de la Fuente de la Castellana, 1833, la zona es la actual Glorieta de Emilio CastelarBiblioteca Nacional

El origen barroco de la Castellana que fue el escenario de la belleza de Madrid

En torno a la topografía natural de la vaguada de los Prados de San Jerónimo había un paseo casi rural con una fuente, que se convirtió en el protagonista de obras de embellecimiento de la villa

El paseo de la Castellana tiene su origen en la prolongación de los paseos del Prado y de Recoletos. Su fisionomía había comenzado a trazarse en el siglo XVII, tal y como refleja el plano de Texeira de 1656. El arroyo de la Castellana pasaba por la fuente que recibió el mismo nombre y que marcó la denominación de este espacio, de la cual no han quedado vestigios. Sin embargo, tenemos noticia de otras obras que permiten conocer la historia de este espacio.
El camino entre la fuente y la puerta fue concebido como un espacio ajardinado como estancia de recreo. Situado al borde del prado de San Jerónimo por el este y la puerta de Atocha al sur. Pasados dos siglos siglos se creó una plaza circular, que ha llegado hasta nuestros días, y fue coronada con un interesante obelisco en 1833.

La ciudad barroca

Sin sus características naturales originales, el paseo de la Castellana no hubiera sido el eje central de los esfuerzos por embellecer la villa de Madrid desde el barroco siglo XVII. La ciudad barroca estuvo marcada por la construcción del Palacio del Buen Retiro en el entorno del convento de los Jerónimos, en el límite este.
El límite norte del paseo de la Castellana estaba en la puerta de Recoletos, una construcción similar a las puertas de Alcalá o de Toledo que aún permanecen en pie presidiendo diferentes zonas de la ciudad. Se encontraba situada en el tramo norte de la cerca de Madrid, a la que se accedía desde el paseo con el mismo nombre, aunque tuvo dos ubicaciones diferentes. Su construcción es un ejemplo de la función que tenía el paseo de la Castellana en los primeros siglos de protagonismo de la villa y corte.
Domingo de Aguirre, "La villa y corte de Madrid desde las alturas del camino de San Bernardino", 1780

Domingo de Aguirre, «La villa y corte de Madrid vista desde el camino de Alcalá», 1780Biblioteca Nacional

La primera puerta de Recoletos fue construida en 1626 y era un pequeño portillo. En 1756, se planteó su remodelación y se situó en lo que actualmente es la plaza de Colón por mandato del Rey Fernando VI. Fue erigida con piedra de Colmenar y, según el diseño de Francisco Carlier, en estilo neoclásico. Pese a la belleza de sus columnas dóricas y sus estilizadas decoraciones en forma de concha, fue desmontada en 1863 y sus sillares de piedra se reutilizaron en otras obras del municipio. Este hecho coincidió con el desbordamiento de los límites de la urbe.
La puerta de Recoletos

La puerta de Recoletos, grabado de finales del siglo XVIIIBiblioteca Nacional

Por tanto, el paseo de la Castellana servía como eje de los posibles caminos que se podían tomar para salir de la ciudad. Esta vía de antiguos pasos de agua fue tomada a modo de «cardo» romano, nombre que recibe uno de los ejes perpendiculares en torno a los que se asentaban las poblaciones en esta civilización de la antigüedad. Su desarrollo posterior también estuvo marcado por otros procesos de embellecimiento de la ciudad, entre los que destaca el proyecto del obelisco de la Castellana.

El obelisco de la Castellana

La fuente monumental fue encargada por el Rey Fernando VII para conmemorar el nacimiento de su hija, la princesa Isabel, y futura Reina Isabel II. El obelisco de la fuente de la Castellana fue proyectado por el arquitecto Francisco Javier de Mariategui, con la colaboración del escultor José de Tomás. Estaba flanqueada por esfinges y su ubicación coincide con la actual glorieta de Emilio Castelar.
El Rey Fernando VII falleció de manera inesperada en 1833 antes de que comenzaran las obras del monumento, por ello se cambió su dedicación, para conmemorar el tercer cumpleaños de la pequeña Reina por deseo de la Reina regente, María Cristina.
Carlos Luis de Ribera, "Isabel II niña", hacia 1835. Obra en depósito en el Museo del Romanticismo

Carlos Luis de Ribera, «Isabel II niña», hacia 1835. Obra en depósito en el Museo del RomanticismoMuseo del Prado

El obelisco permaneció en esta ubicación hasta 1869, cuando su pilón se llevó a la plaza de Manuel Becerra y las esfinges se trasladaron a la entrada del estanque del parque de El Retiro. Desde 1969 lo que queda unido del antiguo Obelisco se encuentra en el parque de la Arganzuela, junto al río Manzanares.

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