Vivienda en construcción en Bilbao

La mayoría de los anuncios incluyen una palabra repetidaEFE

Vivienda

Esto es lo que pasa cuando buscas un piso en Madrid por 160.000 euros: «Primero okupado, segundo okupado...»

Entre los pocos pisos «libres», Álvaro muestra imágenes de sótanos, interiores sin apenas luz natural o viviendas en nuda propiedad

El joven madrileño Álvaro Barco, de 30 años y residente en el barrio de Usera, ha mostrado en un vídeo viral la realidad del mercado inmobiliario en esta zona del sur de Madrid. Su objetivo era simple: comprobar qué tipo de vivienda se puede comprar por menos de 160.000 euros, un presupuesto que, a primera vista, podría parecer suficiente para acceder a un piso modesto en la capital. Sin embargo, el resultado de su búsqueda fue desalentador.

Antes de empezar, recuerda los requisitos económicos básicos para afrontar una compra de este tipo. Para un piso de 160.000 euros, explica, es necesario contar con unos ahorros de entre 48.000 y 50.000 euros, destinados al 20 % de entrada y a los gastos asociados a la operación. Además, sería necesario tener una nómina mensual de unos 1.800 euros netos, lo que equivale a un salario bruto anual de entre 28.000 y 30.000 euros.

Con estos cálculos en mente, revisa los 30 inmuebles disponibles en Usera dentro de ese rango de precio. Su sorpresa llega cuando descubre que la mayoría de los anuncios incluyen una palabra repetida: «okupado».

De hecho, casi todos los pisos que encuentra están en esa situación, y los pocos que no lo especifican, según sugiere, también lo están. «Primero okupado, segundo okupado, tercero no lo pone pero también está okupado», repite con tono irónico.

La oferta resulta desalentadora

Entre los pocos pisos «libres», Álvaro muestra imágenes de sótanos con pequeñas ventanas, interiores sin apenas luz natural o viviendas en nuda propiedad, una fórmula que impide al comprador disfrutar del piso hasta el fallecimiento del actual inquilino. Incluso encuentra un bajo que describe como «un garaje con una ventanita», así como habitaciones minúsculas que apenas caben una cama individual.

Su conclusión es clara: «¿Quién quiere vivir aquí?». Con esa pregunta resume la frustración de muchos jóvenes madrileños que, pese a tener ingresos estables y capacidad de ahorro, se enfrentan a una oferta cada vez más reducida, precios altos y una gran parte del mercado afectada por la okupación.

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