
Metro de Madrid (Foto de archivo) 10/12/2018
Metro de Madrid
De Alonso Martínez a Diego de León: un recorrido por los personajes que dan nombre a las estaciones de Metro
El metro es uno de los medios de transporte más usados entre los habitantes de la capital. Cada día, miles de madrileños atraviesan estaciones cuyo nombre repiten sistemáticamente sin detenerse a pensar en la historia, el personaje o el hecho que se esconde detrás. Antes de ser protagonistas en el mundo del transbordo, Alonso Martínez, Núñez de Balboa o Diego de León fueron personas influyentes en la historia. Sin embargo, para la mayoría de los viajeros, sus nombres pasan desapercibidos; aunque los nombren más de una vez al día.
Dramaturgos, políticos, músicos, juristas e incluso conquistadores dan nombre a las estaciones del metro de Madrid, a menudo por su influencia en la ciudad. Cada línea de metro puede entenderse como un trayecto simbólico por figuras clave de la historia nuestro país.
Hay paradas de metro que llevan el nombre de políticos, diplomáticos y figuras relevantes en la capital. En la línea 2, se camina junto a figuras que fueron decisivas, entre las más sonadas, se encuentra Príncipe de Vergara, parada que esconde el nombre de Baldomero Espartero, general que puso fin a la regencia de María Cristina de Borbón. Algo similar ocurre con Manuel Becerra, que muchos ubican por la rotonda y no por el matemático y político que fue durante tres momentos decisivos: con Amadeo I, en la Primera República Española y el reinado de Alfonso XII.
Al cambiar a la línea 4, nos encontramos con Argüelles, barrio y estación en homenaje a Agustín de Argüelles, figura clave del reinado de Isabel II. En esta línea también encontramos a Arturo Soria, el ingeniero y urbanista que soñó con una ciudad lineal que hoy da nombre a otra parada.
La historia militar también tiene hueco en el metro de la capital. Guzmán el Bueno, noble y militar leonés del S.XIII, puso nombre a una parada de la línea 6 por sus valores de honor y lealtad. Príncipe Pío, la antigua estación del Norte, fue renombrada en honor al aristócrata italiano Francisco Pío de Saboya y Moura, aristócrata y militar italiano, al servicio de la Corona de España en el S.XVIII.
La línea 5 continúa el recorrido con nombres como Diego de León, militar del S.XIX o Núñez de Balboa, conquistador del Istmo de Panamá. En la línea 6, encontramos Legazpi, almirante que lideró la expedición a las Islas Filipinas, huella duradera en el imperio español y, también en el metro de Madrid.
Pero no solo de batallas vive el subsuelo madrileño, la ciencia, la arquitectura y la medicina también tienen su lugar. En la línea 3, encontramos la estación de Ventura Rodríguez, uno de los arquitectos más influyentes del S.XVIII. En la línea 7, está Gregorio Marañón, uno de los protagonistas de la medicina moderna. Y también Antón Martín, enfermero y fraile español dedicó su vida a los marginados, símbolo de solidaridad en pleno centro de Madrid.
Muchas de las paradas del Madrid subterráneo también recibieron una influencia cultural: músicos, pintores y escritores nombran las estaciones del metro. La línea 1, una de las más antiguas de la ciudad, guarda el nombre de Tirso de Molina, religioso español y dramaturgo del Siglo de Oro. También la línea 2 reservó un lugar para el ingenio de Francisco de Quevedo, que cuenta con su propia estación en el subsuelo madrileño. Más adelante, Concha Espina, destacada escritora española del S.XIX, da nombre a una de las paradas de la línea 9. Otros rostros de la literatura como el nicaragüense Rubén Darío y Vicente Aleixandre, premio Nobel de literatura, tienen también su sitio en el plano del subsuelo de Madrid.
No podían faltar en este recorrido los nombres de las paradas de Goya y Velázquez, dos genios de la pintura española que también han sido inmortalizados bajo tierra en estaciones que celebran su aportación cultural.
El entramado de túneles y vagones dispuesto bajo el suelo de Madrid es también una galería subterránea de ilustres nombres que participaron en la historia de nuestro país. A veces, basta con levantar la vista de nuestros dispositivos habituales para leer el nombre del andén. Aunque la mayoría de viajeros los ignore de camino a casa, estos nombres siguen resonando en las conversaciones más habituales. La próxima vez que baje del vagón, antes de dirigir la vista a la pantalla de su móvil, fíjese a su alrededor, nunca se sabe si está caminando por la obra de un arquitecto ilustre, los versos de un poeta olvidado o por la imponente sombra de un general del S.XIX.